El Papa Francisco, fallecido el 21 de abril de 2025 a los 88 años, dejó una huella indeleble en la Iglesia Católica y en el mundo entero. Conocido por su cercanía, humildad y compromiso con los más necesitados, su partida ha conmovido a millones. En vida, Francisco expresó su deseo de ser sepultado en la Basílica de Santa María la Mayor en Roma, alejándose de la tradición que dicta que los papas sean enterrados en las grutas vaticanas. Esta decisión lo convierte en el primer pontífice en más de un siglo en elegir un lugar de descanso fuera del Vaticano.
La tumba, ubicada cerca del altar de San Francisco, en una capilla lateral entre la Capilla Paulina y la Capilla Sforza, ha sido construida con mármol proveniente de Liguria, la región italiana de donde eran originarios los abuelos del Papa. Sobre ella, se encuentra una inscripción en latín que reza «Franciscus», acompañada de una reproducción de su cruz pectoral.
Este gesto refleja la sencillez y el profundo sentido de pertenencia del Papa Francisco hacia su familia y sus raíces italianas. Su elección de Santa María la Mayor también tiene un significado personal, ya que era un lugar que visitaba con frecuencia y en el que sentía una conexión especial. En su última voluntad, pidió que su funeral fuera sencillo, sin los rituales pomposos que suelen acompañar a los papas, y que su tumba fuera modesta, sin las tradicionales tres cajas funerarias. Optó por una caja de madera recubierta de zinc, siguiendo su deseo de simplicidad.
El funeral del Papa Francisco se llevará a cabo el sábado 26 de abril en la Plaza de San Pedro, con la participación de dignatarios de todo el mundo. Tras la ceremonia, su cuerpo será trasladado a la Basílica de Santa María la Mayor, donde descansará en paz, en un acto que simboliza su vida dedicada a la humildad y al servicio de los demás.
La elección de su lugar de descanso final es un testimonio más de su legado: un Papa cercano, accesible y profundamente humano, que siempre buscó estar cerca de su pueblo y vivir conforme a sus principios de sencillez y compasión.
El viernes 25 de abril, a las 20:00 horas, el cardenal Camarlengo presidirá el rito del cierre del féretro del Papa Francisco en la Basílica de San Pedro. Al día siguiente, sábado 26 de abril, al finalizar la Misa exequial, el féretro será trasladado a la Basílica Papal de Santa María la Mayor para su sepultura.

El anuncio del cardenal Makrickas, arcipreste coadjutor de la basílica liberiana, conmovió profundamente a la comunidad de Cogorno, un pequeño pueblo costero, donde se encuentran las raíces de la familia de Francisco. En este pueblo, se extrae la pizarra, una piedra «del pueblo», cálida y versátil, capaz de armonizar con cualquier material, a menudo utilizada para trazar caminos: un símbolo que parece reflejar los rasgos de su pontificado.
La pizarra de Lavagna, originaria de las canteras situadas en el golfo de Tigullio, en la Liguria oriental, es dura y resistente, pero se adapta fácilmente bajo las manos expertas de los «spacchini». Esta piedra, negra como la tinta de los recuerdos, encarna la esencia del alma ligur: angulosa por fuera, pero propensa a ceder a la emoción. Así, la tumba del Papa Francisco ha sido realizada con materiales de Liguria, con la inscripción «Franciscus» y la reproducción de su cruz pectoral. Esta tumba se encuentra cerca del Altar de San Francisco, en un nicho situado entre la Capilla Paulina y la Capilla Sforza de la basílica liberiana.
Este último deseo del Papa Francisco refleja sus profundas raíces familiares en Liguria, su tierra natal. Como él mismo expresó, quería descansar en una tumba hecha de la piedra de Liguria, la tierra de sus abuelos. Los lazos con esta región habían estado ocultos durante mucho tiempo, pero cuando el vínculo fue revelado, sorprendió y emocionó a quienes lo conocían. «Nos hizo un gran regalo. Una última sorpresa», expresó Cristina Cogorno, quien relató cómo la familia del Papa había descubierto el origen liguriano del Pontífice gracias a un árbol genealógico enviado desde Buenos Aires.
La pizarra, como piedra del pueblo, tiene una significación especial para el Papa Francisco. No es una piedra noble, sino humilde y resistente, capaz de adaptarse a todo y, al mismo tiempo, de dar calor. Como el Pontífice, quien siempre estuvo cerca de los más necesitados, la pizarra no se impone, sino que acompaña, ofreciendo una presencia reconfortante, cálida, como la ternura con la que Francisco guió al mundo. Así, la tierra de sus abuelos, convertida en piedra, será el último descanso de un Papa que, al igual que esa piedra, siempre fue un puente entre la gente y el amor de Dios.
