Como todos los años, entre el 15 de septiembre y el 15 de octubre, alrededor de la fecha 12 de octubre, conocida como el día de la raza o el descubrimiento de América; o – mejor – como el encuentro de dos mundos: el europeo y el americano, en los Estados Unidos de América celebramos el MES DE LA HERENCIA HISPANA. Celebración que inició en el año 1968 con una semana de la herencia hispana, siendo presidente Lyndon Johnson y que, luego, se extendió, por un mes y se aprobó como ley el 17 de agosto de 1988, durante el gobierno de Ronald Reagan.
El MES DE LA HERENCIA HISPANA, es una celebración anual en la que se agradece a la comunidad hispanoamericana las contribuciones culturales y materiales al progreso y desarrollo de esta gran Nación y, al mismo tiempo, es una magnífica oportunidad para que la comunidad hispana, residente en los Estados Unidos de América, más allá de desfiles, parrandas y folklorismo, repensemos nuestra presencia en este país, renovemos nuestros primeros sueños e ilusiones al llegar a esta Nación y reemprendamos por nuevos senderos que – aquí y ahora – nos conduzcan a mejores logros presentes, para el bien común y para el bienestar y futuro de nuestras próximas generaciones.
En las últimas tres décadas, en diversas ocasiones y por diversos medios, he compartido mis inquietudes sobre los desafíos que tiene la comunidad hispana en los Estados Unidos y las luchas que tendría que dar para alcanzar una plena integración en esta sociedad norteamericana y para que le sean reconocidos y justamente valorados sus aportes – de toda índole – a la vida de esta Nación.
Este MES DE LA HERENCIA HISPANA 2024 cobra especial relevancia para nuestra comunidad hispana, pues estamos en un año electoral. Los últimos censos de población nacional ubican a la comunidad hispana como la minoría mayoritaria, con más de 63 millones de personas de origen hispano residiendo en Estados Unidos, de los cuales, cerca del 40% nacieron aquí, y con – aproximadamente – unos 36 millones de hispanos habilitados para ejercer el derecho al voto y con unos 11 millones de hispanos que permanecen indocumentados.
Los números muestran la importancia de la comunidad hispana en la vida norteamericana, pero, además, la importancia que los temas que atañen a los hispanos tienen en este país. Por eso, el tema migratorio tiene especial significación y peso en el contexto y debate electoral en el que nos encontramos.
Los antiguos griegos entendieron el ejercicio de la política como un quehacer cotidiano de todos los ciudadanos, buscando siempre el bien de toda la “polis” (ciudad), el bien común. Muy cercano con esta concepción de la política, y ante el panorama de los populismos (F.T. capítulo 5), de la corrupción política, de la corrupción en la administración de lo público, de la politiquería y de la búsqueda de mezquinos intereses individuales, sectarios y partidistas, el Papa Francisco, durante todo su magisterio petrino, ha estado exhortándonos a ejercer – desde el mandamiento del amor y la fraternidad universal que brotan del reconocimiento del otro como hermano y de todos como hijos del mismo Creador y Padre – la “mejor política”.
Una “mejor política” que tiene como fundamentos – especialmente en la Carta Encíclica Fratelli Tutti, del 03 de octubre del 2020, la amistad social, para pensar y gestar un mundo mejor (capítulo 3). Mundo posible sólo mediante el amor universal que promueve el bien moral, la libertad y la igualdad, la solidaridad y los derechos de las personas y de los pueblos, con un corazón sin fronteras, abierto al mundo entero (capítulo 4), en diálogo con todos (capítulo 6), con amor político y en la política, siempre en búsqueda de la verdad (capítulo 7) para alcanzar la paz.
Frente a estos llamamientos del Papa Francisco, que revelan y reflejan los anhelos más profundos del corazón del hombre, de todo hombre, podemos preguntarnos: ¿Cuáles y qué tan buenos y favorables para la Nación son los candidatos y sus propuestas electorales? ¿Nuestras adhesiones partidistas son conscientes, bien formadas e informadas, razonadas y razonables? ¿Cuáles son las razones verdaderas y profundas que motivan nuestras adhesiones políticas? ¿Nuestra comunidad hispana en los Estados Unidos cuenta con líderes políticos honestos, bien formados e informados? ¿Nosotros y nuestros líderes políticos hispanos repiten – en los Estados Unidos – los vicios politiqueros de nuestras naciones de origen? ¿Cada uno de nosotros, con sus acciones políticas, propende por la unidad de la comunidad hispana en los Estados Unidos o construimos pequeños guetos y nacionalismos trasnochados y mezquinos que dividen y destruyen el poder político y la fuerza hispana en esta Nación?
La comunidad hispana – con sus problemas – no puede permitir más ser atendida, por demócratas y republicanos, sólo en tiempos de elecciones. Los demócratas no pueden dar por descontado el voto que tradicionalmente la comunidad hispana les ha dado, y los republicanos, por su parte, no pueden buscar el voto hispano al tiempo que desprecian el valor y aporte de los inmigrantes al progreso de esta Nación. La reforma migratoria no puede ser tema sólo de tiempos electorales ni la carta con la que los politiqueros de turno busquen los votos de nuestra comunidad hispana.
Después de muchas décadas en que se ha burlado a los inmigrantes con el tema de la reforma migratoria, los obstáculos miopes y mezquinos que ponen los legisladores de turno, de ambos partidos tradicionales, a la reforma migratoria y a la documentación legal de millones, no pueden ser más la razón y excusa para la explotación laboral, para la persecución y el atropello a la dignidad humana de los inmigrantes.
Urge el surgimiento de una nueva concepción de “lo hispano” y de la “hispanidad” en esta Nación. Nueva concepción que nos integre, sin la pérdida de nuestra identidad hispánica y latinoamericana, con plenas garantías y derechos humanos y ciudadanos a la vida y progreso de esta Nación. Nueva concepción de hispanidad que nos permita aportar y enriquecer con lo mejor de nuestra cultura, valores y tradiciones y enriquecernos – al mismo tiempo – con la nueva cultura, lengua y valores que aquí encontramos.
Por todos estos temas y urgencias hispanas aboga la Conferencia de los Obispos Católicos de los Estados Unidos en su PLAN PASTORAL NACIONAL PARA EL MINISTERIO HISPANO/LATINO. Plan con el que se nos invita a todos a evangelizar, a formarnos en la fe, a acompañar a las familias y a todos los que se encuentran en las periferias eclesiales y sociales, a formar a los jóvenes como líderes de nuestras comunidades, a participar activamente en iniciativas que propendan por la reforma migratoria, a construir una sociedad y una Iglesia culturalmente diversa, a formarnos en temas de la doctrina social de la Iglesia y de la justicia social, etc. (Cfr. Parte IV y V).
Invito a todos a conocer, en sus parroquias, este PLAN PASTORAL y a participar en él activamente. Los invito a todos a vivir este MES DE LA HERENCIA HISPANA como una oportunidad para celebrar y reflexionar sobre nuestro ser y quehacer político y electoral, aquí y ahora, como hispanos/latinos en los Estados Unidos.
Mario J. Paredes es director ejecutivo de SOMOS Community Care, una red de atención social de más de 2500 profesionales que cuidan a más de 1 millón de pacientes de Medicaid en la ciudad de Nueva York.