Entrevista a Monseñor Alfons Gea, licenciado en psicopedagogia terapeuta humanista. Experto en atención al duelo. Experto en Pastoral de la Salud, responde a las preguntas que los alumnos de final de máster le hacen para el trabajo de elaborar una aplicación que ayude a los mayores que viven en soledad no deseada.
¿Cuáles son las principales causas de la soledad en personas mayores de 65 años, específicamente después de la jubilación o el síndrome del nido vacío?
Bueno, tú acabas de definir la pregunta muy bien. Hay unos hechos que afectan a la identidad. Es decir, una persona cuando se define dice: “yo soy mecánico”, “yo soy médico”, “yo soy enfermera” etc., y cuando se jubila no es ya nada de eso. Y cuando los hijos se van de casa, sigues siendo padre pero sientes que pierdes un poco tu identidad. Estos dos aspectos, tanto el profesional como el familiar, dan identidad.
¿Qué quiere decir eso? Pues que al desaparecer esos puntos tan fuertes que te dan esa identidad, desaparece parte de tu persona. Y entonces tienes que reinventarte. Reinventar supone, en primer lugar, plantearse quién soy yo. Preguntarte ¿Quién soy yo?
Por ejemplo, muchos divorcios se producen cuando los hijos se van de casa. Esto no se produce porque haya un nuevo ambiente en casa, sino porque los padres no se plantean hasta ese momento qué hago yo en un sitio como este. En el aspecto laboral pasa lo mismo, aunque hay múltiples diferencias entre hombres y mujeres ¿Por qué? Pues porque muchas veces la mujer acostumbraba a no jubilarse nunca, en el sentido de que siempre era la responsable del funcionamiento del hogar. Y el hombre en cambio colaboraba, pero no tenía la profesión de amo de casa que podría tener la mujer. Esto suena un poco machista, pero es una realidad.
También va a depender mucho de las aficiones o hobbies que se tuvieran antes de jubilarse. Hay gente que los potencia y al final la jubilación se convierte en un plus de tiempo. Pero cuando no hay esos hobbies y tampoco hay mucha vida social, por ejemplo, cuando solo vivías para el trabajo y el trabajo lo absorbía todo, cuando esa persona se jubila es como si le quitaras la identidad, se queda descolocada, perdida y necesita reinventarse.
Claro, y ¿Cómo crees que afecta la soledad prolongada a la salud mental y emocional de los adultos mayores?
Mira, la soledad prolongada afecta a la salud física (dolor de cabeza, mareos, estreñimiento) y nadie se imagina lo terapéutico que es una buena conversación y una buena salida. De hecho, hay personas que cuando reciben la noticia de que se van a quedar solos unos días, se ponen enfermas, es decir, les afecta a la salud física, lo somatizan. No digamos ya la salud psíquica emocional, que viene a ser lo mismo. Si hablamos de dos palabras que lo engloban todo, que son ansiedad y depresión, podemos comprobar cómo esa misma persona con esos síntomas en un ambiente diferente no los tiene. La prueba la tienes en que hay personas que están todo el día enfermas físicamente, con síntomas claros y definidos. Y también hay personas que se van de excursión o tienen que hacer o recibir una visita y se le pasan todos los males. Por ejemplo, hay gente que tiene mucha ansiedad y cuando se le facilita la oportunidad de ir a pasar una temporada al pueblo donde nacieron, donde tiene a sus familiares directos, hermanos, hermanas o sobrinos, durante esa temporada que pasa en aquel pueblo la persona cambia totalmente a nivel de síntomas. Es más, hay personas que haciendo eso han podido dejar la medicación.
¿Por qué? Porque pasan de estar solos a estar en un lugar donde entran y salen y están en contacto con gente cada día.
Por lo tanto, la soledad, en el sentido de aislamiento, en el que sientes que no eres nadie para nadie, ese sentido de volverte invisible para el mundo es morirse. De hecho hay expresiones que están en el lenguaje se dan, como el famoso “morirse de pena”.
