¿Qué es lo que nos hace humanos? El director estadounidense, Robert Zemeckis, responde en la película “Here” a esta interpelación antropológica desde un valioso tópico de la literatura y la filosofía: la vida como viaje de aprendizaje y la persona como “homo viator”, de paso por el mundo. Zemeckis muestra que el drama humano no es la muerte, sino cómo vivimos, apresurados, sin querer renunciar a nada y con la sensación constante de perdernos algo importante. La película ofrece algunas lecciones para no llegar al final de la vida preguntándonos ¿esto es todo?
La cotidianeidad de Richard (Tom Hanks) y Margaret (Robin Wright) es el hilo conductor de una historia que muestra al espectador que cada vida humana tiene un valor inconmensurable y aporta novedad al mundo. Pero, a la vez, el director de la película Here, Robert Zemeckis, advierte que este valor es la marca que nos asemeja e iguala, frente a la tentación de usarlo con un sesgo diferenciador que merma la humanidad. La lección magistral de fondo es que nadie es el centro del mundo ni hay vidas más importantes que otras por mucho que los efectos hipnóticos del determinismo social o económico alimenten la confusión, el narcisismo o la ilusión de permanencia. El mensaje resulta tan relevante como el modo elegido por el cineasta para transmitir su propuesta. Éste rescata de forma penetrante la antigua metáfora pagana y cristiana del viaje vital proveedor de experiencias a cada peregrino. El camino iniciático del Homo Viator, al igual que el de Ulises, “no hace otra cosa que devolver al Ser su humanidad”.[1] Lo mismo les sucede a los personajes de este film.
El paso del tiempo en la pareja de Richard y Margaret, desde la adolescencia hasta la vejez, ofrece un vasto repertorio de emociones que se entrelazan con los pesares y las alegrías de otras generaciones de la familia, como la de Al (Paul Bettany) y Rose (Kelly Reilly), padres del protagonista. En algunas ocasiones, el foco de interés se desliza hacia las vivencias íntimas de amigos y vecinos en la ficción, e incluso a algunos episodios vitales de personajes más efímeros que nos enseñan cómo los seres humanos luchamos de forma muy parecida para llevar nuestras vidas adelante y superar las dificultades que surgen en el camino.
El hogar común y el modo de vivir
Una parte importante del relato cinematográfico consiste en la superposición de secuencias cortas sobre el transcurso de la historia de la humanidad que ofrecen un fiel testimonio del valor de nuestra existencia como seres únicos, irremplazables, irrepetibles y vinculados unos con otros. En este contexto, Robert Zemeckis, alude de manera simbólica a la historia temprana de la Tierra, a los primeros seres vivos que la habitaron y a la huella de los sucesivos pobladores que han configurado el mundo y la vida humana tal como la conocemos. La selección de estos planos no es azarosa, sino que parece apuntar al propósito del director de recalcar la riqueza y la diversidad de la vida acogida por nuestro planeta, el hogar de la humanidad sobre el que ahora planea la sombra de extinción. El Papa Francisco comienza su Encíclica “Laudato Sí”[2], con el cántico de San Francisco de Asís que se refiere a la Tierra como una “hermana” con la cual compartimos la existencia y una “madre bella que nos acoge entre sus brazos”.
Zemeckis también hace hincapié en la brevedad de la vida humana en comparación con la historia de la humanidad. Aunque, el auténtico drama ante el que nos sitúa el cineasta no es sólo el paso del tiempo, sino cómo vivimos y cómo podemos reconciliarnos con las vidas que no hemos podido vivir. Los personajes de Here despliegan dinámicas fácilmente reconocibles para el espectador que si conecta con el film golpean el corazón. La melancolía por las vidas imaginadas o los sueños forzosamente aparcados para ganarse la vida proyectan una sombra de infortunio que impide la felicidad de los protagonistas. Margaret quería ser abogada cuando se quedó embarazada de su primera hija y Richard tuvo que renunciar a los estudios de Bellas Artes para ponerse a trabajar como comercial. La dificultad de acceder a una vivienda en propiedad obliga a la pareja a vivir con los padres de Richard y, en muchas ocasiones, esta circunstancia es motivo de conflicto en el matrimonio. En algunas escenas dedicadas al devenir de este matrimonio podemos encontrar puntos de contacto con la película ¡Qué bello es vivir! de Frank Capra, en cuanto a valorar la vida que tenemos, sin empañarla por lo que soñábamos que fuera.[3]
En definitiva, Here reivindica la vida humana en su sencillez y complejidad en tiempos en los que se trata de difuminar el valor de la persona, expuesta al error y a la vulnerabilidad, y se especula sobre la superioridad de la inteligencia artificial o se lanzan hipótesis en torno a si lo que se nos presenta como un ventajoso progreso podría llevar a la desaparición de la raza humana del planeta Tierra.
