Hemos conocido hace unas semanas, con verdadero estupor, el pronunciamiento del Tribunal Constitucional avalando la ley que pretende penas de cárcel por rezar ante los abortorios.
Tanto esta ley, como la propia ley del aborto, avalada también por el TC, que pretenden proteger los “derechos” de las mujeres, constituyen, no sólo ataque a la dignidad de las personas, como vamos a tratar de ver en este artículo, también ponen en jaque el futuro de nuestra sociedad.
El aborto es el problema más grave al que se enfrenta la humanidad, por lo que supone privar de la vida a seres humanos, por el desprecio más absoluto hacia las mujeres y también por las consecuencias sociales que se derivan de la eliminación masiva de seres humanos
Ante esta situación, me parece oportuno hacer referencia a la Declaración del Dicasterio para la Doctrina de la Fe “Dignitas infinita sobre la dignidad humana”, aprobada por el Papa Francisco y publicada por la Santa Sede el pasado mes de abril.
Un documento importante y muy oportuno —quizá llega un poco tarde— que nos permite discernir sobre lo que está ocurriendo en nuestra sociedad, tanto a los católicos como a otras personas que, no siéndolo, no están de acuerdo con esta “ingeniería social” perversa, impuesta por unas élites globalistas a través de organismos internacionales como la ONU, la Organización Mundial de la Salud, el Banco Mundial, la U.E. y otras, cuyas directrices son aplicadas en muchos países, entre los cuales, España es una alumna aventajada, con su gobierno social-comunista a la cabeza y la mayoría de los partidos políticos a favor de estas políticas.
El documento exhorta a que “el respeto de la dignidad de la persona humana, más allá de toda circunstancia, se sitúe en el centro del compromiso por el bien común y de todo ordenamiento jurídico. Corresponde al Estado protegerla y garantizar las condiciones para que florezca en la promoción integral de la persona.
Hace también referencia a la Declaración Universal de los Derechos humano, de la que ahora se cumplen 75 años: un documento que “es como una vía maestra sobre la que se han dado muchos pasos adelante, pero faltan todavía tantos, y a veces, desafortunadamente, se vuelve atrás”
Denuncia el documento algunas violaciones graves de la dignidad humana, que se están dando hoy en nuestra sociedad: las guerras, la inmigración, la trata de seres humanos, la ideología de género, la violación del derecho a la vida, etc.
En cuanto al aborto, cita el documento a san Juan Pablo II:
“Entre todos los delitos que el hombre puede cometer contra la vida, el aborto procurado presenta características que lo hacen particularmente grave e ignominioso […] Hoy, sin embargo, la percepción de su gravedad se ha ido debilitando progresivamente en la conciencia de muchos. La aceptación del aborto en la mentalidad, en las costumbres y en la misma ley es señal evidente de una peligrosísima crisis del sentido moral”
Para conocer la dimensión real de lo que supone el aborto, analicemos en primer lugar algunas cifras:
Cada año son eliminados en el mundo cerca de 73 millones de seres humanos
En España durante al año 2021 se practicaron, según cifras oficiales, 90.188 abortos —probablemente sean muchos más— 47.368 en mujeres menores de 30 años, de ellas, 9.388 adolescentes que no llegan a los 20 años[1].
El aborto es un tentado a la dignidad del ser humano no nacido porque se le priva de su derecho primordial que es el derecho a la vida. Los políticos, al legislar sobre esta materia, prescinden de toda evidencia científica y afirman que el feto es algo así como un montón de células, como un tumor, que aparecen en el seno de la madre y que ésta puede decidir eliminar, si lo desea, sin ningún problema. La ministra de Sanidad afirmó en una intervención en la Asamblea de Madrid que el tener latido en el corazón, no significa que se tenga vida.
Los científicos definen tanto el embrión humano, como el feto, como “ser humano vivo”, el primero en su fase inicial hasta las ocho semanas, el segundo desde las ocho semanas hasta el momento del parto[2]
También con estas leyes se priva de dignidad a la mujer que se ve abocada a abortar porque se le priva de su libertad al ocultarle la verdad y prohibirle el acceso a ella: todas las prácticas, orientadas a facilitar a la mujer embarazada la información que necesita para tomar libremente una de las decisiones más importantes de su vida, están penalizadas por considerar que suponen un acoso que “coarta su libertad”: no tiene derecho a escuchar el latido de su hijo porque es coacción, también lo es informarle que tiene opciones para sacar su bebé adelante, o hablarle de las secuelas de todo tipo, sobre todo psíquicas, que el aborto va a dejar en ella.
