“No olvidéis la oración. Es el medio de comunicación más importante: comunicar allí”, recordó el Papa Francisco a la Familia Paulina. En el 50º aniversario de la muerte del beato Giacomo Alberione, fundador de diversas instituciones de la Familia Paulina, el Santo Padre se ha reunido con una delegación de sus miembros hoy, jueves 25 de noviembre de 2021, en la Sala Clementina del Palacio Apostólico.
En su discurso, el Papa ha querido recordar que esta es una “ocasión propicia” para que la Iglesia, y “en particular vosotros, recordéis las grandes cosas realizadas por el Espíritu Santo en el beato Alberione” y que, a través de él, se reafirme “la importancia de su carisma en el contexto actual, en la perspectiva de la nueva evangelización”.
“Testigo ejemplar de la palabra”
En este sentido, Francisco ha resaltado la figura de “este testigo ejemplar de la palabra” que se nos presenta “vívidamente” en el ‘retrato’ que san Pablo VI dibujó de él: “Humilde, silencioso, incansable, siempre vigilante, siempre absorto en sus pensamientos, que iban de la oración al trabajo, siempre atento a escudriñar los “signos de los tiempos”, es decir, los modos más ingeniosos de llegar a las almas”.
En sus palabras, el Pontífice añadió que el padre Alberione ha dado a la Iglesia “nuevos medios de expresión, nuevos medios para dar vigor y amplitud a su apostolado, nueva capacidad y nueva conciencia de la validez y posibilidad de su misión en el mundo moderno y con medios modernos” (Discurso a la Familia Paulina, 28 de junio de 1969).
Francisco señala que estas expresiones “os conciernen individualmente y como familia religiosa. Os interpelan en la concreción de vuestra existencia como personas consagradas, que de la oración reciben la capacidad de escrutar los “signos de los tiempos” para adaptar los proyectos apostólicos a las situaciones y necesidades de los hombres de hoy”.
Padre Alberione: Modelo de entrega al Señor
Asimismo, Su Santidad remitió al padre Alberione que “repetía a menudo que vuestro verdadero fundador es el apóstol Pablo” y siempre lo mostró “como inspirador y padre, como modelo a imitar en la entrega total al Señor Jesucristo y a su Evangelio, dejándose llevar por su amor en el camino de la santificación”.
El Obispo de Roma resalta precisamente del padre Alberione “la pasión por el Evangelio” que “brilla en sus innumerables iniciativas apostólicas, animadas por la misma motivación y propósito que encontramos en el apóstol cuando escribe: ‘Aunque fui libre de todo, me hice servidor de todos para ganar el mayor número… Me hice débil con los débiles, para ganar a los débiles; me hice todo para todos, para salvar a alguien a cualquier precio. Todo lo hice por el Evangelio, para compartirlo con ellos’ (1 Cor 9,19-23)”.
Presencia y trabajar ‘sobre el terreno’
“Es cierto que la evolución tecnológica ha llevado a toda la comunidad eclesial a asumir los modernos instrumentos de comunicación como elementos de la pastoral ordinaria. Sin embargo, vuestra presencia sigue siendo hoy necesaria, es más, diría que siempre más animada por vuestro propio carisma y enriquecida por la experiencia de trabajar ‘sobre el terreno’. Esto es decisivo”, destacó el Sucesor de Pedro.
Igualmente, les pidió que, en el contexto “del camino sinodal que hemos emprendido”, no dejen “de aportar vuestra contribución” y los animó “a trabajar juntos, en red, aportando cada uno lo suyo, según el deseo del beato Alberione”.
“Os agradezco vuestro compromiso y, sobre todo, rezo. No olvidéis la oración. Es el medio de comunicación más importante: comunicar allí (señala a lo alto). Si me comunico con todo el mundo y no con el Señor, no funciona. Trabajo y oración, para que el pueblo santo de Dios se alimente cada vez más de la Palabra de Dios”, remarcó.
A continuación, el discurso completo del Santo Padre traducido por Exaudi.
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Discurso del Santo Padre
Queridos hermanos y hermanas,
Os acojo con ocasión del quincuagésimo aniversario de la muerte del beato Santiago Alberione, fundador de las diversas congregaciones religiosas, institutos de vida secular consagrada y asociaciones laicales que forman la familia paulina. Agradezco al superior general de la sociedad de San Pablo que se haya dado a conocer a todos vosotros.
Este aniversario es una ocasión propicia para que la Iglesia, y en particular vosotros, recuerde las grandes cosas realizadas por el Espíritu Santo en el beato Alberione y a través de él, reafirme la importancia de su carisma en el contexto actual, en la perspectiva de la nueva evangelización. En efecto, con gran clarividencia su fundador supo captar para el siglo XX la necesidad de que la “palabra de Dios corra” (cf. 2 Tes 3,1) y se difunda utilizando y explotando los instrumentos y lenguajes más eficaces que ofrece el progreso tecnológico.
