La revolución de la ternura
El legado más profundo del Papa Francisco no se mide en documentos, sino en la transformación del corazón: una Iglesia que aprende a mirar, escuchar y tocar con ternura

Para el papa Francisco, Dios tiene tres actitudes: cercanía, misericordia y ternura. Esta última, sobre todo, fue el estandarte que enarboló Francisco estos doce años que nos regaló de su pontificado, erigiendo así, una verdadera revolución que, más que una lucha armada, frontal y desgastante, la suya fue una revolución del corazón con hondas implicaciones en la forma de mirar la realidad. La revolución de Francisco no fue tanto doctrinal como lo fue pastoral y, justo por ello, no dependiente de formas ni cánones sino de la metanoia de sentir al Resucitado cerca y presente en la vida de cada uno.
Para Francisco, la ternura es: “un movimiento que procede del corazón y llega a los ojos, a los oídos, a las manos. La ternura es usar los ojos para ver al otro, usar los oídos para escuchar al otro, para oír el grito de los pequeños, de los pobres, de los que temen el futuro; escuchar también el grito silencioso de nuestra casa común, la tierra contaminada y enferma. La ternura consiste en utilizar las manos y el corazón para acariciar al otro. Para cuidarlo»[1].
Para el obispo de Roma, el verdadero cambio en la fe radica en cómo la vivimos, de tal manera que ésta provenga de la hondura de la relación personal con el Padre que quiere transmitir Su amor a todas sus creaturas pero la única manera de lograrlo es mediante la experiencia de sentirnos profundamente amados por Él. Sólo quien se sabe amado puede amar porque ha conocido el amor.
Francisco se sintió profundamente amado por Dios y sólo así, pudo contagiar esa mirada al otro que no sólo le hace sentirse acogido sino que lo invita a propagar el amor que ha experimentado. Así, de persona a persona, el amor se contagia.
En todos sus gestos, actitudes, palabras, pensamientos, reflexiones, etc, el papa Francisco se esmeraba en cuidar al otro tendiendo puentes con él: sin imponer, sembraba, sin atropellar, acompañaba y sin hablar, escuchaba. El legado de Francisco es, entre muchos otros, la ternura. Esta se vuelve un ancla perfecta para asentar el Evangelio porque Jesús también la practicaba y la transmitía a la gente con la que convivía, lo mismo santos que pecadores, lo mismo buenos que no tan buenos, lo mismo mujeres que apóstoles.
Francisco, al igual que Jesús, estaban impregnados del amor del Padre que les permitió ver a los otros como hermanos, sin juzgar, sin criticar, sin querer entenderlos y menos aún, cambiarlos y por eso, con paciencia y sabiduría, el Papa Francisco nos enseñó a mirar como Jesús. Su vida fue un libro abierto sobre cómo debemos asemejarnos a Cristo porque en eso consiste, primordialmente, la vida de fe, pues esta última, no es un tratado intelectual ni una herencia gnoseológica sino una experiencia viva que se fortalece en los momentos de tribulación y que vive profundamente en el silencio y la perplejidad.
Tal vez por eso, el Papa Francisco pidió ser enterrado a lado de la imagen de la Virgen de la Salud en la Basílica de Santa María la Mayor, porque el ejemplo máximo de ternura lo tenemos en la madre de Jesús: en María.
Francisco hoy descansa, junto con María, quien lo abraza con esa ternura que él siempre procuró a los demás. A él debe atribuírsele una de las mayores reformas de nuestra Iglesia que no está plasmada de manera explícita pero que es tan grande que sentó las bases para una Iglesia diferente a la que pertenecemos todos. Una iglesia de luces y sombras pero marcada, a partir de ahora y para siempre, por la revolución de la ternura que nos dejó Francisco.
Ma. Elizabeth de los Rios Uriarte . Profesora investigadora de la Facultad de Bioética . Universidad Anáhuac México
***
[1] Cfr. Sansón, Sebastián. “En un libro, las enseñanzas del papa sobre la ternura”. En: https://www.vaticannews.va/es/papa/news/2023-03/libro-papa-francisco-ternura-dios-aniversario-pontificado.html#:~:text=La%20ternura%20es%20usar%20los,la%20tierra%20contaminada%20y%20enferma. Fecha de última consulta: 24 de abril de 2025.
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