El rector de la Universidad Católica de Valencia (UCV), José Manuel Pagán, ha impartido la conferencia de clausura del XXXVII Curso de Pedagogía para Educadores “Renovación e innovación: la identidad de la universidad en el siglo XXI” de la Fundación Universitaria Española (FUE), donde ha reflexionado acerca de la naturaleza de la universidad, ha enmarcado su misión en el momento actual -incidiendo en la realidad que viven los jóvenes- y se ha referido a los profesores como “piedra angular de todo proyecto universitario donde, sin duda, nos jugamos el futuro de la universidad”. Una universidad «llamada a transformar la sociedad y no simplemente a adecuarnos, como dice el preámbulo de la LOSU”, ha expresado.
Pagán ha comenzado su intervención aclarando que la universidad “no es un conjunto de edificios, un catálogo ni un registro de títulos”, sino una institución con un propósito compartido de profesores y estudiantes donde lo fundamental es “la formación de personas, la forja de virtudes y la formación intelectual”. En definitiva, “un lugar donde florecer”: “Son el alumno y sus condiciones peculiares las que deben guiarnos en el arte de enseñar”, para lo cual es necesario “conocer bien a los estudiantes que tenemos en el aula” y “percibir lo que todavía no existe”. “Los profesores estamos llamados de ser magnánimos a la hora de pensar en nuestros estudiantes”, ha subrayado.
“Florecer significa alcanzar una vida grande, que supone ir más allá de la utilidad, del mercado laboral o de los deseos del joven”. Por ello «y aunque es cierto que la universidad no puede ser una torre de marfil, sino que debe dar respuesta a las necesidades de la sociedad, corremos el riesgo de identificar sociedad con mercado y necesidad con mano de obra cualificada. Tenemos que escapar de la instrumentalización de la educación universitaria”, ha afirmado el ponente, quien ha animado a apostar por una “educación liberal” como la concebía John Henry Newman y a buscar la excelencia, «entendida no como ser mejor que otros, sino como ser mejor que uno mismo, como alcanzar la cota de grandeza destinada a cada cual».
Formación: virtudes y vida intelectual
En el acto, celebrado en el salón de actos de la FUE en Madrid, el rector de la Universidad Católica de Valencia ha compartido su apuesta por la formación de personas dentro de esta idea de universidad, la cual se arraiga en la forja de virtudes frente a la simple formación en valores: “La educación de los jóvenes debe mirar, ante todo, al cultivo de virtudes intelectuales y éticas o morales. Virtudes intelectuales que responden a una pregunta teórica, ¿Qué me es bueno y necesario saber? Virtudes éticas o morales que responden a una pregunta práctica ¿qué me es oportuno y adecuado hacer?”. Asimismo, ha apelado a descubrir el “poder transformador” de la vida intelectual: “Es fundamental transmitir a los jóvenes los hábitos y pasiones de la reflexión tranquila, conscientes de que la actividad intelectual nutre una vida interior”, que “no vemos con claridad porque sentimos devoción por estilos de vida ricos en comodidad material y superioridad social”.
En este momento de la disertación, Pagán se ha apoyado en san Agustín, quien en sus Confesiones describe la evolución personal que vivió a través del estudio y su posterior conversión al cristianismo: “La disciplina filosófica le preparó para la gracia que libra de los engaños y compulsiones de una vida orientada hacia la riqueza, la comodidad y el estatus”. También ha aludido al santo de Hipona para ejemplificar la disyuntiva entre la “curiositas” y la “estudiositas” que padece hoy la universidad: “En el origen de esta crisis encontramos la acedia que santo Tomás identifica como tristeza del espíritu y que surge de la consideración de uno mismo como centro del mundo, de la negligencia ante la propia misión, de la renuncia al esfuerzo, de la falta de perseverancia”.
La amenaza de la Research university
En su ponencia, titulada “Repensar la universidad: tradición y perspectivas de futuro”, el rector José Manuel Pagán ha aludido igualmente a la “llamada inequívoca e irrenunciable a la investigación”, advirtiendo al mismo tiempo de la amenaza que supone la visión, cada vez más extendida, de la Research university, que supone la fragmentación de la universidad: “Nos podemos hacer la pregunta de si tenemos que elegir entre docencia e investigación en la universidad, y la respuesta es, rotundamente, no. El propio John Henry Newman fue un excelente investigador y, en la universidad que fundó en Dublín, procuró que se hiciera investigación desde el principio. Para Newman el centro de la vida universitaria se encuentra en la docencia, pero la investigación se concibe necesaria para el profesor”.
A continuación, ha hecho una breve revisión en la «ambigua» cultura actual, -que «hace convivir ilustración y romanticismo, dos movimientos antitéticos entre sí”-, para apuntalar los principales desafíos a los que se enfrenta: “La universidad está llamada a transformar la sociedad y, para transformar algo, previamente tenemos que conocerlo”. En este sentido, se ha referido a la exhortación apostólica Evangelii Gaudium, donde el papa Francisco alerta del “gran riesgo del mundo actual con su múltiple y abrumadora oferta de consumo, una tristeza individualista que brota del corazón cómodo y ávaro. De la búsqueda enfermiza de placeres superficiales. De la conciencia aislada. Cuando la vida interior se clausura en los propios intereses, ya no hay espacio para los demás. Ya no entran los pobres, ya no se escucha la voz de Dios, ya no se goza la dulce alegría de su amor, ya no palpita el entusiasmo por hacer el bien”.
Se puede ver la intervención completa en el siguiente enlace.