El cardenal australiano George Pell, prefecto emérito de la Secretaría para la Economía, falleció ayer, martes 10 de enero de 2023 en torno las 21 horas, en Roma, según informó su secretario personal, padre Joseph Hamilton.
El purpurado, de 81 años, murió a causa de complicaciones cardíacas surgidas tras una operación de cadera programada desde hacía tiempo. El prelado presentaba problemas de corazón desde hacía tiempo y tenía implantado un marcapasos desde 2010.
Hace unos días, el cardenal Pell concelebró los funerales de Benedicto XVI en la plaza de San Pedro.
Breve biografía
Nacido en Ballarat, Victoria, en 1941, le ofrecieron un contrato de fútbol profesional en su juventud, pero decidió estudiar para el sacerdocio. Se ordenó en 1966 y fue nombrado obispo auxiliar de Melbourne en 1987, arzobispo en esta misma ciudad en 1996 y arzobispo de Sídney en 2001.
Juan Pablo II lo creó cardenal en el año 2003 y participó en los cónclaves que eligieron a Benedicto XVI y al Papa Francisco.
En 2013, fue requerido por Francisco para formar parte del Consejo de Cardenales con el fin de estudiar un proyecto de reforma y ayudarle en el gobierno de la Iglesia. Al año siguiente, en 2014, fue nombrado prefecto de la recién creada Secretaría para la Economía, iniciando una serie de reformas financieras, cargos que dejó en diciembre de 2018 y febrero de 2019, respectivamente.
Estancia en la cárcel y absolución
El cardenal tuvo que afrontar las acusaciones de haber abusado de dos menores cuando era arzobispo de Sidney en los años 90. Fue absuelto de los cargos por el Tribunal Supremo de Australia en abril de 2020 no sin antes pasar 404 días en una celda de dos prisiones de máxima seguridad en Melbourne y Barwon, entre febrero y julio de 2019.
El fallo fue acogido con satisfacción por la Santa Sede, que afirmó en un comunicado que siempre había depositado su confianza en la autoridad judicial australiana.
En unas memorias tituladas Diario de la cárcel, el prelado australiano relató su estancia en la cárcel: “Mi experiencia muestra cuánto nos ayudan las enseñanzas de la Iglesia, cuánto nos ayuda rezar y buscar la gracia de Dios”, describió en una entrevista a Radio Vaticano – Vatican News.
En esa misma entrevista, que decidió escribir durante su encarcelamiento porque “pensé que podría ser útil para los que están en dificultades, para los que están pasando por un momento de sufrimiento, como yo”. “Luego pensé que escribir un diario tendría cierto interés desde el punto de vista histórico, porque no había muchos cardenales que hubieran vivido la experiencia de la cárcel”, agregó.
El reconocimiento del Papa Francisco
De vuelta a Roma tras el proceso judicial en Australia, el Papa Francisco recibió a Pell el 12 de octubre de 2020, a quien le agradeció su “testimonio”.
Recientemente, en julio de 2022, al hablar de las reformas financieras realizadas en el Vaticano, el Santo Padre reivindicó la labor del purpurado, recordando que la idea de la Secretaría para la Economía fue suya, “ha sido el genio”, fueron las palabras del Pontífice.
Condolencias de la Iglesia en Australia
Múltiples han sido los mensajes de condolencia difundidos en las últimas horas, destacando los de los representantes de la Iglesia local australiana.
Mons. Timothy Costelloe, presidente de la Conferencia Episcopal, expresó en un comunicado su tristeza por “inesperado fallecimiento” del prelado australino, quien “proporcionó un liderazgo firme y claro dentro de la Iglesia católica en Australia, como arzobispo de Melbourne y arzobispo de Sydney y como miembro de la Conferencia Episcopal durante más de 25 años”.
“El impacto del Cardenal Pell en la vida de la Iglesia en Australia y en todo el mundo seguirá sintiéndose durante muchos años. Mientras le recordamos y reflexionamos sobre su legado, invito a todos los católicos y demás personas de buena voluntad a unirse en oración por el cardenal Pell, un hombre de fe profunda y perdurable, y por el descanso de su alma”, añade el arzobispo.
Por su parte, el arzobispo de Sydney, Mons. Anthony Fisher, recuerda al cardenal como “un excelente sacerdote, una buena alma cristiana”. “El lema episcopal del cardenal Pell era ‘No tengan miedo’ y, en los días buenos y en los malos, se aferró a estas palabras como un hombre valiente con gran corazón que confiaba en la providencia divina”, expresó en un mensaje.
“Proclamó sin miedo el Evangelio y se esforzó para explicar las enseñanzas de la Iglesia. Decía la verdad tal como la encontraba, aunque fuera difícil o impopular. Fue también un hombre de oración, un hombre de profunda fe cristiana, y un cariñoso pastor de su rebaño en parroquias, escuelas, hospitales y en toda su diócesis”.
Mons. Fisher también describe que los últimos años de la vida de Pell “estuvieron marcados también por su injusta condena y encarcelamiento, pero lo soportó todo con gracia y buena voluntad”, subraya, “y nos dio a todos un ejemplo de cómo aceptar el sufrimiento con dignidad y paz”. “Sus palabras de reconciliación con sus detractores y su preocupación por los sobrevivientes se hicieron cada vez más genuinas a medida que mantenía con firmeza y éxito su inocencia”, remarcó.