La figura de este testigo ejemplar de la palabra se nos presenta vívidamente en el “retrato” que san Pablo VI dibujó de él: “Humilde, silencioso, incansable, siempre vigilante, siempre absorto en sus pensamientos, que iban de la oración al trabajo, siempre atento a escudriñar los ‘signos de los tiempos’, es decir, los modos más ingeniosos de llegar a las almas”. Y así continuó el papa: “Nuestro padre Alberione ha dado a la Iglesia nuevos medios de expresión, nuevos medios para dar vigor y amplitud a su apostolado, nueva capacidad y nueva conciencia de la validez y posibilidad de su misión en el mundo moderno y con medios modernos” (Discurso a la Familia Paulina, 28 de junio de 1969).
Estas expresiones, queridos hermanos y hermanas, os conciernen individualmente y como familia religiosa. Os interpelan en la concreción de vuestra existencia como personas consagradas, que de la oración reciben la capacidad de escrutar los “signos de los tiempos” para adaptar los proyectos apostólicos a las situaciones y necesidades de los hombres de hoy.
El padre Alberione repetía a menudo que vuestro verdadero fundador es el apóstol Pablo. Siempre os lo mostró como inspirador y padre, como modelo a imitar en la entrega total al Señor Jesucristo y a su Evangelio, dejándose llevar por su amor en el camino de la santificación. Y su fuerte y clara intuición fue que este camino es para vosotros el camino del apostolado, es decir, el servicio a los hermanos y hermanas que tienen sed, quizás inconscientemente, de la luz y la alegría del Evangelio.
Y esa es precisamente la pasión por el Evangelio. Pasión por el Evangelio, subrayo esto. Porque el Evangelio no se puede vivir sin pasión. El Evangelio de las palabras no funciona por sí solo: el Evangelio sale del corazón, de la pasión… Es precisamente la pasión por el evangelio la que brilla en sus innumerables iniciativas apostólicas, animadas por la misma motivación y propósito que encontramos en el apóstol cuando escribe: “Aunque fui libre de todo, me hice servidor de todos para ganar el mayor número… Me hice débil con los débiles, para ganar a los débiles; me hice todo para todos, para salvar a alguien a cualquier precio. Todo lo hice por el Evangelio, para compartirlo con ellos” (1 Cor 9,19-23).
Y es san Pablo quien sugirió a vuestro fundador el modo en que el apostolado de vuestra familia religiosa, aunque diversificado, puede considerarse “único”, como lo es vuestra espiritualidad (cf. Ef 3,10). Es en este sentido que todos sois, por derecho propio, ‘paulinos’, porque todos sois espiritualmente hijos de san Pablo, con una misma tensión espiritual hacia Jesucristo, el maestro, el camino, la verdad y la vida. Y cada Congregación e Instituto paulino aporta su particular contribución al servicio de la evangelización.
La sociedad de San Pablo y las hijas de San Pablo a través de la publicación de libros, periódicos, multimedia y digital. Las discípulas del Divino Maestro a través del apostolado litúrgico, sacerdotal y eucarístico. Las hermanas de Jesús Buen Pastor en la pastoral parroquial. El instituto de las Hermanas de la Reina de los Apóstoles con el apostolado vocacional, ¡es lo que se necesita hoy! Y luego está la contribución específica de los institutos de Vida Secular Consagrada: el instituto San Gabriel Arcángel; el instituto María Santísima Anunciación; el Instituto Jesús Sacerdote y el Instituto Sagrada Familia. Los miembros de estos institutos, así como los cooperadores paulinos, sirven al Evangelio sobre todo en el diálogo con el mundo contemporáneo -que es un poco la piedra angular de toda la espiritualidad paulina- en el que, como laicos y seglares, están plenamente insertados.
Es cierto que la evolución tecnológica ha llevado a toda la comunidad eclesial a asumir los modernos instrumentos de comunicación como elementos de la pastoral ordinaria. Sin embargo, vuestra presencia sigue siendo hoy necesaria, es más, diría que siempre más animada por vuestro propio carisma y enriquecida por la experiencia de trabajar “sobre el terreno”. Esto es decisivo.
En el contexto del camino sinodal que hemos emprendido, os pido que no dejéis de aportar vuestra contribución. Por eso os animo a trabajar juntos, en red, aportando cada uno lo suyo, según el deseo del beato Alberione.
Cincuenta años después de su nacimiento al cielo, las celebraciones de su Fundador os ofrecen la oportunidad de reconocer aún mejor el valor profético de su testimonio. Siguiendo su ejemplo y por su intercesión, elegid también vosotros los medios de comunicación como vuestro “púlpito” para que, como él mismo dijo, podáis dar a conocer a Jesucristo a los hombres de nuestro tiempo con los medios de nuestro tiempo.
Os agradezco vuestro compromiso y, sobre todo, rezo. No olvidéis la oración. Es el medio de comunicación más importante: comunicar allí (señala a lo alto). Si me comunico con todo el mundo y no con el Señor, no funciona. Trabajo y oración, para que el pueblo santo de Dios se alimente cada vez más de la Palabra de Dios. Buscar “en todo y con todo el corazón, en la vida y en el apostolado, sólo y siempre, la gloria de Dios y la paz de los hombres” (cf. P. Alberione, Oración de Alianza con Dios).
Que María, Reina de los Apóstoles, os acompañe por los caminos del mundo como apóstoles y apóstolas del Evangelio, siempre abiertos a “aprender de la gente corriente”, como todavía le gustaba decir al padre Alberione. Yo también os acompaño con mi oración y mi bendición. Y por favor, les pido que recen por mí. Gracias.
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