La libertad es un derecho inalienable de todo ser humano, que se deriva de su propia dignidad. Sin conocer la verdad, la libertad es imposible
Hay estudios que confirman que dos tercios de los abortos son “no deseados”, dejando en muchos casos, secuelas psíquicas muy importantes para la mujer[3].
Recogemos unos testimonios, aparecidos en alguno de los poquísimos medios que atreven a hablar de ello[4]:
- Jessica: “La decisión fue muy dolorosa, pero no pensé en ningún momento que tenía elección. […] su breve existencia en mi tripa cambió mi vida para siempre. Ojalá pudiese volver atrás en el tiempo y cambiar de idea. Sujetaría a mi hijo recién nacido en mis brazos y nunca lo dejaría ir”
- Mónica se sintió víctima de un “secuestro emocional” por parte de su novio desde el primer momento. Su ginecóloga le guio en el proceso del aborto hasta la propia clínica: todo lo que observaba a su alrededor le ayudaba a normalizar el aborto.
“Cuando estás ahí, te das cuenta de que no hay marcha atrás. El vacío es indescriptible. A mi hijo lo tiraron a un cubo de basura. Todo esto se grabó en mi corazón y desde entonces mi vida fue un silencio poblado de aullidos, una zona muerta y un vivir en una profunda tristeza”
- Daniela: “Han pasado quince años desde que aborté y lo recuerdo como si fuera ayer. Me dijeron que era la única opción. Me arrepiento tanto. Se que tendré que vivir con este sentimiento de culpabilidad toda mi vida”
- Andrea: “El médico comenzó a llevarse la bandeja con los restos. Caí de rodillas sin soltarle la muñeca y empecé a musitar: “Eso es un bebé…pero ¿Qué hice”
Son muchas las mujeres que se arrepiente de “no” haber tenido a su hijo y muy pocas las que se arrepienten de haberlo tenido
La presión social —pareja, familia, empresas, entorno— también juega un papel importante en muchas ocasiones. Son frecuentes frases como:
- “Si tienes un bebé, te echamos de casa” (por parte de los padres, si es una menor)
- “No se hable más, te llevo a abortar. Ya he concertado una cita” (por parte de la pareja)
- “Si tienes un bebé, ya no podrás seguir en el trabajo”
Otro aspecto, nada despreciable, que menoscaba igualmente la dignidad de la mujer, se da cuando se banaliza el hecho de traer un hijo al mundo hasta reducirlo a algo prácticamente intranscendente, con ello se desdibuja de su naturaleza de mujer la belleza de ser madre; el sexo se desliga por completo de la afectividad y de la procreación y se convierte en un producto de consumo: la mujer acaba reducida a un mero objeto
En cuanto a las consecuencias sociales, son también varias y muy graves: el aborto dificulta todavía más el “relevo generacional”: en el año 2021, en España, debido a los abortos practicados, el índice de fecundidad que pasó de 1,51 a 1,19 hijos/mujer y la población disminuyó en 113.876 personas.
Algo parecido ocurre también en la mayoría de los países de nuestro entorno en los que sus poblaciones, como consecuencia de estas prácticas, están abocadas a la desaparición. Si no ponemos remedio, nuestra “cultura occidental” estará en vías de extinción.
Por otro lado, estamos abocados inexorablemente a un rápido envejecimiento de nuestra sociedad y el aborto, como hemos visto, está contribuyendo de modo muy notable a ello. A no muy largo plazo, el “estado de bienestar” dejará de serlo porque disminuirán los ingresos en las arcas del Estado y la sanidad, las pensiones de jubilación y muchos de los servicios que hoy disfrutamos dejarán de existir o serán de muy baja calidad.
Por todas estas razones, no podemos permitir que el aborto sea un tema cerrado, ya superado por nuestra sociedad. Los que estamos a favor de la vida tenemos el deber de alzar la voz denunciando la barbarie que supone el aborto y sus nefastas consecuencias.
Javier Espinosa Martínez – Colaborador de Enraizados
***
[1] Informe del Instituto de Política Familiar (IPF) “El aborto en España 2023”
[2] GLOSARIO PARA LA DISCUSIÓN SOBRE EL ABORTO. Facultad de Medicina. Universidad del Desarrollo Centro de Bioética
[3] Revista médica CUREU, en su publicación del 11 de mayo de 2023
[4] Religión en Libertad y publicación de Derecho a Vivir “EL ABORTO NO ES UNA OPCIÓN”