Julio Tudela, Cristina Castillo y Ester Bosch, del Observatorio de Bioética de la Universidad Católica de Valencia (UCV), ofrecen este artículo que rebate las directrices sobre el aborto propuestas por la OMS recientemente.
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La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha publicado un documento con directrices que atañen a la práctica del aborto. En él se recomienda que se despenalice, ya que según afirman, “el acceso al aborto seguro es fundamental para la salud de las mujeres y las niñas”. Además, incluye recomendaciones sobre intervenciones sencillas en atención primaria que “mejoran la calidad de la atención del aborto”, como el acceso a píldoras abortivas con fines médicos y la eliminación de todo lo que suponga un obstáculo para el acceso al aborto. En este sentido se muestra partidario de limitar el ejercicio de la objeción de conciencia por parte de los sanitarios implicados, en la línea de los propuesto en España por la ministra Irene Montero.
Facilitar el aborto sin restricciones legales
El documento propone medidas como la eliminación de los tiempos de espera obligatorios antes de practicar un aborto, la autorización de otras personas (no especifica si en el caso de menores de edad que quieran abortar) y la despenalización total del aborto, sin límite de edad gestacional.
La OMS asegura que en numerosos países hay un gran porcentaje de abortos no seguros, y reconoce que, tras la publicación del documento, apoyará a todos los países interesados en aplicar sus recomendaciones para que “fortalezcan las políticas y programas nacionales relacionados con la anticoncepción, planificación familiar y servicios que faciliten el aborto”.
La organización se alinea con el nuevo proyecto de modificación de la Ley del Aborto en España de Irene Montero, que pretende eliminar el periodo de reflexión obligatorio de tres días para la mujer, obligar a los hospitales públicos a contar con un profesional que realice los abortos y permitir que las menores de 16 y 17 años puedan abortar sin el consentimiento de sus padres, porque según afirma: “del mismo modo que son responsables para trabajar o tener relaciones sexuales, lo son para decidir sobre sus cuerpos”.
Nuestra valoración
Resulta difícil de explicar que la Organización Mundial de la Salud, organismo internacional referente en el establecimiento de políticas dirigidas a preservar y promover la salud de la población, defienda sin ambages el exterminio de la población más vulnerable -los no nacidos- a través del aborto sin límites. Lo defiende y lo promueve supeditando la concesión de ayudas a la aceptación de sus postulados contra la vida.
No es posible la salud, que el organismo debe defender, sin la vida. Los no nacidos también tienen derecho a la salud, por lo que, primero, tienen derecho a la vida. Y no solo algunos: todos ellos tienen el mismo derecho a que su salud sea preservada igual que el resto de la población. ¿Cómo es posible apoyar políticas promotoras de salud con una mano y utilizar la otra en procedimientos homicidas dirigidos contra los más desvalidos, los más indefensos?
Abortar no promueve la salud. En ningún caso. El aborto, además de terminar con la vida del nasciturus -extremo opuesto a la promoción de su salud- lesiona la salud de la mujer que aborta. La incidencia de trastornos posteriores a un aborto ha sido evidenciada por numerosos estudios, máxime cuando el aborto es reiterado. Aún en mujeres adolescentes, el aborto no contribuye a promocionar su salud, sino todo lo contrario, según se muestra en otros trabajos.
En los inicios de la defensa del aborto y sus procedimientos legalizadores, se apelaba a la necesidad de evitar que niños gravemente enfermos pudieran nacer o que sus madres fueran expuestas a embarazos de alto riesgo. Hoy, la propia OMS quiere extender el aborto a todo el tiempo de embarazo, a todos los casos, sin límites, con ayudas, sin que los sanitarios puedan objetar en conciencia.
Algo semejante ocurre con la eutanasia: se trata de la ya analizada pendiente resbaladiza.
“La salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades”. La cita procede del Preámbulo de la Constitución de la Organización Mundial de la Salud, que fue adoptada por la Conferencia Sanitaria Internacional, celebrada en Nueva York del 19 de junio al 22 de julio de 1946, firmada el 22 de julio de 1946 por los representantes de 61 Estados (Official Records of the World Health Organization, Nº 2, p. 100), y entró en vigor el 7 de abril de 1948. La definición no ha sido modificada desde 1948.
¿Es compatible un estado de completo bienestar físico, mental y social del embrión con su destrucción deliberada? ¿Contribuye el aborto al bienestar de la madre?
La OMS está enferma. Ha enfermado gravemente quien debe velar por la salud. Y el problema es que se trata de una enfermedad contagiosa contra la que debemos protegernos diciendo la verdad, mostrando la evidencia y defendiendo a los más débiles.
Julio Tudela Cuenca
Cristina Castillo
Ester Bosch
Observatorio de Bioética
Instituto Ciencias de la Vida
Universidad Católica de Valencia