“La luz de la Navidad nos hace redescubrir el sentido de la fraternidad y nos impulsa a ser solidarios con los necesitados”, dijo el Papa Francisco a los organizadores y artistas del concierto de Navidad en el Vaticano.
Hoy, 15 de diciembre de 2021, el Santo Padre ha recibido en audiencia en la sala adyacente al Aula Pablo VI a los promotores, organizadores y artistas del Concierto de Navidad en el Vaticano, organizado por la Congregación para la Educación Católica, cuya recaudación será donada a la Fundación Pontificia Scholas Occurrentes y a la Fundación Salesiana Misiones Don Bosco.
La ternura de Dios
En su discurso, el Papa ha explicado que la Navidad nos invita “a fijar la mirada en el acontecimiento que trajo al mundo la ternura de Dios, palabra que subrayo, ternura, que tanto echamos de menos y que, por tanto, suscitó y sigue suscitando alegría y esperanza”.
En este sentido, ha indicado que la ternura viene del amor, “es como el lenguaje del amor”. “Cuando quieres a un niño, lo acaricias, cuando quieres a tu novia la acaricias, tu novio lo acaricias. Nace del amor. El gesto de amor es el más sencillo”. Asimismo, hizo referencia a que en el pesebre, “vemos el amor de una madre que abraza a su hijo recién nacido, el amor de un padre que protege y defiende a su familia; vemos a los pastores conmovidos por un recién nacido, a los ángeles que celebran la llegada del Señor”. De este modo, “todo está impregnado del sentido de la maravilla y del amor que lleva a la ternura. Quiero repetirlo: el lenguaje de Dios es cercanía, compasión y ternura. Las tres cosas juntas”, ha resaltado.
El florecimiento de la vida: Una fuente de alegría
En sus palabras, Su Santidad remitió a san Francisco de Asís quien con su belén viviente de Greccio, “quiso representar lo que había sucedido en la cueva de Belén, para que pudiera ser contemplado y adorado”. “El pobre hombre se llenó de una ternura que le hizo llorar al pensar en la pobreza en la que nació el Hijo de Dios”.
Francisco prosigue resaltando que es precisamente el amor que se respira en esta escena “lo que genera la alegría”. Pues, el florecimiento de la vida “es siempre una fuente de alegría, que ayuda a superar el sufrimiento”, así como “la sonrisa de un niño derrite hasta el más duro de los corazones”.
Música para no olvidar a los que sufren
Asimismo, el Papa ha indicado que en el concierto de Navidad que se celebrará mañana “ofrecéis vuestro talento artístico para apoyar proyectos educativos, especialmente para niños y jóvenes de dos países con condiciones muy precarias: Haití y Líbano”. Por eso, recuerda que “vuestra música y vuestros cantos ayudan a abrir el corazón para no olvidar a los que sufren y a realizar gestos concretos de compartir, que alegran a tantas familias que desean dar un futuro a sus hijos a través de la educación”.
Por último, el Obispo de Roma señala que la luz de la Navidad nos hace “redescubrir el sentido de la fraternidad y nos impulsa a ser solidarios con los necesitados”. Y en el arte “se crea inmediatamente la fraternidad; frente al arte no hay amigos ni enemigos, todos somos iguales, todos amigos, todos hermanos. El suyo es un lenguaje fructífero. Invertir en educación significa ayudar a los niños y jóvenes a descubrir y apreciar los valores más importantes y a tener el valor de mirar su futuro con esperanza”, concluye.
A continuación el discurso completo del Santo Padre traducido del italiano por Exaudi.
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Discurso del Santo Padre
Queridos amigos, ¡buenos días y bienvenidos!
Le pediría al cardenal Versaldi que no se difundieran estas palabras en el concierto: el concierto es arte, esto no tiene nada que ver; dejemos que el arte se exprese. Me alegra poder saludaros antes del Concierto de Navidad, que será mañana por la noche. Gracias, muchas gracias.
La Navidad nos invita a fijar la mirada en el acontecimiento que trajo al mundo la ternura de Dios -palabra que subrayo, ternura, que tanto echamos de menos- y que, por tanto, suscitó y sigue suscitando alegría y esperanza. Ternura, alegría, esperanza: sentimientos y actitudes que vosotros, artistas, también sabéis reavivar y difundir con vuestro talento. Gracias.
La ternura viene del amor, es como el lenguaje del amor. Cuando quieres a un niño, lo acaricias, cuando quieres a tu novia la acaricias, tu novio lo acaricias. Nace del amor. El gesto de amor es el más sencillo. En el pesebre, vemos el amor de una madre que abraza a su hijo recién nacido, el amor de un padre que protege y defiende a su familia; vemos a los pastores conmovidos por un recién nacido, a los ángeles que celebran la llegada del Señor… Todo está impregnado del sentido de la maravilla y del amor que lleva a la ternura. Quiero repetirlo: el lenguaje de Dios es cercanía, compasión y ternura. Las tres cosas juntas.
San Francisco de Asís, con su belén viviente de Greccio, quiso representar lo que había sucedido en la cueva de Belén, para que pudiera ser contemplado y adorado. El Poverello se llenó de una ternura que le hizo llorar al pensar en la pobreza en la que nació el Hijo de Dios.
Y es precisamente el amor que se respira en esta escena lo que genera la alegría. El florecimiento de la vida es siempre una fuente de alegría, que ayuda a superar el sufrimiento. La sonrisa de un niño derrite hasta el más duro de los corazones. Lo hemos visto: algunos hombres duros, que no saludan a nadie, se derriten cuando llega su nieto. En el concierto de Navidad ofrecéis vuestro talento artístico para apoyar proyectos educativos, especialmente para niños y jóvenes de dos países con condiciones muy precarias: Haití y Líbano. En el Líbano lo llevan a cabo los salesianos, salesianos valientes que siempre inventan algo para salir adelante. Y esto es una promesa de vida. En Haití lo lleva adelante Scholas Occurentes, el movimiento pontificio que tan bien cuida Monseñor Zani. Vuestra música y vuestros cantos ayudan a abrir el corazón para no olvidar a los que sufren y a realizar gestos concretos de compartir, que alegran a tantas familias que desean dar un futuro a sus hijos a través de la educación.
Ternura, alegría y esperanza. En la gruta de Belén se encendió la esperanza de la humanidad. Lamentablemente, la pandemia ha agravado la brecha educativa de millones de niños y adolescentes excluidos de toda actividad educativa. Y hay otras “pandemias” que impiden la difusión de la cultura del diálogo y la cultura de la inclusión. Hoy, por desgracia, domina la cultura del descarte. La luz de la Navidad nos hace redescubrir el sentido de la fraternidad y nos impulsa a ser solidarios con los necesitados.
Y en el arte se crea inmediatamente la fraternidad; frente al arte no hay amigos ni enemigos, todos somos iguales, todos amigos, todos hermanos. El vuestro es un lenguaje fructífero. Invertir en educación significa ayudar a los niños y jóvenes a descubrir y apreciar los valores más importantes y a tener el valor de mirar su futuro con esperanza. En la educación habita la semilla de la esperanza: esperanza de paz y justicia, esperanza de belleza, esperanza de bondad; esperanza de armonía social.
Queridos amigos, os doy las gracias. Gracias, muchas gracias por la generosidad con la que apoyan los proyectos dirigidos a las generaciones más jóvenes. Os deseo que seáis siempre mensajeros de la ternura, la alegría y la esperanza. Una feliz Navidad de fraternidad y paz para vosotros y vuestros seres queridos. Gracias.