¿Y cuáles creen que son las estrategias más efectivas que los psicólogos recomendáis para mitigar esta soledad?
Todas las que vayan enfocadas a crear lazos de relación y vayan a romper el aislamiento. Todas las que vayan enfocadas a mostrarte útil para los demás, desarrollando así el sentido de pertenencia. Por ejemplo, quién soy yo para quién. Cuando tú no eres nadie para nadie, aun teniendo familia, porque la familia va a su aire, te sientes un poco inútil. También es importante la relación con los demás, aquí entramos en un terreno complicado porque esa relación para ir bien también tendría que ser de calidad. Hay personas, por ejemplo, que llevaban varios días muertas en casa y que tenían, a través de las redes sociales, 5.000 amigos. ¿eso que nos está diciendo? que estamos hiper comunicados y a la vez hiper aislados, entonces las relaciones tienen que ser de calidad. Recibir por la mañana 20.000 mensajes o 10 imágenes de que el mundo es maravilloso y que solo depende de ti, pues a lo mejor te hace sentir hasta peor ¿Por qué? Porque si tú estás mal y te están diciendo que depende de ti, lo que están haciendo es hacerte sentirte culpable por sentirte mal y además esos mensajes siguen siendo fríos porque detrás de ellos solo hay el haber picado un botón y enviarlo.
Diferente es esa llamada personal, ese contacto más personal, aunque sea por las redes sociales, pero claro, si hablamos de vínculo, el vínculo es una cuerda que se ata de extremo a extremo. Pero claro, eso que nos une, esa vinculación no puede estar atada a mí y el otro extremo estar pululando por ahí porque no sé quién es. Cuando yo sé quién es el otro extremo y que me está observando o me está atendiendo, entonces aquí sí que hay vínculo, pero si no, el vínculo no existe, o se convierte en algo tan etéreo que no tiene consistencia.
Entonces, las estrategias que aconsejamos o que debíamos de trabajar es todo lo que facilite, posibilite esa relación con los demás. Aunque esos demás sean unos verdaderos extraños para la mayoría de la gente, da igual, aquí estamos en un terreno en que hay que diferenciar la familia de sangre que está ahí y que va a responder seguramente, con los otros que no son familia de sangre, pero que en aquel momento están sufriendo las relaciones que uno necesita. Entonces todo lo que sea relacional, fantástico, pero relacional personal, no impersonal. La relación que es impersonal se convierte en algo superficial, está bien pero la soledad se puede experimentar no a nivel de interno sino a nivel externo.
Y en relación con esto, ¿Qué tipo de interacción social tiene un mayor impacto positivo en el bienestar de estas personas?
Bueno, la interacción es la que sea posible, volviendo a lo de antes, a lo mejor una reunión familiar es imposible de organizar y quizás proponer una excursión en la que vas a tal sitio donde vas a ver unas cosas y vas a compartir el viaje y el trayecto con otras personas es más posible, todo lo que pueda ser realmente factible.
O sea, a la hora de diseñar o pensar en cosas, debemos pensar en cosas que sean verdaderamente factibles. Entonces, algunos planes de estos, como por ejemplo, una empresa que organiza viajes o meriendas o lo que sea. Todo lo que sea posible. Evidentemente, aquí en las diferencias de base de cada individuo.
En cuanto a la jubilación, claro, si estamos hablando de una persona que es un profesional que se ha dedicado a terapia, o un profesional médico, y la jubilación la convierte en otra manera de vivir su profesión, por ejemplo, la persona participa de eventos que antes no podía participar y ahora puede porque tiene más tiempo. Viviendo un mundo más allá de los directamente profesional y mercantilista podríamos decir y que se desarrolla porque tiene unas capacidades, unas cualidades y unos intereses aun. Aquí nuevamente hay cosas que se van a compartir a nivel generacional, como es el desfase generacional, seas una persona formada o no, lo va a haber, depende mucho también de las posibilidades personales que tenga. Es aquello que dicen que el dinero no da la felicidad, pero ayuda, ¿no? Podemos decir que, por ejemplo, la cultura no da la felicidad, pero ayuda ¿no?
