El Papa Francisco ha recibido hoy, lunes 14 de febrero de 2022, a los obispos de Luxemburgo, el cardenal arzobispo Jean-Claude Hollerich, y a su obispo auxiliar, monseñor Leon Wagener.
De acuerdo a la Oficina de Prensa de la Santa Sede, el motivo de la reunión es la visita periódica ad limina de los obispos del país y, como es habitual, no se ha informado de los detalles de la misma por ser de carácter privado.
La web de la archidiócesis de Luxemburgo, por su parte, apunta que la visita ad limina de los obispos de esta circunscripción a Roma se encuentra en curso del 14 al 17 de febrero de 2022. El cardenal Hollerich, además de por Mons. Wagener, está acompañado por el vicario general Patrick Muller, el ecónomo general Marc Wagener y el administrador delegado Philip Mauel (Kierchefong).
Mons. Hollerich, sacerdote jesuita, fue nombrado arzobispo de Luxemburgo por Benedicto XVI en 2011; Francisco lo hizo cardenal en 2019. Ese mismo año, Mons. Wagener fue nombrado obispo auxiliar en Luxemburgo.
El cardenal Hollerich es además presidente de la Comisión Episcopal de la Unión Europea (COMECE) y es también el relator general del Sínodo sobre sinodalidad, en curso desde octubre de 2021 hasta el otoño de 2023. Por lo tanto, el purpurado presenta una tarea clave para la moderación y la preparación de los documentos de trabajo para la Asamblea de Obispos de octubre de 2023 en el Vaticano.
A partir de septiembre de 2021, los obispos han vuelto a llegar al Vaticano para sus visitas ad limina tras las restricciones de impuestas por la pandemia de la COVID-19. Así lo han hecho los obispos franceses, que tuvieron que interrumpirla en marzo de 2020 por la citada emergencia sanitaria, y los españoles. Por su parte, algunas conferencias episcopales, como la austriaca y la belga, han pospuesto sus visitas.
Visitas ad limina de los obispos
La visita ad limina tiene su origen en la peregrinación a las tumbas de los Apóstoles Pedro y Pablo en Roma, en latín Visitatio ad liminum Apostolorum, de donde surgió la abreviatura ad limina. De acuerdo con el Derecho Canónico católico, todo obispo diocesano está obligado a realizar la llamada visita ad limina al Vaticano cada 5 años.
Se trata principalmente de una peregrinación tradicional a las tumbas de los apóstoles san Pedro y san Pablo y el objetivo principal de este viaje es informar al Papa sobre la situación en la respectiva diócesis. También sirve para reforzar los vínculos con la Santa Sede, así como entre las diócesis vecinas y las provincias cercanas. De este modo, a lo largo de estos días, los prelados se reúnen con el Santo Padre y los responsables de los dicasterios y congregaciones.
Efectivamente, en el encuentro con el Pontífice se les consulta sobre lo que está sucediendo en sus diócesis y sus países, y también pueden formular preguntas sobre su situación y conocer las iniciativas que se están realizando en Roma y en el mundo para servir a la comunidad católica universal.