A las 9 horas de esta mañana, cuarto domingo de Pascua y 58ª Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones, el Papa Francisco ha presidido en la Basílica Vaticana la Santa Misa, en el curso de la cual confiere la ordenación presbiteral a nueve diáconos de la diócesis de Roma. Seis de ellos proceden del Pontificio Seminario Mayor Romano, dos del Colegio Diocesano Redemptoris Mater y uno del Seminario de Nuestra Señora del Divino Amor.
A lo largo de su homilía, Francisco recordó a los recién ordenados las “cuatro cercanías del sacerdote: cercanía a Dios, cercanía al obispo, cercanía a los demás, cercanía al pueblo de Dios”, pues, “el estilo de cercanía” es “el estilo de Dios”.
El Pontífice destacó que han de ser servidores como pastores y les pidió, alejarse de la vanidad, “del orgullo del dinero”, ya que “el diablo entra ‘por los bolsillos’”: “Sed pobres, pues pobre es el santo pueblo fiel de Dios. Pobres que aman a los pobres. No sean escaladores”. Si el presbítero se deja llevar por ello, “entonces te conviertes en un funcionario, y cuando un sacerdote empieza a ser empresario, ya sea de la parroquia o del colegio…, esté donde esté, pierde esa cercanía con la gente, pierde esa pobreza que lo asemeja a Cristo pobre y crucificado, y se convierte en el empresario, en el sacerdote empresario y no en el siervo”, remarcó.
A continuación, sigue el texto completo de la homilía del Papa traducida del italiano por Exaudi.
***
Homilía del Santo Padre
Queridos hermanos, estos hijos nuestros han sido llamados al orden del presbiterado. Consideremos cuidadosamente a qué ministerio serán elevados en la Iglesia. Como sabéis, hermanos, el Señor Jesús es el único Sumo Sacerdote del Nuevo Testamento; pero en él todo el pueblo santo de Dios fue también constituido como pueblo sacerdotal. Sin embargo, entre todos sus discípulos, el Señor Jesús quiso elegir a algunos en particular, para que, ejerciendo públicamente en la Iglesia, en su nombre, el oficio sacerdotal en beneficio de todos los hombres, continuaran su misión personal de maestro, sacerdote y pastor.
Después de una madura reflexión, elevamos ahora a estos hermanos al orden sacerdotal, para que en el servicio de Cristo maestro, sacerdote y pastor cooperen en la edificación del cuerpo de Cristo, que es la Iglesia, en el pueblo de Dios y en el templo santo del Espíritu.
En cuanto a vosotros, amados hijos, que estáis a punto de ser promovidos al sacerdocio, considerad que ejerciendo el ministerio de la sagrada doctrina seréis partícipes de la misión de Cristo, el único maestro. Seréis como él, pastores, esto es lo que quiere de vosotros. Pastores. Pastores del santo pueblo fiel de Dios. Pastores que van con el pueblo de Dios: a veces delante del rebaño, a veces en medio o detrás, pero siempre ahí, con el pueblo de Dios.
En una época -en el lenguaje del pasado- se hablaba de la “carrera eclesiástica”, que no tenía el mismo significado que hoy. Esto no es una “carrera”: es un servicio, un servicio como el que Dios ha hecho a su pueblo. Y este servicio de Dios a su pueblo tiene “huellas”, tiene un estilo, un estilo que debéis seguir. Un estilo de cercanía, un estilo de compasión y un estilo de ternura. Este es el estilo de Dios. Cercanía, compasión, ternura.
Proximidad. Las cuatro cercanías del sacerdote, son cuatro. La cercanía con Dios en la oración, en los Sacramentos, en la Misa. Hablar con el Señor, estar cerca del Señor. Se ha hecho cercano a nosotros en su Hijo. Toda la historia de su Hijo. También ha estado cerca de vosotros, de cada uno de vosotros, en el camino de vuestra vida hasta este momento. Incluso en los malos tiempos del pecado, Él estaba allí. La cercanía. Estar cerca del pueblo santo y fiel de Dios. Pero lo primero es estar cerca de Dios en la oración. Un sacerdote que no reza apaga lentamente el fuego del Espíritu en su interior. Cercanía a Dios.
Segundo: la cercanía al Obispo, y en este caso al “Vice Obispo”. Estar cerca, porque en el Obispo tendréis unidad. Sois, no quiero decir siervos -sois siervos de Dios- sino colaboradores del Obispo. La cercanía. Recuerdo una vez, hace mucho tiempo, un sacerdote que tuvo la desgracia -por así decirlo- de cometer un “desliz”… Lo primero que se me ocurrió fue llamar al Obispo. Incluso en los malos momentos llama al Obispo para estar cerca de él. La cercanía a Dios en la oración, la cercanía al Obispo. “Pero no me gusta este Obispo…”. Pero es tu padre. “Pero este obispo me trata mal…”. Sé humilde, acude al Obispo.
