A través de la historia no han faltado intelectuales convencidos de que lo más sabio es no ser creyente católico. En España, una corriente de pensamiento, el krausismo, defendió que únicamente la razón podía ser la guía de la vida, quedaba excluida la fe. Los intelectuales krausistas fundaron la Institución Libre de Enseñanza (ILE), a la que perteneció Manuel García Morente, y de la que fue una gran personalidad.
He estudiado detenidamente a este pensador en mi libro “Manuel García Morente. Vida y Pensamiento” -tesis doctoral- y, más sintéticamente, en la Biografía de García Morente de su libro “Idea de la Hispanidad”, y aún más brevemente en la parte conclusiva de un libro publicado en checo, y he analizado detenidamente el krausismo y la ILE en mi mejor libro, el sexto en que escribo sobre este filósofo, “García Morente: Secretos y Misterios”.
Este intelectual fue catedrático de Ética de la Universidad de Madrid, académico de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, el mejor discípulo de José Ortega y Gasset y, además, se le ha considerado uno de los principales filósofos españoles del siglo XX. En los últimos años de su vida recobró la fe que había perdido de muy joven.
García Morente creyó que el sabio únicamente podía guiarse por la razón y que todo lo que ocurría había de tener una causa puramente natural. Como resalté en mi libro “Manuel García Morente, el catedrático”, su ideología era un pensamiento sin Dios. También creía que la fe católica es irracional, puesto que introduce lo sobrenatural, que no es fruto de la razón. Tampoco podía aceptar que algo tan grande como Dios pudiese hacerse hombre, y niño e incluso morir en la cruz. Como ya dije en el Libro “El Hecho extraordinario”, de editorial “Bibliotheca Homo Legens”, en 1934 el leitmotiv de su filosofía era construir sin Dios tanto la sociedad como el saber. Este era su prejuicio, su error respecto a la religión, la soberbia de lo que él llamaba la razón.
Llegó un momento de su vida que se encontró con que le ocurrían cosas que parecían no tener explicación natural. También que parecía que había alguna cosa, cuya naturaleza desconocía, que estaba construyendo la vida que él estaba viviendo. Su profunda reflexión al respecto le llevó a darse cuenta de que, contra lo que había creído hasta entonces, existía una providencia divina. Esta conclusión es aún un fruto de la razón. Ante esta Providencia se planteó serias cuestiones, ya que no entendía algunas actuaciones de esta, y se sentía contrariado. Le habría gustado abrazar a la Providencia, pero creía que era imposible.
Encontrándose en esta situación tan compleja, la gracia divina hace que se de cuenta de que Cristo sabe muy bien lo que es el padecimiento y ha abrazado a toda la humanidad doliente. Una gracia muy grande hace que entienda que Cristo crucificado es Dios. Entonces, al catedrático y académico, antes increyente, caída la venda intelectual que tapaba sus ojos, se le desborda el corazón, ora y ama a Cristo y entrega su voluntad en las manos llagadas de Jesucristo. El famoso decano de la Facultad de Filosofía de la Universidad de Madrid ya está a los pies de Cristo crucificado. Advierte también entonces que Cristo con corazón humano que ama, Cristo crucificado, no es un absurdo, sino que es una maravilla. Y experimenta una gran alegría. Poco después tiene una experiencia mística, consistente en el goce de verse abrazado con mucho amor por Cristo. En correspondencia de amor, decide ser sacerdote.
Toda su vida la pasará ya subyugado por la vivencia de haberse sentido tan amado de Cristo. Tres años después fue ordenado sacerdote. Grandes obispos han manifestado que fue un sacerdote católico muy ejemplar y que amaba mucho a Cristo. Para su nueva andadura no podrá ya sino tomar un gran maestro, santo Tomás de Aquino, el pensador de la humildad de la verdad. García Morente llegó a ser un gran intelectual católico.
¿Qué ha ocurrido con García Morente? Toda la soberbia de lo que él había estimado como su razón, como si fuera algo de pura cera ha llegado a derretirse ante el fuego de amor de Cristo. A partir de esto andará en verdad y en amor. Cristo será su luz, su amor y su todo. ¡Esta es la prodigiosa aventura de don Manuel García Morente!
García Morente, con su vida y pensamiento, significa la superación de la ideología krausista y de la ILE. Es la superación de lo que en su tiempo en España había representado la supuesta alternativa intelectual más poderosa contra la religión católica. Superación que se realiza desde dentro. Esto es, uno que era de la ILE se ha dado cuenta de que la verdad no está en ésta sino en Cristo y que la fe es la verdad. También que fe y razón no se contradicen, sino que la fe está en armonía con la razón y es superior a ésta. Descubrió que lo más sabio es ser católico. Ha aprendido que la razón no puede ir más allá de la razón, sin dejar de ser razón, y, por tanto, la verdadera razón nunca puede negar la fe. Conocedor ahora de la grandeza de la fe, lloró mucho su tiempo de increencia.
Usualmente al fundador de la ILE que más se destaca es a Francisco Giner de los Ríos. Discípulo suyo fue Manuel Azaña, que fue Presidente del Gobierno español y Presidente de la laicista y masónica Segunda República Española en unos tiempos en que la Iglesia católica sufrió una fuerte acometida. Si alguien pudiera ser considerado el símbolo de esa república, ese es Azaña. Ahora bien, éste también se convirtió. Besó muy elocuentemente el crucifijo. Puso así al crucificado por encima de su orgullosa cabeza de intelectual que tanto había procurado la secularización de España.
Durante la persecución religiosa habida en España durante los años treinta hubo miles de mártires católicos. Los mártires fueron más fuertes que los verdugos, respondieron al odio con su amor y convirtieron a muchos de ellos.
Es esta una lección de la historia, protagonizada por los mismos que se posicionaron contra la Iglesia, y que puede sintetizarse así: Cristo vence, Cristo reina, Cristo impera. Actualmente sigue habiendo algunos que parecen tener una venda en los ojos que les impide ver esto que pasó, abocándose así a ser vencidos por Cristo.