«Nos amó»: La nueva encíclica del Papa sobre el Sagrado Corazón de Jesús

Una invitación a redescubrir la esencia del amor divino a través del Sagrado Corazón de Jesús

Con el título Dilexit nos, la cuarta encíclica del Papa Francisco nos invita a redescubrir el amor humano y divino del Corazón de Jesucristo. Este documento no solo retoma la rica tradición de la devoción al Sagrado Corazón, sino que también nos recuerda la importancia de vivir nuestra fe con ternura, alegría y fervor misionero. El Corazón de Jesús no solo nos impulsa a amar, sino que también nos envía a servir a nuestros hermanos.

Un amor que no se olvida

San Pablo nos recuerda: “Nos amó”, una declaración que nos revela que nada nos separará de ese amor (Rm 8,39). Así empieza la encíclica, enfatizando que el Corazón de Cristo nos espera incondicionalmente, sin exigir requisitos previos para amarnos. A través de Él, hemos llegado a conocer y creer en el amor que Dios nos tiene (1 Jn 4,16).

El amor de Cristo en un mundo necesitado

En un contexto en el que proliferan diversas formas de religiosidad desvinculadas de una relación personal con Dios, el Papa señala que a menudo olvidamos “la ternura de la fe, la alegría del servicio y el fervor de la misión”. Por ello, nos invita a profundizar en el amor de Cristo que se manifiesta en su Sagrado Corazón, un lugar donde podemos encontrar la esencia del Evangelio y aprender a amar verdaderamente.

Francisco destaca que al encontrarnos con el amor de Cristo, nos volvemos capaces de crear lazos fraternos y reconocer la dignidad de cada persona. Ante el Corazón de Jesús, pedimos que Él tenga compasión de nuestra tierra herida y que nos regale la luz y el amor necesarios para afrontar los desafíos actuales, desde las guerras hasta el consumismo y el uso irresponsable de la tecnología. Esta encíclica llega en un momento significativo, ya que se celebra el 350 aniversario de la primera revelación del Sagrado Corazón a Santa Margarita María Alacoque.

Volver al corazón en tiempos de crisis

Dividida en cinco capítulos, la encíclica explora el culto al Sagrado Corazón de Jesús y su rica herencia espiritual. En el primer capítulo, titulado “La importancia del corazón”, el Papa nos insta a regresar a lo esencial en un mundo que a menudo nos empuja hacia el consumismo. La Biblia presenta el corazón como el núcleo de nuestro ser, un lugar de autenticidad donde surgen las preguntas que realmente importan: ¿Qué sentido quiero darle a mi vida? ¿Quién soy ante Dios?

Francisco critica la devaluación del corazón en la filosofía contemporánea, que ha privilegiado la razón y la voluntad sobre el amor. Nos recuerda que nuestra identidad espiritual radica en nuestro corazón, que nos une con los demás y nos permite establecer relaciones auténticas.

La transformación del mundo desde el corazón

En el segundo capítulo, el Papa reflexiona sobre los “gestos y palabras de amor” de Cristo, que nos muestran su cercanía y compasión. A través de sus encuentros con diversas personas, Jesús nos demuestra que su atención está puesta en nuestras preocupaciones y sufrimientos. Su amor se manifiesta en la cruz, donde su sacrificio se convierte en el testimonio más poderoso de su amor.

Un corazón que ha amado profundamente

El tercer capítulo se centra en el “Corazón que tanto amó”, recordando cómo la Iglesia ha meditado sobre el misterio del Corazón de Jesús. Aquí, Francisco aclara que la devoción al Sagrado Corazón no se limita a la adoración de un órgano, sino que implica reconocer en su corazón abierto el amor divino y humano que nos une. Este amor es una síntesis del Evangelio, un llamado a renovar nuestra fe en medio de las múltiples corrientes espirituales que circulan en la sociedad.

La devoción que nos envía a la acción

Los últimos capítulos de la encíclica resaltan la conexión entre la experiencia espiritual personal y el compromiso comunitario. En el cuarto capítulo, “El amor que da de beber”, se nos recuerda que el Corazón de Cristo es una fuente de amor que sacia nuestra sed y purifica nuestras impurezas. A través de los testimonios de los santos, aprendemos a ver el Sagrado Corazón como un lugar de encuentro personal con el Señor.


Finalmente, el capítulo “Amar por amor” nos anima a vivir la dimensión misionera de la devoción al Corazón de Cristo. Al acercarnos al Padre, somos enviados a amar a nuestros hermanos, convirtiéndonos en agentes de la civilización del amor.

La oración de Francisco

La encíclica concluye con una oración del Papa: “Pido al Señor Jesús que de su santo Corazón broten para todos nosotros ríos de agua viva, que curen nuestras heridas y fortalezcan nuestra capacidad de amar y servir”. Con esta invitación, Francisco nos llama a vivir un amor que transforme el mundo desde el corazón.

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