Tercero: cercanía entre vosotros. Y sugiero una resolución: nunca hablar mal de un hermano sacerdote. Si tienes algo contra otro, sed un hombre, tened los pantalones puestos: ve allí y díselo a la cara. “Pero esto es algo muy malo… No sé cómo se lo tomará…”. Ve al obispo, él te ayudará. Pero nunca, nunca cotillees. No seáis charlatanes. No caigáis en los chismes. Unidad entre vosotros: en el consejo presbiteral, en las comisiones, en el trabajo. La cercanía entre vosotros y con el Obispo.
Y cuarto: para mí, después de Dios, la cercanía más importante es con el santo pueblo fiel de Dios. Ninguno de ustedes ha estudiado para ser sacerdote. Habéis estudiado las ciencias eclesiásticas, como dice la Iglesia que debéis hacer. Pero vosotros habéis sido elegidos, tomados del pueblo de Dios. El Señor le dijo a David: “Te he sacado de detrás del rebaño”. No olvidéis de dónde venís: vuestra familia, vuestro pueblo… No perdáis el sentido del pueblo de Dios. Pablo le decía a Timoteo: “Acuérdate de tu madre, de tu abuela….» Sí, de donde habéis venido. Y ese pueblo de Dios… El autor de la Epístola a los Hebreos dice: “Recordad a los que os introdujeron en la fe”. ¡Sacerdotes del pueblo, no clérigos del Estado!
Las cuatro cercanías del sacerdote: cercanía a Dios, cercanía al obispo, cercanía a los demás, cercanía al pueblo de Dios. El estilo de cercanía que es el estilo de Dios. Pero el estilo de Dios es también un estilo de compasión y ternura. No cierres tu corazón a los problemas. ¡Y verás muchos de ellos! Cuando la gente viene a contaros los problemas y a ser acompañada… Perded el tiempo escuchando y consolando. La compasión, que te lleva al perdón, a la misericordia. Por favor: sed misericordiosos, perdonad. Porque Dios lo perdona todo, no se cansa de perdonar, somos nosotros los que nos cansamos de pedir perdón. Proximidad y compasión. Pero la compasión tierna con esa ternura de familia, de hermanos, de padre….con esa ternura que te hace sentir que estás en la casa de Dios.
Os deseo este estilo, este estilo que es el estilo de Dios.
Y luego, les mencioné algo en la Sacristía, pero me gustaría mencionarlo aquí ante el pueblo de Dios. Por favor, alejaos de la vanidad, del orgullo del dinero. El diablo entra “por los bolsillos”. Piensa en esto. Sed pobre, pues pobre es el santo pueblo fiel de Dios. Pobres que aman a los pobres. No sean escaladores. La “carrera eclesiástica”… Entonces te conviertes en un funcionario, y cuando un sacerdote empieza a ser empresario, ya sea de la parroquia o del colegio…, esté donde esté, pierde esa cercanía con la gente, pierde esa pobreza que lo asemeja a Cristo pobre y crucificado, y se convierte en el empresario, en el sacerdote empresario y no en el siervo. Escuché una historia que me conmovió. Un sacerdote muy inteligente, muy práctico, muy capaz, que tenía muchas administraciones en sus manos, pero que tenía su corazón apegado a ese oficio, un día, porque vio que uno de sus empleados, un anciano, se había equivocado, lo regañó, lo echó. Y ese anciano murió por eso. El hombre había sido ordenado sacerdote y terminó como un despiadado hombre de negocios. Tened siempre esta imagen, tened siempre esta imagen.
Pastores cercanos a Dios, al Obispo, a los demás y al pueblo de Dios. Pastores: servidores como pastores, no empresarios. Y alejaos del dinero.
Y luego, recordad que es hermoso este camino de las cuatro cercanías, este camino de ser pastores, porque Jesús consuela a los pastores, porque es el Buen Pastor. Y buscad el consuelo en Jesús, buscad el consuelo en la Virgen -no os olvidéis de la Madre- buscad siempre el consuelo ahí: sed consolados ahí.
Y llevad vuestras cruces -habrá cruces en nuestras vidas- en manos de Jesús y de la Virgen. Y no tengáis miedo, no tengáis miedo. Si estáis cerca del Señor, del Obispo, entre vosotros y con el pueblo de Dios, si tenéis el estilo de Dios -cercanía, compasión y ternura- no tengáis miedo, todo irá bien.