«Los jóvenes que entran en contacto con nuestra misión son capaces de salir de sí mismos para experimentar la alegría del don, dado y recibido»

Padre Domenico Soliman, Superior General de la Sociedad de San Pablo

En víspera de la fiesta del beato Santiago Alberione, fundador de la Familia Paulina, EXAUDI entrevistó en exclusiva desde Roma, al nuevo superior general de la Sociedad de San Pablo, padre Domenico Soliman.

¿Cómo valora su primer año como Superior General de la Sociedad de San Pablo?

Un año de viajes, reuniones, constataciones y planificación del futuro. Junto con los consejeros generales visitamos más de diez de nuestras circunscripciones repartidas por todo el mundo, una verdadera inmersión total en la misión paulina. Para mí fue una oportunidad de conocer y sobre todo escuchar, lo que viven mis hermanos, los desafíos que no faltan y su creatividad en nuestra misión. Pienso, por ejemplo, en las mil oportunidades que hay en la India y en las Filipinas, para nuestros jóvenes que están haciendo suyo el legado apostólico, especialmente en el contexto de la cultura digital, una realidad que nos interpela y pide dedicación, discernimiento y creatividad. . Para nosotros los Paulinos, es un lugar para habitar con profecía. Pienso también en el legado carismático que nos dejó el beato Santiago Alberione, nuestro fundador, en la centralidad de nuestra relación con Jesús Camino, Verdad y Vida de la que nació nuestro ser apóstoles como Pablo. En este cambio de época, es necesario hacer de la comunicación un estilo de vida bien integrado en nuestra vida personal y comunitaria.

¿Cómo aborda la cuestión de las vocaciones, pensando en la disminución de su número en los países occidentales y, a la vez, con un florecimiento de Asia y África?

El tema de las vocaciones no es sólo una cuestión de estrategia, de actividades para planificar… A veces se puede correr este riesgo. Como congregación vemos que en Asia y África, en las naciones donde estamos presentes, no faltan jóvenes y esto es un regalo. Hay una sensibilidad espiritual acentuada, una manera más genuina de vivir la fe. El contexto eclesial es ciertamente más fructífero. Este no es el caso en Europa; mientras que en el continente americano varía de nación a nación: pienso en la buena respuesta vocacional en Brasil, pero no solamente allí. El desafío, también para nosotros los paulinos, no es solo el de los números, sino la calidad del testimonio de nuestras comunidades. Es una cuestión de vida, de vida como comunión. La comunicación, si es genuina, conduce a la comunión y este es el contexto donde nace la vocación paulina. Por eso los jóvenes que entran en contacto con nuestra misión, quieren ver cómo la comunicación, hoy también digital, les ayuda a ser personas de comunión, capaces de salir de sí mismos para experimentar la alegría del don, dado y recibido, una alegría que llena de significado.

Como paulinos, lleváis con vosotros el deseo de “escuchar más y mejor” a las personas, creyentes y no creyentes. ¿Cuáles son los frutos esperados de este modo de vivir vuestra misión?


“Escuchar” es el primer paso de la comunicación. A menudo, es la preparación más difícil, el primer paso que uno olvida dar. Sin embargo, para nuestra misión es realmente necesario. Escuchar a nuestros interlocutores significa, por ejemplo, hacer de nuestras librerías un lugar de diálogo, de encuentro, donde la oportunidad de presentar un libro se convierta en la posibilidad de crecer en la “cultura del encuentro”. Pienso en nuestras ediciones, en los cohermanos que llevan adelante con creatividad una línea editorial en las revistas paulinas, o en aquellos que hoy están más implicados en lo digital, creando contenidos de vídeo y audio para las redes sociales. Siempre es necesario escuchar profundamente a nuestros interlocutores y a lo que enfrentan a nivel existencial. Pensemos en las familias o en los jóvenes: ¿Qué desafíos están viviendo? Pero no solo ellos. Hay tanta humanidad en la red digital y es importante “escucharla con el corazón” – como dice el Papa Francisco -con amor, porque solo así nuestra misión cobra consistencia, se convierte en un ser cercano a nosotros, es un tener en el corazón a nuestro interlocutor: la parábola del buen Samaritano (Lc 10,25-37) es una buena referencia. Los frutos que experimentamos son los jóvenes que frecuentan nuestros centros universitarios de formación en comunicación, o las numerosas iniciativas bíblicas vividas con creatividad, como el Festival Bíblico en Italia o el Bible Quiz en Filipinas. He aquí los frutos que nacen para y con el pueblo de Dios.