Y relacionado con este aspecto, ¿Cómo cree que evolucionan las necesidades sociales de estas personas mayores en comparación con otras etapas de su vida?
Pues evolucionan a nivel meteórico, las necesidades y las posibilidades, porque antiguamente el problema de la soledad no era como ahora. Ahora es incluso una soledad acompañada, porque es muy diferente de como las personas mayores ahora recuerdan su niñez. En su niñez sí que los abuelos se aislaban entre comillas, porque eran de otra generación, pero las necesidades que podían tener los abuelos se las suplían. Una de ellas era la alimentación, la del bienestar, el abuelo estaba protegido, estaba tranquilo ¿no? Y era capaz de afrontar etapas o momentos de soledad a lo largo del día, sabiendo que le cuidaban, que estaban por él… Hoy en día, ese núcleo familiar amplio en el que se pueden juntar tres generaciones, hoy en día es más raro, más escaso. Es más difícil que en una casa se junten tres generaciones. Ahora dos y da gracias, entonces eso es un cambio grande. Antes era como una carrera de relevos en que vas pasando el testigo, donde vas pasando el testigo, pero ahora esa cadena se rompe muchas veces. Una cosa absurda, incluso macabra si quieres, es que se está perdiendo el ir a los cementerios. Las personas tienden a incinerar los restos de sus antepasados y ponerlos en cualquier sitio y olvidarse de la historia de esos muertos. Antes la gente decía, este es nuestro nicho familiar con orgullo, había una referencia de identidad con esos muertos. Ahora esto se está perdiendo, ves los cementerios enormes y ves que hay nichos vacíos porque se ha roto con ese pasado. Por ejemplo, yo ahora veo muchos ancianos y ancianas que dicen “voy a incinerar los restos de mi familia porque cuando yo me muera no quiero que me entierren porque no va a ir nadie al cementerio”. Entonces la soledad muchas veces no es física, sino es una soledad existencial.
Antes, por ejemplo, un tema del que se hablaba mucho cuando era pequeño entre la gente mayor, eran los muertos, los entierros… Y decían, ¡ay, qué entierro tan bonito! Y la gente decía: “pues yo cuando me entierren quiero una cosa así”. Hablaban con naturaleza de la muerte y el entierro, porque era algo que en lo que se continuaba por generación. Ahora dicen, es al contrario, la gente dice: “vamos a vaciar el nicho porque cuando voy al cementerio voy solo o sola y el resto de la familia ya no van, y cuando yo me muera no van a ir a verme. Para que no vaya nadie, prefiero que me incineren”. Esto define este cambio de paradigma que aumenta la soledad, no ya la soledad física, de la que hemos hablado antes, sino la soledad existencial “dónde va a quedar mi memoria, mi legado”. He oído mucho entre las personas mayores la frase “yo sé que aquí en mi casa tengo muchos recuerdos, pero sé que cuando me muera todo lo van a tirar a la basura”.
Antes se dejaba la finca, se dejaba la explotación agraria, se dejaba la fábrica… Ahora es al revés, la gente piensa en deshacerse de todo lo que tiene porque cuando se mueran piensan que no se lo va a quedar nadie cercano a ellos.
Por ejemplo, ¿Ves aquella fotografía? Es de un niño de primera comunión. Bueno, eso me ha llegado a mí porque yo, en subastas compro artículos, sobre todo de arte. Este me costó seis euros, lo compré por el marco en principio, pero después cuando vi la foto (es una foto que está trabajada con una técnica mixta entre fotografía y pintura) pensaba: “este seguro será el abuelo de alguien”. Y antes no era así, antes se le daba todo a la siguiente generación.
Eso sí que ha cambiado mucho. Ha cambiado incluso la necesidad de dejar huella. Antes era natural, hace años dejabas una huella natural en tu familia, en una casa, en un pueblo… Ahora, ni casa, ni pueblo, ni nada, todo eso va a desaparecer. A mí no me han venido a traer cosas que dicen: “mire, le dejo esto porque sé que cuando me muera esto lo van a tirar”. Se ha perdido la conexión con la historia. Esto produce que “yo no soy nadie para nadie, que cuando yo me vaya todo se acaba”.
