La Navidad es tiempo de bendición

Ofrecer la humilde esperanza

Navidad tiempo bendición
La Navidad © Cathopic

Hoy, 24 de diciembre de 2021, Nochebuena, Fray Abel García, Franciscano Conventual, ofrece a los lectores de Exaudi un artículo titulado “Navidad es bendición” sobre el significado de la fiesta más importante para los todos los católicos.

***

Leemos en el Génesis (1,27-28) que nuestro Dios, en calidad de Padre, bendice a la primera pareja humana nada más crearla. Esta bendición será trasmitida sin interrupción, de forma que el libro del Génesis podría llamarse también libro de las bendiciones. Y, por lo mismo, sus primeros compases podrían sonar de esta manera: “En el principio Dios… bendijo”. Y seguir con este ritmo sostenido, libro tras libro, en medio de nuestros enredos humanos: “Y volvió a bendecir… Y los bendijo, etc.”. Hasta llegar al momento culminante de la salvación, donde Dios, movido por su “amor loco” (como ha dicho algún autor), decide llevar al extremo esta historia de bendición: Dios, nuestro Padre, nos ha bendecido en la persona de Cristo con toda clase de bienes (cf. Efesios 1, 3). La encarnación del Hijo de Dios es la gran bendición, ¡definitiva y siempre nueva!, a la que ya apuntaban todas las bendiciones anteriores.


La Navidad es tiempo de bendición. El corazón (habitación interior lo llamaba también san Francisco) se ha venido preparando durante el Adviento para esta gran bendición, despertando en nosotros el deseo de un encuentro con Aquel que sólo tiene hacia nosotros “deseos de bendición y de paz, no de aflicción” (Jeremías 29, 11). La Navidad es un tiempo único para caer en la cuenta de que Alguien nos busca (desde siempre: Adán, ¿dónde estás?) porque nos quiere de verdad.

La Navidad es tiempo de bendición, porque nos lleva a reconocer la presencia sin igual del Hijo de Dios “habitando en nuestra tienda”, es decir, en nuestra vida: nos conoce profundamente y abraza nuestra pobre humanidad, lo que somos, nuestra historia. ¡Qué bien lo entendió san Francisco! Por eso, en la Navidad de 1223, en el pueblo de Greccio (al norte de Roma), quiso montar el segundo Belén de la historia: para ver con sus propios ojos que Dios nos quiere tanto, que nos ha bendecido con la presencia de su Hijo, hecho Niño: ahí están toda la ternura y el amor de Dios hacia nosotros.

El 2021 se cierra con la conciencia de haber sido un año duro, como lo fue el 2020. En el corazón de muchos de nosotros puede haber tristeza, desesperanza y miedo. Sobre el horizonte del nuevo año 2022 se ciernen no pocas sombras. Pero no podemos dejarnos apabullar. Bendecidos, bendigamos con nuestras palabras y gestos. Es decir: ofrezcamos la humilde esperanza, ¡pero siempre cierta!, de sabernos acompañados, cuidados y salvados por Jesús, el Hijo de Dios. Así empezaremos el año nuevo: “El Señor te bendiga y te guarde…”.