¿Por qué es tan difícil “caminar juntos” incluso en la Iglesia? ¿Será quizás un problema de comunicación?

Caminar juntos es difícil porque vivimos en un contexto cultural, especialmente en el mundo occidental, que pone al individuo en primer lugar. Y esto favorece una mentalidad cerrada en sí misma, donde cada uno se ocupa de sí mismo. Una sociedad de individuos así es pobre, estéril -incluso en términos de nacimientos- y concentrada en poseer y consumir. A veces hablamos de desarrollo social, que es importante en sí mismo, pero en realidad la palabra “desarrollo” se entiende sobre todo como desarrollo económico. De hecho, sin embargo, la pandemia y antes la crisis financiera que surgió en Estados Unidos en 2008 y se extendió por todo el mundo, ha criticado duramente precisamente esta falsa idea de desarrollo. Debemos redescubrir la persona en su identidad, como lo viene haciendo el Papa Francisco con su magisterio: pensemos en la encíclica «Fratelli tutti». Hablar de fraternidad significa pensar en nosotros mismos como personas en relación y por tanto en diálogo, personas que comparten y por tanto que caminan juntas. Necesitamos redescubrirnos como interdependientes unos de otros. La comunicación, en general, puede favorecer o no, este ser personas que caminan juntas. Me explico. Pensemos en los algoritmos que son tan importantes en la comunicación digital: suelen estar programados con el fin de recopilar información y procesar datos para monitorear el comportamiento de la sociedad. Nos tratan como consumidores y no como personas. ¿No es eso significativo? A menudo reúnen a grupos de personas únicamente por intereses comunes, excluyendo así a todos los demás. La comunicación en las redes sociales tiene un impacto significativo en la configuración de las relaciones. Así que aquí está la insistencia del Papa Francisco en que pensemos en nosotros mismos como una Iglesia sinodal que camina junta, que trabaja junta para anunciar el Evangelio de una manera creíble. La credibilidad está dada por la capacidad de ser personas de comunión con todos.

¿Cómo puede la Familia Paulina ser creativa hoy y dar continuidad a su carisma específico?

Lo primero que quiero subrayar es que somos Familia Paulina, una familia de vocaciones, donde también las familias forman parte. Este aspecto es importante porque hay un «principio generativo» dentro de nosotros, aspecto que surge precisamente de nuestra relación. Así actuó el Espíritu Santo en la vida del beato Santiago Alberione. Así surgieron diez realidades para la evangelización en todos los contextos de la vida, en particular en la cultura de la comunicación. La creatividad es necesaria para llegar a todos y a don Santiago Alberione le gustaba la palabra «todos», porque en ella veía el significado de la misión de Jesús y por tanto también la nuestra: cada persona, cada cultura, todos los pueblos pueden encontrar a Cristo y su Evangelio. La creatividad es fruto de un deseo movido por el Espíritu que es aquello de llegar a cada interlocutor, incluso en el contexto de nuevas realidades como la inteligencia artificial. Además, la creatividad nos ayuda a ser personas en salida y, por tanto, capaces de captar dónde se necesita realmente la alegría del Evangelio. Al encontrarme con nuestras comunidades esparcidas por el mundo, me doy cuenta de que tenemos muchas oportunidades para vivir nuestra misión, para dar sustancia a un apostolado verdaderamente actual. A menudo hablamos de las redes sociales, pero no olvidemos lo importantes que siguen siendo los libros, las revistas, la radio… La creatividad es necesaria en todos los ámbitos de la comunicación. Creatividad también en el contexto del apostolado bíblico. El año que viene, de hecho, celebraremos el centenario de la Sociedad Bíblica Católica Internacional, fundada por voluntad de nuestro Fundador y que sigue funcionando, especialmente en los países de habla hispana. Nos sentimos animados a continuar este apostolado con nuevas traducciones y ediciones, con iniciativas editoriales y de formación… Cuántas oportunidades, sobre todo gracias a una comunicación cada vez más inteligente, sin olvidar la importancia del encuentro presencial. Ante nosotros hay muchas posibilidades de «ser San Pablo vivo hoy», de ser «editores» paulinos, donde la palabra «editor» -recuperando la raíz latina del término- expresa el «dar, donar»; dar al mundo a Jesús, como hizo de María la primera «editora» del Hijo de Dios. Precisamente este ser «editores», como lo fue san Pablo, define nuestra identidad y motivará siempre nuestra vida.