Tradicionalmente, cada año nuevo se tienen nuevos propósitos. Entre otras cosas para mantenerte enfocado en tus objetivos y metas, pero…¿entre esos planes pones a Dios en ello? Te traemos 12 propósitos para que recuerdes tener a Cristo en este año, un año para practicar la misericordia, y deseándote desde ya ¡un muy próspero año nuevo!.
Propósito 1.- Visitar más el Santísimo
El sacerdote, todos los domingos nos recuerda lo solitario que está el Santísimo durante toda la semana. Está ahí, esperándonos con los brazos abiertos, siempre ahí. ¿Qué te parece ir por lo menos 5 minutos después de salir del trabajo o de la escuela, tal vez? Verás cómo tu alma empieza a pedir más y más tiempo junto a Él.
Propósito 2.- Dar de comer al hambriento, de beber al sediento
Jesús bien nos lo dijo: “Tuve hambre y me dieron de comer; tuve sed y me dieron de beber; forastero y me recibieron en su casa; sin ropas y me vistieron; enfermo y me visitaron; en la cárcel y fueron a verme” (Mt. 25, 35-36). Si jamás lo has hecho, siempre es un buen momento para iniciar y no solo de pan, si no de la Palabra de Dios; siempre hay estómagos vacíos y gargantas secas.
Propósito 3.- Visitar al enfermo
Inmediatamente pensamos en alguien en un hospital, en alguien con una enfermedad terminal o tal vez en alguna persona de edad avanzada. Pero, ¿Cuántas veces tenemos a un enfermo que su enfermedad no lo deja salir de su casa? ¿Probablemente que se ha recluido en sí mismo y que simplemente se siente solo? Tal vez vive en tu propia casa y no me malinterpreten, no porque tengan cerca a algún enfermo van a dejar de visitar a los demás. Abramos los ojos y el corazón.
Propósito 4.- Pedir y aceptar el perdón
Hay pocas frases más trilladas que “perdono pero no olvido”. Si estuvieras del otro lado, tal vez no dirías lo mismo. Solo tal vez. Independientemente si crees que hiciste mal o si te hicieron mal, Dios nos invita a perdonarnos, bien lo dice en el Padre Nuestro. Recuerda que el perdón funciona en dos vías: debes perdonar y saber pedir perdón. Es tal vez una de las cosas más difíciles que se nos pide, pero por eso debe de ser un propósito de este año nuevo.
Propósito 5.- Saber escuchar. Saber hablar
Pensamos que lo sabemos todo, en eso estoy de acuerdo. Pero sabemos que no. En nuestra mente tal vez existen palabras que debemos de expresar…o no. Escuchar es un don que no todos tenemos el honor de tener y el tenerlo es de mucha ayuda. Habla, sí. Pero también escucha. Si es necesario, consuela y aconseja. Jamás le niegues el escuchar a alguien.
Propósito 6.- Enseñar
Ya se ha mencionado que creemos saberlo todo y no es así. Sin embargo, sabemos cuáles son nuestras fortalezas y podemos aprovecharlas para darlas a los demás (si aún no lo sabes, ¡no esperes e identifícalas!). Enseñemos al pequeño, al grande, al que cree que no lo necesita y al que cree que lo necesita urgentemente. Todo don debe ser puesto al servicio de Dios.
Propósito 7.- Compartir tu techo
Sé que es difícil y más en los tiempos en los que vivimos el compartir un techo con alguien que no conoces. Pero el dar posada va más allá de algo material. Es acoger con el corazón y por amor a esa persona. No importa si solamente estas con ellos unos cuantos minutos, el punto es acogerlos, rezar por ellos y en lo personal, añadiría que debiéramos de darles un regalo. Un regalo al Cristo que vino a pedir posada, que tocó a nuestra puerta y al irse, se lleve un recuerdo de que Cristo sigue viviendo en El y en nosotros.
Propósito 8.- Corregir en amor
“La paciencia todo lo alcanza” escribía una santa allá por el siglo XIV y sigue siendo vigente hasta el día de hoy. No es difícil corregir a una persona, sobre todo cuando esa persona nos ha colmado la paciencia y acaba de derramar la últimagota del tanque de 1000 lt. que tienes…el verdadero reto viene al corregirla con amor. El corregirla con amor, es recordar que tú también tienes defectos y que algún día tú también necesitaras de ser corregido. Es sufrir en Cristo los defectos de los demás, no porque seas superior, sino porque Dios nos ama a cada uno de nosotros con nuestros defectos y nuestras virtudes.
Propósito 9.- Asistir a los presos
Puede que muchos de nosotros jamás hayamos puesto un pie en una prisión, pero basta con los testimonios de los que si para saber el día a día de una y el no querer experimentarla. Sin embargo, algunos de ellos están ahí y solo están buscando un poco de redención. Dicen que a Dios le gusta tocar lo que no es para que sea y un preso es un ejemplo de ello. Visita o lleva la Palabra de Dios a una prisión. Si por una u otra razón no puedes hacerlo, el rezar por ellos siempre es una ayuda enorme y siempre es bienvenida.
Propósito 10.- Enterrar a los muertos
Existe una disciplina que estudia el fenómeno de la muerte, el cual es la tanatología. A grandes rasgos es la disciplina del “bien morir”. No se refiere a que la muerte es buena, si no se refiere a que busca la trascendencia y la plenitud del ser (Instituto Mexicano de Tanatología, A.C.). Algo por el cual la persona no puede irse en paz es por las preocupaciones que dejan aquí y una de ellas es el entierro. Más allá de lo monetario, lo espiritual y lo psicológico influye mucho en ello. Acompaña a los seres queridos en los duelos por el ser querido y apoya de la manera que creas más favorable, el entierro digno para el fallecido.
Propósito 11.- Viste al desnudo
Siendo fundamentalista, este propósito excluiría a cualquier persona que no estuviera desnudo. Pero ese no es el propósito de ello. El propósito es comprender las necesidades de los demás, especialmente las físicas, y mucho más en este tiempo de frio. ¿Realmente comprendemos lo que es tener una necesidad física y no saciarla? Hace un año, cerca de mi casa, estaba un indigente afuera de la tienda de la esquina y decidí regalarle un par de tenis que ya no utilizaba. Pensé que jamás lo volvería a ver, pero mi sorpresa fue que días después me identificó al pasar enseguida de él, dándome las gracias. Siguió utilizando esos mismos tenis mucho tiempo más y no solo en tiempo de frio.
Propósito 12.- Orar, rezar
El propósito por excelencia en este nuevo año que viene debe de ser este y no, amigo, no leíste todos los demás en vano. ¿De qué nos sirve hacer todo lo demás si no nos ponemos de rodillas o nos encerramos en nuestro cuarto para orar con el Creador? San Juan Pablo ll decía que la oración tiene la capacidad de volvernos a conducir a Dios; si aún no sabes cómo orar, este año puede ser un buen año para aprender. Aquí viene lo de siempre: ¿por qué orar? ¿Realmente me escucha? ¿Sobre qué debo de hablar? ¿No creerá Dios que es tonto?, etc. Y aquí viene la respuesta: no pierdas de vista que Dios, en su infinito amor e infinita gracia, él está esperando que hablemos con él, que oremos por nuestras necesidades, por la de los otros, por la de los vivos y la de los muertos. No importa si son 5 minutos o 120, si son 15 palabras o más de mil, siempre será oración…¡ora!