Descubre la historia del padre Danilo Juvenal Aranda, un sacerdote argentino de la diócesis de san Roque. Él es uno de los apenas treinta sacerdotes que hay para acompañar a los más de medio millón de católicos que viven en la región.
En las vastas llanuras del norte argentino, en la región de Chaco donde se encuentra la localidad de Presidencia san Roque, Danilo y sus hermanos fueron criados por su abuela. De ella, una mujer que rezaba mucho y pedía constantemente a Dios, recibió la fe. Al irse a estudiar a otro pueblo entró en contacto con la parroquia de san Antonio de Padua de Río Bermejito. Con la guía espiritual del sacerdote Ramón Roa, y acompañándole en su labor por la múltiples localidades rurales que atendía, se fue despertando el deseo de servir a la Iglesia.
En una experiencia pastoral, Aranda respondió a la llamada para ser sacerdote y decidió ingresar en el seminario interdiocesano. Su camino hacia el sacerdocio se forjó en la autenticidad de la fe vivida en la cotidianidad de su hogar, y se consolidó en la entrega a las comunidades rurales que ansiaban el sustento espiritual en medio de la vastedad de las llanuras argentinas.
«Mi abuela, con sus rezos constantes, iluminó el sendero de mi fe. En la pastoral juvenil descubrí el llamado a servir, especialmente en las localidades rurales. El sacerdocio dejó de ser solo un llamado; se convirtió en mi misión». Sacerdote Danilo Juvenal Aranda
Teología en las calles de la Ciudad Eterna
El camino al sacerdocio de Danilo Aranda le llevó a la Ciudad Eterna, Roma, donde la teología se respira en cada rincón. En el Colegio Internacional Sedes Sapientiae y en la Universidad Pontificia de la Santa Cruz, no solo adquirió conocimientos, sino que también vivió una fraternidad única con jóvenes con su misma vocación de todas partes del mundo.
La Teología se convirtió en algo más que un estudio académico; fue una experiencia que abrazó con toda su mente, corazón y alma. Estudiar en Roma le permitió conocer a los papas Benedicto XVI y Francisco que dejaron una huella imborrable en su camino.
La especial vida de la Ciudad Eterna se reflejó en cada clase en la universidad, en cada experiencia con compañeros que compartían las mismas inquietudes espirituales. La vitalidad de Roma no solo nutrió su formación académica, sino que también fortaleció su compromiso con la vocación sacerdotal a través de la formación humana y espiritual.
«Roma no solo me brindó conocimientos; me sumergí en la historia viva de la Iglesia. En esos días, experimenté la universalidad de nuestra fe. Dialogar con los papas no solo fue un honor, sino una lección viva de humildad y servicio». Sacerdote Danilo Juvenal Aranda
Memorias imperecederas de Roma
Entre los callejones empedrados con los sanpietrini y las majestuosas basílicas de Roma, don Danilo atesora recuerdos que le acompañarán toda la vida. El día de la elección del papa Francisco, por ejemplo. El 13 de marzo del 2013 estaba estudiando, repasando una materia, cuando comenzó a sonar el timbre, empezó a escuchar voces y a sentir mucho movimiento. Hasta que escuchó a alguien decir «habemus papam». Todos desde el colegio salieron corriendo hacia la plaza de san Pedro, aunque estuviera lloviendo, mientras oían el sonido de las campanas de las iglesias repicar anunciando la elección del papa Bergoglio.
«Cada adoquín de Roma tiene una historia. Recordar el día del Habemus Papam es revivir una epopeya de fe que marcó mi corazón. La lluvia no apagó la alegría; la hizo más intensa». Sacerdote Danilo Juvenal Aranda
De la ordenación a la pastoral parroquial
Desafiando pandemias y descubriendo la belleza en el servicio
La ordenación en 2015 marcó un nuevo capítulo en la vida del padre Danilo Juvenal Aranda. Desde el cargo de secretario episcopal hasta párroco de san Bernardo, su camino ha estado marcado por el servicio y el acompañamiento.
La pandemia, desafiante pero llena de oportunidades, le reveló la belleza del servicio pastoral. Acompañar a su comunidad en medio de la incertidumbre se convirtió en una expresión tangible de su compromiso y devoción. Cada etapa de su trayectoria le ha permitido descubrir nuevas dimensiones de su vocación de sacerdote, desde los roles administrativos hasta el servicio directo en la parroquia.
«La pandemia no fue solo un desafío; fue una oportunidad para descubrir la esencia misma del servicio, encontrar belleza en medio de la adversidad. Mi labor como sacerdote tomó un nuevo significado en esos días». Sacerdote Danilo Juvenal Aranda
Escuchar, acompañar y testimoniar: claves para conectar con los jóvenes
En un mundo donde los jóvenes se alejan de la Iglesia cada vez más, el padre Aranda aborda el desafío de acercarlos a Dios. Su experiencia en diversas parroquias y en la pastoral juvenil revela la importancia de la escucha activa.
La autenticidad y la cercanía son esenciales para conectar con la generación actual. Los jóvenes anhelan más que discursos; buscan un testimonio vivo de la fe, y don Danilo se esfuerza por ser esa presencia llena de esperanza y alegría. En cada comunidad donde ha servido, ha comprendido que la conexión genuina con los jóvenes se construye sobre la base de la autenticidad y la empatía.
«Los jóvenes buscan autenticidad y una fe encarnada. Necesitan testigos que reflejen la alegría y la esperanza que solo Dios puede ofrecer. La pastoral juvenil no es solo un deber, es un llamado apasionado». Sacerdote Danilo Juvenal Aranda
Fe, fraternidad y formación continua: pilares del sacerdote moderno
Ante los desafíos del siglo XXI, para don Danilo Aranda, es fundamental la confianza en Dios y la fraternidad entre sacerdotes. También la perseverancia en la oración y el servicio, un buen director espiritual y la formación continua. Son los pilares que sostienen la misión del sacerdote.
«La fe, la fraternidad y la formación continua son como las columnas que sostienen al sacerdote en tiempos turbulentos. Confiar en Dios y apoyarnos mutuamente son claves para el éxito. Además, la formación constante nos mantiene preparados para enfrentar los desafíos emergentes con sabiduría y discernimiento». Sacerdote Danilo Juvenal Aranda