Incluso esa soledad es aislamiento. Imagínate que tú tienes un montón de historias para contar y que nadie las quiere escuchar, que de los que nadie las quiere escuchar, algunos pueden ser tu misma familia, porque cada objeto es una historia. Hay cuadros, por ejemplo, pinturas…
Ahora, no como profesional de la psicología, sino como coleccionista, me beneficio de este mercado de obras de arte. Hay obras antiguas que están vendiendo por muy poco dinero. Por ejemplo, esta piedra mineral de cuarzo que ves aquí, me costó 50 euros con marco y todo y es un óleo de mucha calidad. Y eso sucede porque no se valoran ya estas cosas. Eso quiere decir que tu historia no se prolongará o se cortará en breve. Desde la fe podemos decir, yo creo en la vida eterna y, por ejemplo, el pueblo judío, tenía la idea de que se prolongarse en su descendencia era bueno. El no tener hijos se veía como una maldición, porque consideraban que en los hijos depositaban lo que eran.
Y el hecho de ver que tu memoria no continua, aumenta esa soledad. Porque lo que mata la soledad es el vínculo, el vínculo es lo contrario a la soledad, el sentirse alguien para alguien.
¿El sentirse valorado no?
Valorado, por ejemplo, claro que sí. Pero para sentirse valorado se necesita no sentirse ignorado. Entonces, las personas no se ignoran formalmente, pero a la práctica sí. Una de las cosas que se está haciendo es que las personas mayores expliquen historias a los niños. El hecho de explicar historias a los niños hace que puedan prolongar su legado. Y está bien, se hace en algunos sitios y está muy bien pero sería bueno que los jóvenes supieran muchas cosas de sus abuelos y su historia.
¿Y cuáles crees que son las principales barreras psicológicas que dificultan la socialización en esta etapa de la vida, de la vejez?
Pues mira una de ellas, y aquí podemos hacer una diferencia entre lo que es un entorno pequeño o un entorno grande de ciudad. Las principales barreras que la dificultan son las que nosotros ponemos para relacionarnos con los demás. Aquí, por ejemplo, si nos saludamos, porque aquí si nos conocemos, vamos por la calle y nos saludamos, pues como mucho nos miramos y hacemos un gesto con la cabeza o nos decimos hola o adiós. En otros sitios, en gente que proviene de otras latitudes, si te cruzas con alguien con quién te conoces, no le saludas con un gesto o una palabra, sino que le haces una pregunta (cómo está, cómo te va). Entras en relación con la otra persona. Es como en los pueblos, por lo menos antes, la gente se paraba en la calle a hablar. Por eso, las principales barreras son las que nos hemos autoimpuesto en cuanto a que “tu mundo es tu mundo y a mí no me interesa” y “mi mundo es mi mundo y tampoco me voy a abrir”.
Las personas protegemos mucho nuestra intimidad, quizás nos protegemos tanto que no nos relacionamos, porque relacionarse es un riesgo, entonces la manera de protegernos es no relacionarnos y a veces cuando uno se hace mayor va adquiriendo más miedos, más sospechas y entonces se aísla más para que no le machaquen, ¿no?
Sobre todo son barreras psicológicas e invisibles. Se practica mucho el mutismo electivo, es decir, el “no hablo porque a quién le voy a decir las cosas”. Yo me he dedicado muchos años a la terapia y te puedo decir que era muy importante proporcionar el ambiente suficiente para que aquella persona se expresara con libertad y sin prisas, sin miedo a ser juzgada. Entonces aquellas personas iban fluyendo, hasta que salía a veces la porquería más grande que a lo mejor la habían tenido acumulada durante años. Te hablo de violaciones, te hablo de maltrato, etc.
