Mientras los pastores Marta, Sara, Matías y Zabulón dormían al aire libre con sus ovejas, un resplandor divino los despertó. Los ángeles, con sus voces melodiosas, anunciaron: «No temáis. Mirad que os anunciamos una gran alegría, que lo será para todo el pueblo. Hoy os ha nacido un Salvador, que es el Cristo Señor, en la ciudad de David.» Los pastores, asombrados, no podían creer lo que estaban escuchando. Marta, la más valiente, exclamó: «¡Sara, despierta, despierta!» Sara, señalando al ángel, gritó: «¡¡¡ Mira!!!». Matías, confundido, preguntó: «Pero ¿a qué viene tanto alboroto?»
Zabulón, el pastorcillo tonto, se mostró especialmente curioso y valiente. Aunque al principio tuvo miedo, los ángeles lo tranquilizaron y le explicaron el significado de «buena voluntad». «Dios nos ha mandado que anunciemos el nacimiento del Mesías a los hombres de buena voluntad,» dijo Ángel 1. Rafael añadió: «A que parece sencillo? También nosotros pensamos eso al principio. Pero cuando nos reunimos para hacer la lista, la cosa empezó a complicarse. Tres veces tuvimos que dirigirnos a Yavé para preguntarle qué significaba exactamente ‘buena voluntad’…» Zabulón, intrigado, preguntó: «¿Y qué significa?»
Gabriel, con su sabiduría y paciencia, explicó a Zabulón el significado de «buena voluntad» usando una analogía con los pájaros. «Mira, Zabulón, tú te has fijado muchas veces en los pájaros, ¿verdad? Hay unos que se beben la leche de las cabras… Y sabes también que algunos vuelan siempre a ras del suelo, picoteando por todas partes, como los gorriones; otros se meten en los basureros o en los establos; algunos sólo están a gusto en lo alto de los árboles más chicos o en los tejados de las casas; pero hay también aves de altura, como las grandes águilas, que se elevan al cielo sin esfuerzo, llenas de majestad,» dijo Gabriel.
Ángel 1 continuó la explicación: «A los hombres les pasa algo parecido. Dios les ha creado para que vuelen muy alto…» Zabulón, emocionado, preguntó: «Entonces, ¿podemos volar?» Rafael respondió: «¡Claro! ¿No vuela la fantasía, la imaginación, el corazón, el deseo, la memoria…? El alma vuela, ¿me entiendes?» Zabulón, con lágrimas en los ojos, dijo: «Creo que sí, un poquito.» Rafael añadió: «Y, sin embargo, algunos se empeñan en revolotear entre los estercoleros o en las charcas más repugnantes. Otros utilizan sus alas, no para lograr una meta, sino para exhibirse en vuelos acrobáticos. Y son pocos los que quieren de verdad alcanzar al que está en lo más alto…»
Zabulón, con su inocencia y pureza de corazón, entendió el mensaje de los ángeles. «Pues entonces yo no soy como ellos. ¿Cómo podría ser sabio un tonto? Pero tú lo eres, porque siempre has tenido tu corazón con Yavé, y has soñado con conocerle y amarle. No te importe que tu ingenio sea pequeño, con tal de que alcance la Verdad. Además, Dios ha elegido a los necios para confundir a los sabios. Las aves que vuelan más alto no son las que más aletean, sino las que se dejan llevar por el viento desplegando sus alas sin tener miedo,» dijo Rafael. Zabulón, con una sonrisa, preguntó: «¿Y yo puedo ir a ver al Mesías, aunque sólo sea de lejos?» Miguel respondió: «Por supuesto, ven con nosotros, te llevaremos junto a Él. Además, estoy seguro de que te está esperando y le encantará escucharte.»
Artículo basado en el libro, El Belén que puso Dios