Los abortos se reducen casi un 30% en Florida tras los cambios en su legislación

Aborto: “un delito de tercer grado”

Según datos de la Agencia para la Administración de Atención Médica (AHCA), los abortos en el Estado de Florida se redujeron en el año 2024 un 28%.

Mientras que, en 2024, 60.755 bebés no nacidos fueron eliminados, en el año 2023, los abortos alcanzaron la terrible cifra de 84.052.

Esta disminución se debe en principio al cambio que hubo el pasado mes de abril en las leyes relativas a la interrupción voluntaria del embarazo en este país, por el que se redujo el límite de las semanas permitidas para abortar de 15 a 6. De esta manera, Florida se ha convertido en uno de los países más restrictivos en lo que a las leyes del aborto se refiere.

Fue el gobernador Ron DeSantis, quien firmó esta ley, calificando el aborto como “un delito de tercer grado”.


El año pasado, 1 de cada 3 abortos en el sur de EE. UU. —y aproximadamente 1 de cada 12 en todo el país— se produjeron en Florida, según datos del Instituto Guttmacher, una organización de investigación y política centrada en la salud sexual y reproductiva que apoya el derecho al aborto. En 2023, se produjeron unos 7.000 abortos al mes en Florida, y más de 9.000 personas viajaron allí desde otros estados para abortar a lo largo del año.

El efecto que tienen las medidas legales liberalizadoras o restrictivas sobre determinadas conductas es bien conocido. La legalización de la eutanasia o la permisividad para el aborto provoca un incremento en sus prácticas, tanto por la facilidad de acceso a ellas como por el efecto “moralizante” sobre la conciencia de los ciudadanos que pueden confundir lo que es legal con lo que resulta lícito éticamente, circunstancias no siempre coincidentes.

En este caso, se observa el fenómeno contrario: un incremento en las restricciones para la práctica de abortos ha facilitado que más de 20.000 niños nazcan en Florida en 2024, respecto a los nacidos en 2023.

El ejercicio de la libertad individual debe restringirse cuando de sus consecuencias se derivan daños para terceros –aborto- o uno mismo –eutanasia-. El respeto a la vida humana justifica estas restricciones, que hacen posible que aquellos bebés que nacen gracias ellas puedan también ejercer sus derechos.