A una persona que estaba en tratamiento psiquiátrico desde hace más de 20 años me acuerdo que le dije: “y esto no se lo has explicado a tu psiquiatra?”, y me contestó: “es que él nunca me lo ha preguntado”. Claro, no te lo pregunta porque tú no lo dices. En realidad yo es que hiciera algo especial, sino simplemente la dejaba fluir. Eran preguntas que indicaban que yo estaba atento a lo que me estaba diciendo y que no quería adentrarme en algo sin que ella quisiera. Y después yo hablé con los psiquiatras y me contestaron: “Bueno es que nosotros no tenemos tanto tiempo como tú” y yo pensé: “Bueno pues a lo mejor yo voy a solucionar el problema bastante más rápido que vosotros que lleváis 20 años sin solucionarlo”. Porque al final el tiempo es el mismo, pero lo que pasa es que uno consigues unas cosas y con los otros no.
Y, en cuanto al uso de la tecnología, ¿Cómo crees que perciben las personas mayores la tecnología en general?
Yo diría que hay dos bandos, hay los que se aficionan y llegan a saber más que los adolescentes y los que no quieren saber nada. Aquí no hay término medio. Hay los que están con todos los artilugios y los que para ellos no existe el teléfono para llamar. Dicho esto, los que evidentemente acceden a ello, pues tienen sus ventajas e inconvenientes. Los que acceden a ello, acceden a grupos de amigos, acceden también a eventos, y para ellos es como para los jóvenes, la tecnología es un apéndice sin el cual no sabrían vivir ya, ¿no? Porque todo se maneja por internet y realmente la tecnología es una ayuda porque les permite estar conectados de muchas maneras, incluso con la familia, las videollamadas, etc. Y eso para ellos es una ventaja. Los que no, evidentemente potencian otras habilidades.
¿Habilidades como cuáles?
Como la lectura de libros, leen más, por ejemplo, y salen más de casa. Yo conozco a muchas personas que de tecnología nada de nada, pero están todo el día en la calle haciendo visitas y todo eso.
¿Por qué?
Pues porque por teléfono sí que hablan, porque también el teléfono es una tecnología, pero no suplen el tiempo que otros pueden suplir en la tecnología. Les gusta también ver según qué cosas por el móvil pero, digámoslo así “potencian mucho más el zapato” de caminar, mientras que la tecnología en muchos casos se convierte en una causa de soledad pero al solucionarlo un poco o bastante pues hace que el aislamiento formal a lo mejor exista, ¿no? Evidentemente que también hay personas que lo combinan todo, porque saben combinarlo todo y pueden, pero bueno, hay otras que no. Yo diría que la tecnología es un apéndice más, una cosa más como tantas. Como puede ser la jardinería o la gastronomía. Aun así, todas estas actividades juntas ayudarían a suplir esta soledad.
¿Y hasta qué punto estas interacciones digitales pueden sustituir o complementar el contacto presencial para reducir esta soledad?
Bueno, suplir nunca, más bien complementar. Siempre y cuando esa relación social vaya enfocada a conseguir una relación real. Aunque sea un encuentro anual donde nos vayamos a ver, a compartir y a celebrar. Pero si las interacciones virtuales no se concretan en algo concreto, se convierten en una especie de comida sin proteínas, que comemos pero no nos alimentamos. Pero siempre y cuando la relación virtual sea algo concreto que se vaya desarrollando en la vida real, es decir, que tenga un objetivo de potenciar esta interacción presencial, hablando y reconociéndonos mutuamente. Si por el contrario, solo soy un amigo virtual, como la inteligencia artificial, que a la hora de la verdad no te va a solucionar absolutamente nada. Eso es un engaño, eso ya no es un vínculo propiamente, porque en ese caso la relación no es beneficiosa, pues cuando sucede algún acontecimiento adverso, la persona experimenta una soledad radical.
En cuanto a las estrategias para combatir la soledad, ¿Qué impacto crees que tienen los grupos de apoyo, asociaciones o actividades comunitarias, como por ejemplo talleres, en la reducción de esta soledad?
