Nuestra Señora de la Paz: Un Camino hacia la Reconciliación y la Armonía

Un símbolo de unidad y esperanza para el mundo entero

El 24 de enero, la Iglesia celebra a Nuestra Señora de la Paz, una advocación mariana que resalta la figura de la Virgen María como Reina de la Paz. Esta devoción comenzó a ganar relevancia en el siglo VII, cuando la Virgen se le apareció al arzobispo de Toledo, San Ildefonso, quien recibió un manto como señal de la paz que María podía otorgar a los fieles. Este evento fue el inicio de una tradición que ha perdurado hasta nuestros días.

A lo largo de la historia, la Virgen María ha sido reconocida por su intercesión en tiempos de conflicto y desesperanza, siendo un faro de esperanza para aquellos que buscan la paz tanto en el mundo como en sus corazones. Uno de los momentos clave en la historia de la advocación de la Virgen de la Paz ocurrió en el año 1085, cuando el rey Alfonso VI reconquistó Toledo y, en señal de reconciliación con los musulmanes, la catedral fue dedicada a la Virgen bajo este título.

El 24 de enero no solo se conmemora la paz entre pueblos, sino también la paz interior que solo puede lograrse con la ayuda maternal de la Virgen María. Hoy en día, el culto a Nuestra Señora de la Paz se ha extendido a diferentes partes del mundo, como en El Salvador, donde la Virgen bajo este título es la patrona del país.


En Roma, la Iglesia Prelaticia del Opus Dei, dedicada a Santa María de la Paz, también nos invita a reflexionar sobre el poder sanador de la Virgen. En ella reposan los restos de San Josemaría Escrivá de Balaguer, quien promovió esta devoción como un medio para buscar la paz en todos los aspectos de la vida.

Hoy, en esta festividad, somos llamados a buscar la reconciliación con Dios, con los demás y con nosotros mismos, confiando en la intercesión de la Virgen María para lograr una paz duradera. Que esta celebración nos inspire a ser instrumentos de paz en el mundo, comenzando por la paz en nuestros corazones.