La finalidad es prolongar la vida del paciente y obtener valiosa información

Primer trasplante de hígado porcino a un ser humano

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Han pasado algunas semanas desde que un varón de 71 años recibió el primer trasplante de hígado de un cerdo al que se había modificado genéticamente. Esta persona es la quinta en recibir un órgano de cerdo. Sun Beicheng, cirujano del Primer Hospital Afiliado de la Universidad Médica de Anhui, que dirigió la operación, ha declarado que el paciente “está muy bien”.

«Es una noticia muy emocionante», declara por su parte Burcin Ekser, cirujano de trasplantes de la Facultad de Medicina de la Universidad de Indiana en Indianápolis. Aunque los cirujanos no han transmitido las características de la intervención, hay optimismo entre los investigadores por el resultado supuestamente exitoso.

A comienzos de 2022, se han llevado a cabo trasplantes de riñón, timo y corazón de cerdo a 4 personas. Como eran individuos con una salud precaria y, por ese motivo, pudieron ser candidatos para recibir este tipo de xenotrasplantes (de animal a humano), no se pudo determinar bien la causa de su fallecimiento a los escasos meses de recibir los órganos porcinos. Sin embargo, todavía hay una persona viva que recibió un órgano a mediados de abril.

Lo interesante es que los xenotrasplantes han permitido a los investigadores obtener información valiosa y confían en que, más adelante, sea posible contar con una fuente de órganos para atender a tantas personas que esperan recibirlos para poder sobrevivir.

Hay que destacar que, este año, se han incrementado los xenotrasplantes de hígado. En enero, en los Estados Unidos, un grupo de investigadores conectó al cadáver de una persona un hígado de un cerdo al que habían modificado genéticamente. Posteriormente, en el mes de marzo, Kefeng Dou y su equipo, del Hospital Xijing de la Universidad Médica de la Fuerza Aérea en Xi’an, de acuerdo con la familia, trasplantaron a un cadáver de una persona declarada clínicamente muerta diez días antes, un hígado porcino modificado genéticamente: no hubo signos de rechazo. Más tarde, en mayo, otro grupo de China realizó el trasplante de un hígado y un riñón porcinos a un cadáver de una persona.

Retomando el caso del trasplante más reciente, la persona que lo recibió tenía un tumor grande en el lóbulo derecho del hígado, pero el resto del cuerpo no se había visto afectado. Como se comprobó que su hígado funcionaba bastante mal y el lóbulo izquierdo no bastaba para mantenerlo con vida, se determinó que no era un posible candidato para recibir un trasplante de hígado humano. Por este motivo el correspondiente Comité de Ética, aprobó la posibilidad, dado el interés de la familia, de recurrir a un xenotrasplante calificándolo de uso compasivo.

El pasado 17 de mayo, el equipo de cirujanos extirpó el lóbulo derecho del hígado y lo sustituyó por el hígado de un pequeño cerdo. El órgano pesaba 514 gramos y el animal 32 kg. Este cerdo había sufrido 10 modificaciones en su genoma que permitían evitar el rechazo de sus órganos, declara Hong-Jiang Wei de la Universidad Agrícola de Yunnan, en Kunming, que con sus colaboradores produjo el animal. Las modificaciones consistieron en la introducción de siete genes que expresan proteínas humanas y la desactivación de tres genes que colaboran en la producción de hidratos de carbono en la parte exterior de las células porcinas, lo que agrede al sistema inmunológico del ser humano.


El cirujano principal afirmó que no detectaron la presencia de citomegalovirus porcino en el hígado de cerdo, razón por la que al parecer podría haber muerto la persona que recibió un corazón porcino a los dos meses del xenotrasplante.

Sun Beicheng afirmó que el hígado, luego del trasplante, «tiene una función hepática normal». En cuanto el flujo sanguíneo se restituyó, el órgano comenzó la producción de bilis y pasó de 10 mililitros hasta de 200 a 300 ml, luego de trece días. Habitualmente, una persona con buena salud secreta 400 ml como mínimo. Otro aspecto por considerar es que Sun no ha observado signos de rechazo, incluso luego de la biopsia que efectuó el día doce. Por ese motivo, Jay Fishman, especialista en enfermedades infecciosas del Hospital General de Massachusetts en Boston asevera que el resultado es muy positivo: «En general, no se ven ese tipo de buenas señales si el órgano sufre rechazo», asegura. Sin embargo, indica que posteriormente podrían surgir indicadores de rechazo crónico, aunque también expresa que los hígados producen menor rechazo que un corazón o un riñón.

Según refiere Sun, el hígado de cerdo, además de la bilis, produce factores de coagulación y albúmina porcinos. Y David Cooper, inmunólogo de xenotrasplantes en el Hospital General de Massachusetts en Boston, comenta que “podemos aprender mucho” del funcionamiento de esas proteínas. Por ese motivo, se podrían modificar los genes porcinos para obtener las proteínas humanas en próximos xenotrasplantes, si las porcinas no cubrieran las necesidades de la persona que recibe el órgano.

Aunque hasta el día 10 no se habían detectado señales de crecimiento del hígado, Sun y sus colaboradores continúan optimistas, considerando que el xenotrasplante de hígado constituya como un puente, mientras el lóbulo izquierdo de la persona consiga crecer lo necesario para lograr que el órgano alcance su función normal.

Desde una perspectiva ética, el desafío que enfrentan estos experimentos se concentra primordialmente en asegurar la integridad del proceso y equilibrar los riesgos con los potenciales beneficios. Es esencial considerar los posibles efectos secundarios derivados del uso de órganos modificados genéticamente, especialmente cuando provienen de animales, ya que esto conlleva el riesgo de desencadenar zoonosis. Por ejemplo, en el caso de los cerdos, existe la posibilidad de transmitir retrovirus, los cuales están presentes en todos sus genomas.

No estamos discutiendo aquí las quimeras humano-animal, que involucran la inserción de células pluripotenciales humanas en embriones animales, y que plantean el riesgo de migración de estas células hacia el cerebro o los órganos reproductivos, lo cual representa un serio dilema ético. Sin embargo, incluso en el ámbito de la investigación de xenotrasplantes, orientada a abordar la escasez de órganos (finalidad muy loable), es crucial ejercer la virtud de la prudencia y evaluar cuidadosamente los peligros involucrados para no exceder los límites razonables. La ciencia biomédica no se beneficia de investigaciones que transgredan las normas éticas, sino que progresa de la mano del respeto a la dignidad humana.