Actualmente mucha importancia, de tal manera que son buenos y necesarios, pero indirectamente están indicando el fallo social. Porque cuando para tener amigos o relacionarnos necesitamos que alguien nos organice la vida y un grupo, quiere decir que la sociedad no sirve. La sociedad hemos delegado, nos hemos desresponsabilizado o nos hemos aislado y parece que tiene que venir alguien a solucionarlo. Pero evidentemente, importancia tiene muchísima, de tal manera que hoy en día nuestra sociedad no se concibe sin estos grupos.
Aunque yo les veo varios inconvenientes. Uno de ellos es el gueto, es decir, son grupos afines en los cuales, al hacer grupos, las personas se identifican en unas características específicas. Entonces lo que más les va a dar identidad va a ser el grupo. Y el resto de cosas de su vida quedan muy difuminadas, no son tan importantes, siendo eso en lo que la persona se va a definir. Estoy exagerando, pero es para transmitirte cómo la sociedad ha dejado en manos de los profesionales el que la gente se relacione. Aquí juegan mucha importancia los medios de comunicación, las aplicaciones y los grupos de redes sociales. Y esto va bien, porque rompe el aislamiento, pero genera gueto. Esto es un inconveniente.
El otro inconveniente es que, a lo mejor, lo que yo tengo que me preocupa, que me angustia, si no es exhibible, no lo exhibo. Al final acabamos mostrando nuestra cara amable, aunque escondamos nuestra cara dolorosa. Y esto lo hacemos para adaptarnos, no hacernos protagonistas y sentirnos aceptados, porque no queremos sentirnos excluidos.
Imagínate que cuando hablamos de soledad la soledad la sientes en el grupo, esta soledad todavía puede ser mayor, ¿no? Es decir, tú vas al grupo y después sales y te vas con tu problema que no has explicado y que en el fondo nadie sabe. Ante muchos silencios puedes decir muchas cosas.
¿Y qué papel juegan los profesionales de la salud mental en el diseño de estrategias de intervención contra la soledad?
Cada persona es un mundo y es un arte. Yo no me voy a referiría a la intervención, sino a la conversación, donde la otra persona habla de todo lo que necesita. Un psiquiatra que se llamaba Paul Tornier decía que “la esencia de toda psicoterapia es poder explicar las cosas igual que un niño pequeño se las explicaría su mamá”., Hacer que la persona se sienta mirada y se sienta capaz, libre de poder hablar de muchas cosas y ser capaz de llegar ahí.
Imagínate que tú tienes que llegar al fondo de una mina en una montaña que hay oro. Tú sabes que hay oro pero no sabes cómo llegar a donde está, entonces todas las estrategias que te ayuden a llegar a donde están son válidas.
-la tortura no claro jajaja. Una buena estrategia es que la persona no se sienta obligada a nada. Yo tuve un paciente que vino a mi consulta y lo primero que me dijo fue: “no sé para qué vengo aquí, porque no pienso hablar y no creo en nada de esto”. Y yo la primera respuesta que le di fue: “usted aquí va a hacer lo que quiera, si no quiere hablar no hay ningún problema, no se sienta mal por eso, no se sienta mal porque no tenga que hablar, no se preocupe”. Y entonces aquella persona, en el fondo, lo que siente es que no tiene que explicar nada porque piensa que a nadie le interesa ni la comprende. Y cuando ven que alguien se toma en serio sus palabras, entonces ya se ven con confianza para hablar y entablar esa relación. Y este paciente, al no sentirse obligado a nada, empezó a hablar hasta el punto en que le tuve que acabar diciendo: “Mire, lo tendremos que dejar aquí porque ha pasado una hora ya”. Y él me respondió: “Una hora ha pasado ya? No me había dado ni cuenta”. Porque en el fondo los profesionales de la salud no solucionamos nada, los problemas los solucionan las personas.
Bueno, los guiais por el camino para que sepan cómo solucionarlos.
