El P. Jorge Miró comparte con los lectores de Exaudi su comentario sobre el Evangelio de este, domingo 30 de junio de 2024, titulado “No temas; basta que tengas fe”.
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Hoy contemplamos en el evangelio dos nuevos milagros de Jesús: la curación de la hemorroísa y la resurrección de la hija de Jairo.
Con estos milagros Jesús quiere fortalecer la fe de sus discípulos y también la tuya y la mía, porque tantas veces vivimos llenos de miedos, como ellos: ¿Por qué sois tan cobardes? ¿Aún no tenéis fe? les había dicho Jesús después de calmar la tempestad.
Dejando los territorios paganos donde Jesús ha sido invitado a marcharse, ahora Jesús vuelve a la otra orilla del lago, donde ya ha “caído” la semilla de su Palabra y se encuentra con Jairo, jefe de la sinagoga que pide a Jesús la curación de su hija.
Mientras va de camino, la hemorroísa se acerca interesadamente a Jesús. Tiene una fe relativa en el poder de Cristo y tendrá que “crecer” hasta vencer el “miedo” y llegar al encuentro personal con el Señor y, así, poder escuchar: Hija, tu fe te ha salvado.
Ha obtenido de Jesús una salud que es mucho más que la curación de una enfermedad: la salvación. Jesús le hace vivir la vida verdadera y la paz auténtica.
Jairo tiene fe en que Dios obra a través de Jesús, por eso se le acerca a pedir la curación de su hija.
Pero Jesús le ayudará a crecer en la fe: No temas, basta que tengas fe. Resucitando a su hija, Jesús le está mostrando que Él es más que un profeta: es el Mesías.
Sanando a una hemorroísa, a una persona herida en lo más profundo de su ser, al ser considerada impura por la ley, Jesús se muestra como el único médico capaz de otorgar a la persona su genuina dignidad, la vida verdadera y la paz auténtica. Resucitando a la hija de Jairo, Jesús se manifiesta como el que tiene poder para comunicar la vida incluso al que yace en la muerte.
Hoy, el Señor nos dice a nosotros las mismas palabras: No temas, basta que tengas fe. El Señor te invita a que te acerques a Él, a que le toques, a que le entregues tus heridas y tus “muertes”: miedos, fracasos, incomprensiones, frustraciones, impotencias, debilidades, pecados, complejos…
¡Ven Espíritu Santo! (cf. Lc 11, 13).