La familia, una prioridad

A la hora de elegir gobernantes, analicemos qué tipo de familia promueven, para apoyar a quienes estén de acuerdo con nuestra concepción de familia

(C) Pexels - Familia
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El cardenal Felipe Arizmendi, obispo emérito de San Cristóbal de Las Casas y responsable de la Doctrina de la Fe en la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), ofrece a los lectores de Exaudi su artículo semanal titulado ¡“Primero los pobres”!

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MIRAR

En el Estado (Provincia, Departamento) donde resido, elegiremos gobernadora el próximo 4 de junio. Hay sólo dos opciones de coaliciones partidistas y sus candidatas son mujeres, lo cual debe celebrarse. Entre otras cosas que los electores debemos tomar en cuenta a la hora de elegir, es qué lugar concede cada una a la familia, porque de eso depende en gran parte la sociedad que deseamos construir.

No desconocemos las distintas formas como se ha configurado actualmente la familia, y las respetamos, pero seguimos prefiriendo la llamada familia tradicional; es decir, la formada por un hombre y una mujer, con la bendición de los hijos. Los electores deben tomar en cuenta qué tipo de familia queremos para nuestro Estado. Y no sólo escuchar ideas abstractas, que pueden ser muy bonitas, sino fijarnos en el tipo de familia que vive una persona en concreto. Si para alguien su familia son perros y gatos, eso ya nos dice mucho.

Cierto que las familias de ahora no pueden ser tan numerosas como en tiempos pasados, pero tampoco podemos presentar como ideal la reducción total del número de hijos. En Europa ya están resintiendo los efectos económicos de no tener hijos; deben admitir migrantes de otras culturas para subsistir económicamente. Si no hay hijos, no hay quien garantice seguridad social para las personas mayores. Por tanto, no es sólo una cuestión moral, sino también de política económica. Por ello, hay que dar la debida importancia al tipo de familia que queremos para nuestro México.

DISCERNIR


El Papa Francisco, en un discurso a asociaciones de familias, les confió: Una vez conocí a dos parejas casadas de diez años, sin hijos. No querían niños. Pero estas personas en casa tenían tres perros, dos gatos … Querían comprar una casa en el campo, luego viajar … Los niños son el mejor regalo. La familia está en el centro del plan de Dios, como se muestra en toda la historia de la salvación. El pleno reconocimiento y un apoyo adecuado a la familia debe ser el primer interés por parte de las instituciones civiles, llamados a fomentar la creación y el crecimiento de las familias fuertes y serenas, que se ocupan de la educación de los niños. De hecho, aquellos que aprenden a vivir relaciones auténticas dentro de la familia, serán más capaces de vivirlos incluso en contextos más amplios, desde la escuela hasta el mundo del trabajo; y aquellos que practican el respeto y el servicio en el hogar pueden practicarlos mejor en la sociedad y en el mundo” (16-VI-2018).

El episcopado mexicano, en su Proyecto Global de Pastoral 2031+2033, dice:

“Nos alegra y damos gracias a Dios por el don de la familia en nuestro pueblo mexicano. Nosotros amamos nuestra familia porque ella constituye una de las bases fundamentales de la sociedad y de la Iglesia. Cuánta alegría encontramos en aquellos espacios domésticos que tejen con cariño cada día la vida de los esposos, hijos, nietos, hermanos, y todas aquellas relaciones familiares que fortalecen a la persona experimentando constantemente la solidaridad y el cariño en ella. Esta realidad humana sigue siendo motivo de esperanza porque constituye el lugar fundamental donde se forman los verdaderos ciudadanos y cristianos para nuestra patria. Cuánto bien nos hace ver la fidelidad, la entrega, el trabajo de cada día, el amor de padre y madre, abuelas, tíos y madres solteras criando y educando a sus hijos” (49).

“Desde líneas de fuego culturales como el individualismo, el hedonismo, el relativismo, la falta de compromisos por la vida, hasta cuestiones jurídicas e ideológicas, han puesto en grave crisis el estado de la familia. Estos cambios han traído una manera diferente de concebir y vivir el sentido de familia en nuestra cultura mexicana, introduciendo elementos extraños, no sólo a nuestra concepción cristiana, sino inclusive a la concepción natural de ella. A todo esto añadimos, en nuestra patria, verdaderos flagelos para ella como la pobreza, un machismo históricamente arraigado, la desintegración, la violencia intrafamiliar, las migraciones forzadas, la inseguridad y ciertas políticas públicas que atentan contra esta institución tan fundamental para el desarrollo y el bienestar de una sociedad” (50).

ACTUAR

Respetemos otras formas de familia distintas a la tradicional, pero, a la hora de elegir legisladores y gobernantes, analicemos qué tipo de familia promueven, en su vida y en sus propuestas, para apoyar a quienes estén de acuerdo con nuestra concepción de familia.