Exacto, ayudamos a que las personas a que se aclaren pero ¿qué pasa? que muchas veces uno mismo no se aclara y a veces con la soledad pasa igual ¿no? porque a veces la soledad, tú dices no deseada, pero no sé… pienso que a veces algunas personas llegan a la soledad no deseada porque han deseado otras cosas o no han deseado otras cosas. Por ejemplo, la gente que ha tenido muchas alternativas o invitaciones a no estar solo y las rechaza todas porque a lo mejor sienten dolor o rabia contra alguien o contra lo que sea. Entonces pasa que esa rabia que yo siento contra aquella persona o contra eso me hace que no quiera juntarme con nadie. Entonces es una realidad no deseada pero sí provocada. Por ejemplo, a nivel familiar hay situaciones que son complejas, y la soledad no deseada puede venir precedida de muchas causas, que a lo mejor no soy consciente y las estoy creando yo.
Y por último, ¿Qué aspectos psicológicos deberían considerarse en el diseño de programas tecnológicos para mejorar la vida social de los adultos mayores?
Bueno, todos aquellos que estén enfocados a que definan lo que es la salud. Entonces aquí hay múltiples definiciones. Te tienes que preguntar que es la salud, el bienestar y cómo conseguirlo. El objetivo final en el diseño de programas tecnológicos viene definido por el es estar sano mentalmente.
La soledad en sí puede ser un regalo también, porque tienes tiempo para ti, para rehacerte Pero en el fondo la soledad no deseada forma parte, volviendo al principio, de la enfermedad, de unas dolencias que hay. Cuando hablamos de la soledad no deseada estamos hablando de relaciones rotas que están afectando a la salud.
¿Qué se necesita para eso? Se necesita, primero, tener las necesidades básicas cubiertas. Hay algo tan elemental como eso muchas veces en la tercera edad las necesidades básicas se convierten en un drama, porque no es lo mismo tener recursos que no tener. Lo segundo, yo diría que es saber reconocerte a ti mismo como alguien sabiendo quién eres, y que ese reconocerte a ti mismo como alguien sabiendo quién eres, lo sepa también alguien más, porque tú sabes quién eres, pero nadie más lo sabe, es un pensamiento.
Y finalmente diría que es tener aquello que puede dar sentido a la vida, el “para qué existo yo”. Un propósito, para qué o para quién. Sin propósito, es más difícil. Tenemos que profundizar en nosotros mismos y ver realmente qué es lo que da sentido a mi vida. Huir de las respuestas estándares y buscar las más reales, las que más se acercan a nosotros.
¿Tiene la iglesia algún programa para este problema?
Afortunadamente no. Incluso la parroquia más pobre es comunidad. Es una familia con sus debilidades y fortaleza. No hablo de creyentes que no se han incorporado a la comunidad. Sino de aquellos que están dentro. La iglesia es su familia. Los que te echan en falta cuando faltas a misa. Para miles de mayores solos, la misa diaria es la única salida que hacen al día. Es su motivo para salir a la calle, relacionarse , y llenar la vida del amor de Dios. Si que hay grupos para mayores que se reúnen periódicamente. La persona mayor, integrada en la iglesia encuentra en ella motivos para ser para los demás. Algunos que siempre fueron creyentes pero estaban alejados han podido encontrar personas que sin conocerlo lo acogen incondicionalmente.
No hay programa porque los mayores solos son un porcentaje alto de feligreses. Otro tema es la visita domiciliaria a personas solas. Se palia la soledad pero esto no soluciona el problema.
Dios nunca abandona a sus hijos. Ni siquiera cuando la edad avanza y las fuerzas flaquean, cuando aparecen las canas y el estatus social decae, cuando la vida se vuelve menos productiva y corre el peligro de parecernos inútil». Así comienza el mensaje que el Papa Francisco ha publicado este martes con motivo de la IV Jornada Mundial de los Abuelos y Ancianos, que se celebra el próximo 28 de julio. En el escrito, invita a «mostrar nuestra ternura a los abuelos y a los mayores de nuestras familias y visitar a los que están desanimados o ya no esperan que un futuro distinto sea posible»