30 abril, 2025

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Padre Tomaž Mavrič, de la Congregación de la Misión: “Estamos llamados a ver el rostro de Jesús en los más pobres»

La Congregación de la Misión, fundada por San Vicente de Paúl, celebra esta semana su 400 aniversario en París. El Padre Tomaž Mavrič, Superior General de la Congregación, nos comparte cómo están viviendo internamente este trascendental aniversario

Padre Tomaž Mavrič, de la Congregación de la Misión:  “Estamos llamados a ver el rostro de Jesús en los más pobres»

En este 400 aniversario de la Congregación de la Misión, ¿qué aspectos del carisma de San Vicente de Paúl considera más urgentes para la Iglesia y el mundo de hoy?

Padre Tomaž Mavrič: Yo subrayaría que uno de los aspectos más urgentes es la formación. Las misiones populares que se pueden hacer de diferentes maneras, la formación del clero.

San Vicente formó la congregación con las dos partes de los pulmones: con los hermanos y los sacerdotes. En muchos países nos llaman «padres Paul» y eso no es correcto, tenemos que cambiar eso a «misionero Paul». Ahí entramos los dos, entran los dos grupos. Pero con «padres Paul», nos olvidamos de los “hermanos Paules”, que en la historia también hicieron cosas muy importantes en el campo del Evangelio. Hoy tenemos ejemplos de personas que, si lo queremos comparar en el campo intelectual, están más preparadas que un sacerdote. Así que eso también hay que tenerlo presente.

Luego, con las parroquias tenemos son un desafío, porque nosotros no somos llamados a priorizar parroquias. Sí, en las misiones y en las periferias, reviviendo allí la experiencia de una misión compartida junto a un grupo laico vicentino. Pero tomar parroquias y dejar todo igual, con el mismo estilo de una parroquia diocesana, no estamos llamados a hacer eso.

Todavía tenemos la mayoría del número de cohermanos presentes en parroquias. La invitación es a que, desde las parroquias, se formen comunidades de misión: casas de misión llamadas a estar presentes en el territorio parroquial. Los cohermanos son flexibles, pueden ir en la dirección de la formación del clero, pueden hacer retiros para jóvenes, retiros en diferentes lugares, en parroquias o misiones populares.

El Papa Francisco ha subrayado en su mensaje la importancia de renovar el compromiso misionero y de imitar el amor preferencial de Cristo por los pobres. ¿Cómo viven hoy los misioneros paúles esta fidelidad misionera en las periferias más difíciles?

T.M.:Sí, algunos son cohermanos excepcionales, son modelos de vida. Uno realmente cierra la boca cuando los ve o los escucha. A estos cohermanos tenemos que tenerlos como modelos.

Los que no vivimos esta forma de misión estamos invitados a hacerlo, justamente, en la gracia de los 400 años que nos puede llevar al cambio. Hacerlo sin anteponer en ningún momento los propios intereses, deseos u otros motivos personales. Siempre la persona, la felicidad, Jesús en la persona. Y cuanto más pobre, más claro se ve el rostro de Jesús en esa persona. Eso es lo que nos tiene que mover. Es el descubrimiento de Vicente, que fue el comienzo de su cambio radical, su transformación profunda. Y eso es lo que también nos va a cambiar.

París acoge estos días unas celebraciones muy significativas. ¿Qué mensaje espera que resuene en el corazón de los fieles y de la familia vicenciana al final de este jubileo?

T.M.: Al final, si alguien llegara a exclamar: ‘Somos testigos del inicio de un nuevo Pentecostés’, me diría a mí mismo: ‘Mira, Tomás, esto es lo que Jesús quiso, lo que desea, y lo que ahora está comenzando a florecer en nosotros.

Usted ha animado a los jóvenes a implicarse en la misión. ¿Cómo puede el legado de San Vicente de Paúl inspirar hoy a los jóvenes a ser testigos valientes del Evangelio?

T.M.: Yo pienso que tenemos un carisma —pensando en el hacer, y una espiritualidad del ser— extraordinaria, extraordinaria. Pero es que sale del mismo Jesús, de la misma misión de Jesús. ¿Qué más podemos pedir? ¿Qué más podemos pedir del Evangelio, no?

Cuando Él, en la sinagoga de Nazaret, abrió el pergamino —el de Isaías— y leyó el texto, decía: «Fue enviado a traer la Buena Noticia a los pobres, a los desamparados, a los que viven en la cárcel», y así en más. Y al final dice: «Esto ocurrió hoy». Esto ocurrió hoy, aquí y ahora. Esta es la misión que yo comienzo, de la que se hablaba tantos siglos antes: es hoy. Entonces, es de ahí de donde nosotros tomamos esta invitación.

A los jóvenes, tenemos para ellos una hermosa misión. No somos especialistas en el sentido en que, al hablar de jóvenes, uno piensa inmediatamente en los salesianos, ¿verdad? Porque ellos lo tienen como su carisma primordial, central. Pero los jóvenes en formación, en diferentes formas de acompañamiento, nosotros nos ocupamos concretamente de la misión. Es el encontrar al pobre, encontrar a Jesús en el pobre.

Entonces, ¿dónde hay que ir? Hay que ir a los lugares donde Él más quiere estar. Y Él quiere estar donde las personas más sufren: las más abandonadas espiritual, material y psicológicamente.

Ser misioneros es una invitación atractiva, si lo decimos en el campo del marketing, para los jóvenes. Y agradezco al Papa Francisco, tanto, de corazón, que nos recordó e invitó a este camino.

La campaña «13 Casas» y otras iniciativas sociales muestran que el espíritu vicenciano sigue transformando vidas. ¿Qué desafíos y esperanzas vislumbra para el futuro de la Congregación de la Misión y de toda la familia vicenciana?

T.M.:  En este momento la familia vicentina está compuesta por 180 organizaciones, en donde hay congregaciones y asociaciones laicas. Entonces, el primer desafío es la colaboración, la unión interna, no olvidar que todos pertenecemos a la familia vicentina. Esa palabra, «familia vicentina», pienso que tiene que ser mucho más, tiene que ir creciendo de momento a momento. Porque en el mundo global nos van a ir conociendo más como familia vicentina o vicenciana, no como «Congregación de la Misión» o «Asociación de San Vicente de Paúl». Sí bien decimos, somos la Congregación de la Misión de San Vicente de Paúl, pero pertenecemos a la familia vicentina.

Juntos podemos hacer mucho más, tenemos mucho más carisma, talentos, dones unidos, ¿no? Así podemos ayudar mucho más, ese es el punto. Eso es un campo de aprendizaje para nuestra familia.

Por ejemplo, el proyecto de las Trece Casas es la primera vez que hacemos algo de forma global. La iniciativa en el ámbito de la caridad también busca dar una respuesta global a las necesidades, catástrofes y situaciones de urgencia.

Al mismo tiempo, en el campo de la educación —donde muchas congregaciones son muy fuertes— también, a nivel internacional hay que unir estas fuerzas. La educación vicentina, donde los laicos son los que están y a quienes se sirve de forma especial, es otro campo que tenemos presente y que tenemos que revitalizar para ser más efectivos en el futuro.

Exaudi Redacción