En el primer capítulo de esta miniserie de tres episodios, hablamos sobre cómo el cristianismo se fundamenta en una relación personal con Jesucristo. Esta relación no es simplemente una cuestión moral, doctrinal o de ideas, sino algo vivo y existencial que transforma la vida de quienes la viven. Es comparable a la relación que existe entre padres e hijos o entre amigos. En este segundo capítulo, vamos a profundizar en la idea de que el cristianismo comienza con el encuentro con Cristo.
El Encuentro con Cristo en los Evangelios
Cuando examinamos el Evangelio, vemos que el Señor, en su recorrido por Palestina, se encontraba con diversas personas, llamando a los apóstoles, curando a los enfermos y enfrentándose a los fariseos. Estos encuentros cambiaban vidas, para bien o para mal. Ser cristiano, entonces, es esencialmente este encuentro transformador con Cristo.
Cristianismo Sociológico y Modernidad
Durante muchos siglos, la fe y la organización social pública, lo que hoy llamamos política, se entrelazaron, dando lugar a la cristiandad medieval. Aunque esto tuvo consecuencias positivas, también condujo a que la fe asumiera funciones políticas, lo cual no es su propósito natural. La modernidad, con sus sucesivas revoluciones (francesa, proletaria, tecnológica, sexual y del relativismo), ha desmontado este estado de cosas, recuperando la idea original del cristianismo como una relación personal con Cristo, en lugar de una institución impuesta desde arriba.
La Iglesia y los Nuevos Santos
La Iglesia ha tenido su momento de oro, como lo señaló un religioso ortodoxo asesinado por la KGB en 1990 en Moscú. Según él, el verdadero esplendor de la Iglesia está por venir, cuando el santoral incluya a parlamentarios, deportistas, amas de casa, y otros actores de la sociedad que buscan santificarse en su vida cotidiana. Esta visión resuena con las palabras de Benedicto XVI en su encíclica Deus Caritas Est: «No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con una persona que da un nuevo horizonte a la vida».
La Catequesis como Mediación
En la pedagogía, se distingue entre enseñanza y formación. La enseñanza es la transmisión de conocimientos, mientras que la formación moldea las virtudes de la persona. Sin embargo, la fe va más allá de ambos conceptos. La catequesis busca facilitar un encuentro personal con Cristo. El catequista actúa como mediador, uniendo en su corazón el amor a Cristo y el amor al alumno. Esta mediación es esencial para que el encuentro con Cristo se produzca.
Triple Dimensión de la Pedagogía
Podemos hacer una distinción tripartita en la pedagogía: enseñanza, formación y mediación. Estas corresponden a los trascendentales de la verdad, la bondad y la belleza. También se reflejan en la triple facultad de la inteligencia, la moral y el corazón. La enseñanza ocurre en el aula, las virtudes se transmiten en la tutoría, y el encuentro con Cristo se vive en la vida diaria.
En resumen, si en el primer capítulo afirmamos que el cristianismo es un encuentro personal con Cristo, en este segundo capítulo añadimos que esta relación comienza con el encuentro. El pedagogo, ya sea padre, catequista o profesor, actúa como mediador, facilitando este encuentro al unir en su corazón el amor a Cristo y al alumno. De esta manera, se convierte en un terreno fértil donde puede darse el encuentro transformador con Cristo.
Episodio 1: Claves para el encuentro con la fe en la comunidad educativa