La película ayuda a apreciar el valor de la familia, el sentido del sacrificio por los demás —en vez de angustiarse por creer que nos estamos perdiendo cosas — y nos proporciona algunas lecciones para lidiar con la irreversibilidad del tiempo, los retos de la vida adulta y los interrogantes naturales de la existencia humana a los que, a veces, no resulta fácil dar una respuesta. Como afirma el escritor y filósofo León Tolstói. “tenemos la impresión de que la vida fue y será, pero la vida únicamente es (…) Si puedes elevar tu espíritu por encima del espacio y del tiempo, entonces te encontrarás en la eternidad”.[4]
Robert Zemeckis opta por una puesta en escena poco convencional que recuerda a las representaciones teatrales. En este sentido, a la originalidad de una narrativa que no discurre de manera lineal se une la novedad técnica de que la cámara no sigue el movimiento de los protagonistas yendo detrás de estos, sino que la acción se registra mediante un objetivo fijo. Ello explica que el espectador visibilice, la mayor parte del film, el comedor-salón de la casa por el que pasan una diversidad de familias de distintas generaciones. Este escenario en el que se desarrollan, precisamente, las escenas clave de la trama es una posibilidad artística que aprovecha el cineasta para subrayar lo común y lo diferente de cada vida humana.
Los principios antropológicos de la bioética
Julián Marías descubrió viendo películas la existencia de una “antropología cinematográfica” en la medida en que el buen cine contribuye a una mejor comprensión del ser humano y constituye de los mejores antídotos contra el utilitarismo y contra la tentación de resbalar por la vida humana con análisis simplistas o superficiales. Películas como Here corroboran las observaciones del filósofo sobre la capacidad del cinematógrafo para “establecer conexiones vitales, recordar lo más verdadero de la realidad de la persona, presentar la ilimitada diversidad de la vida y, a la vez, la necesidad de elegir entre las trayectorias abiertas”[5].
En el film de Robert Zemeckis podemos identificar principios antropológicos de la bioética que resultan esenciales para reconocer la intensidad ética con la que merece ser tratada la persona, distinguir modelos y encarnar valores universales que avivan anhelos de imitación realistas. La película conmina a reconocer la dignidad humana de cada uno de nuestros semejantes y la contingencia que puede afectarnos a todos, resignifica la ejemplaridad de vidas sencillas, combate la insensibilidad con ternura y proporciona instantes de bondad transformadora.
Amparo Aygües – Master Universitario en Bioética por la Universidad Católica de Valencia – Miembro del Observatorio de Bioética – Universidad Católica de Valencia
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[1] Holdërling, F. (1979). El archipiélago. Alianza, p.83. El poeta y filósofo alemán alude de esta forma a La Odisea, atribuida a Homero.
[2] Papa Francisco. Carta Encíclica “Laudato sí”. (24 de mayo de 2015). Reflexiona cobre la responsabilidad de los seres humanos con la Creación y los lazos que unen a todos los seres vivos. https://www.vatican.va/content/francesco/es/encyclicals/documents/papa-francesco_20150524_enciclica-laudato-si.html
[3] Peris-Cancio, J.A. (2019). La plenitud del personalismo filmico en la filmografía de Frank Capra (II). De Meet John Doe (1941) a It’s a Wonderful Life (1946). Cuadernos de Filosofía y Cine 04. Universidad Católica de Valencia.
[4] Tolstói, L. (2019). El camino de la vida. Acantilado, p. 417.
[5] Marías, J. (1992). La educación sentimental. Alianza, pp.211-220.