16 abril, 2025

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Más que humanos

Vivo está: la resurrección que transforma al hombre

Más que humanos
Pexels . Alem Sánchez

Quinto, y último, día de las «Charlas cuaresmales» 2025, en la parroquia San Cosme y San Damián, de Burgos. Comenta los sucesos del Domingo de Resurrección: Resucitado al amanecer del primer día de la semana, (Jesús) se apareció primero a María Magdalena, de la que había echado siete demonios. Ella fue a anunciárselo a sus compañeros, que estaban de duelo y llorando. Ellos, al oírle decir que estaba vivo y que lo había visto, no la creyeron. Después se apareció en figura de otro a dos de ellos que iban caminando al campo. También ellos fueron a anunciarlo a los demás, pero no los creyeron. Por último, se apareció Jesús a los Once, cuando estaban a la mesa, y les echó en cara su incredulidad y dureza de corazón, porque no habían creído a los que lo habían visto resucitado. Y les dijo: «Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación» (Mc 16, 1-15).

Terminan las charlas cuaresmales, y la liturgia culmina su camino hacia lo alto con la celebración del Domingo de Resurrección. Es la última pieza del puzle pascual, el broche de oro que da sentido al Jueves Santo, al Viernes de la Cruz y al Sábado del Silencio. Pero este no es solo un final glorioso: es el principio de una vida nueva, de una forma inédita de ser humano inaugurada por Cristo.

Los relatos evangélicos nos muestran que Jesús resucitado se aparece a sus discípulos de manera real, corpórea, tangible, aunque con un tipo de vida distinta. No es un espíritu, ni una ilusión. Come, habla, se deja tocar. Pero ya no está sometido al tiempo ni al espacio. Su cuerpo glorioso no es como el de Lázaro o el hijo de la viuda de Naím, que volvieron a morir. Jesús ha vencido la muerte para siempre.

Este acontecimiento inaudito transforma radicalmente a los apóstoles. De hombres temerosos y escondidos, se convierten en testigos audaces de una verdad que les supera, pero que ya no pueden negar. Y lo que ven, lo que tocan, lo que escuchan, no es una idea ni una doctrina: es una Persona. Es Jesús, que vive, que actúa, que llama.

La resurrección inaugura una nueva era: la del cristianismo auténtico. No una religión sociológica o tradicional, sino una relación viva con Cristo. Como escribió Benedicto XVI: “No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona.”

Este encuentro personal con Cristo vivo, con su gracia que habita el alma, transforma todo: nuestra forma de ver, de vivir, de amar. Nos introduce en el dinamismo trinitario, nos convierte en hijos en el Hijo, en hombres nuevos. La gracia no es una energía para lograr más cosas, ni una varita mágica moral. Es la vida misma de Dios en nosotros.

Por eso el cristiano verdadero brilla. Irradia. Transforma su entorno. “La fe se transmite por envidia”, decía una periodista: cuando vemos a alguien lleno de Cristo, feliz, alegre, luminoso… deseamos lo mismo. El mundo necesita hoy más que nunca cristianos habitados, no por costumbre, sino por la gracia.

Y al final de este camino pascual, María. La Virgen Dolorosa se convierte en la Virgen Gloriosa. Ella, que mantuvo la esperanza en el Sábado Santo, ahora se convierte en Reina del Cielo. En Ella vemos la plenitud de lo que la gracia puede hacer en un ser humano.

Como decía San Josemaría: “Nada perfecciona tanto la personalidad como la correspondencia a la gracia. Procura imitar a la Virgen, y serás hombre o mujer de una pieza.”

Primer día: Pascua o Nada: El Corazón de la Fe Cristiana

Segundo día: Morir al Yo, Nacer al Amor

Tercer día: El Sacrificio Cristiano

Cuarto día: Esperanza Cristiana

Quinto día: Más que humanos

Luis Herrera Campo

Nací en Burgos, donde vivo. Soy sacerdote del Opus Dei.