Monseñor Cabrejos: El Sínodo “significa caminar juntos”

Entrevista con Radio Vaticana

Cabrejos escuchar Sínodo
El Papa con monseñor Cabrejos © Vatican Media

En el marco de la apertura del Sínodo de los Obispos con la Misa presidida por el Papa Francisco mañana, 10 de octubre de 2021, monseñor Miguel Cabrejos, presidente del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM), explica en una entrevista con la radio del Vaticano El Sínodo “significa caminar juntos, ¡todos nosotros! No sólo los obispos, sino todo el pueblo de Dios”.

El prelado también manifiesta que escuchar es la mejor preparación para el Sínodo y habla sobre el rostro de la Iglesia convocada a esta importante cita con el Papa Francisco. Asimismo, realiza una reflexión sobre los inmigrantes: No se puede ignorar su grito. El suyo, informa Vatican News, “es el testimonio de quien sabe que está a punto de comenzar una cita histórica para la Iglesia universal”: El primer Sínodo precedido de un nuevo itinerario deseado y aprobado por el Papa la pasada primavera.

A continuación, sigue la entrevista completa de Radio Vaticana a monseñor Cabrejos.

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¿Cómo se prepara la Iglesia latinoamericana para el Sínodo?

Hemos iniciado la preparación sobre todo con la celebración de la primera Asamblea Eclesial, con el tema “Aparecida: memoria y desafíos actuales”. El Papa lo tiene muy presente, “mi esperanza”, dijo Francisco, “es la Asamblea Eclesial”. Por nuestra parte ha habido un esfuerzo sin precedentes, hemos llegado a preguntar a 70.000 personas, a título individual y en grupo, sobre esta Asamblea.

Creo que la escucha es la mejor preparación que existe para el Sínodo de la Sinodalidad. Habrá una gran escucha a nivel de todos los continentes a través de la Iglesia universal y hemos empezado esta escucha con estas preguntas al pueblo de Dios, que han dado lugar a un documento de 200 páginas.


La Iglesia latinoamericana vive ya una experiencia sinodal permanente por el tipo de relación que se establece entre las diócesis y las Conferencias Episcopales. ¿Qué valor añadido aporta este nuevo itinerario deseado por el Papa? ¿Qué frutos espera?

Como he dicho antes, esta gran escucha del pueblo de Dios tiene un enorme valor para nosotros. Nuestra experiencia, como Iglesia latinoamericana, comenzó en Río de Janeiro, pero yo diría que ya en Medellín donde hubo esta escucha, esta consulta del pueblo de Dios. Los fieles, los laicos, los religiosos, los obispos, los cardenales, todos participaron en esta petición. Esta es la novedad. Después habrá preguntas, una consulta a los episcopados, pero ahora los protagonistas son los fieles. Una pirámide invertida.

¿Qué esperamos? Hay mucha esperanza. Son muchos los retos que Aparecida se propuso, pero que aún no se han concretado. Sínodo significa caminar juntos, ¡pero todos! No sólo los obispos, sino los fieles y los pastores, todos juntos. Caminar para discernir, para comprender lo que Dios nos pide en este momento de la historia. Creo que el Sínodo sobre la sinodalidad dará lugar a una fuerte demanda en este sentido, es un imperativo que está tomando forma en este momento.

Este verano hemos visto la crisis migratoria en la frontera entre Colombia y Panamá y hemos sido testigos de otras situaciones dramáticas como la de Haití. Usted ha pedido repetidamente soluciones integrales para los migrantes, siguiendo la perspectiva indicada por Francisco: acoger, proteger, promover e integrar. ¿Dónde estamos ahora?

Creo que como Iglesia estamos respondiendo a la llamada del Papa a la solidaridad, a la participación, a la comunión, a la fraternidad, incluso a la amistad social. Las cifras son grandes: sólo en Perú, por ejemplo, hay un millón y medio de venezolanos, pero también muchos haitianos y personas de otros países. Ha habido grandes esfuerzos y también importantes reuniones entre nosotros, los obispos. Yo, por ejemplo, he estado como presidente del CELAM en la frontera entre Colombia y Venezuela. Todas estas reuniones no son suficientes, porque creo que el punto central, la verdadera cuestión es: ¿quién nos escucha, quién oye este grito?

La Iglesia escucha, pero no tiene poder coercitivo. Puede invocar, pedir. Pero son los gobernantes los que deben intervenir, pero no escuchan realmente este lamento humano. Un verdadero lamento humano. Todos somos emigrantes, ya sea porque hemos nacido en un lugar diferente al que vivimos o porque nuestras raíces están en otro lugar. Los que niegan su condición de inmigrantes se niegan a sí mismos, y hacerlo es un error. Los gobernantes, sin embargo, ven esto como un problema, hablan de invasión cuando en realidad no sólo somos todos migrantes, sino que todos estamos en tránsito en la vida misma.