Unas tres mil personas participaron hoy en la 32ª Jornada Mariana de la Familia celebrada en el santuario de Torreciudad, en la que la lluvia obligó a celebrar los actos en el interior del templo. El obispo de Barbastro-Monzón, mons. Ángel Pérez Pueyo, presidió la jornada y definió a la familia como un espacio para «amar, perdonar y servir». Junto al coro del Colegio Alborada de Alcalá de Henares (Madrid), asistieron los alcaldes de Secastilla, El Grado, Graus y Estadilla, junto a concejales y al diputado de la Diputación Provincial de Huesca, Javier Catalán.
Debido a la meteorología, se cambió el escenario de la ofrenda de flores y frutos así como el de un numeroso ofrecimiento de niños a la Virgen de Torreciudad. Al mediodía, el Coro Alborada ofreció un recital y por la tarde los participantes rezaron el rosario y recibieron la bendición con el Santísimo.
La familia, santuario de lo ordinario
En su homilía el obispo de Barbastro-Monzón destacó que «en un mundo que parece fragmentarse cada vez más, la familia se convierte en un espacio de reconstrucción, para amar, perdonar y servir». Afirmó que «es en el seno de la familia donde aprendemos a ser humanos en el sentido más pleno, a reflejar ese amor que hemos recibido de Dios en nuestras vidas cotidianas».
En consonancia con palabras de san Josemaría Escrivá, habló de la familia como «un lugar íntimo donde se cultiva el amor y la generosidad; es el santuario de lo ordinario donde, sin hacer ruido, se obra lo más grande. En las pequeñas cosas del día a día, en el trabajo, en los momentos de convivencia, en las dificultades y en las alegrías, Dios actúa. Si somos capaces de redescubrir el valor de lo sencillo, si aprendemos a amar y servir dentro de nuestra propia casa, estaremos ya empezando a transformar el mundo».
Finalizó expresando su deseo de que Torreciudad sea «un faro de esperanza un lugar donde las familias de todo el mundo puedan venir a buscar la gracia necesaria para vivir su vocación, para aprender a amar con ese amor que todo lo transforma».
El papa Francisco envió un mensaje a los participantes, a los que exhortó a cuidar el hogar como «primer lugar donde cada uno aprende a amar y a relacionarse con los demás desde la experiencia de ser amado». El mensaje anima a las familias reunidas a afrontar «los momentos de adversidad» y pide su «testimonio» para «ofrecer a todos la hermosura de la fe en Cristo».
Valoración de autoridades
José Lorenzo Rabal, alcalde de Secastilla, destacó que «hemos celebrado una mañana muy emotiva, muy agradecidos a la Virgen, con la ilusión de ver pronto hecho realidad el eje carretero entre El Grado y Graus por Secastilla». Mª Carmen Obis, alcaldesa de El Grado, dijo que el día «está siendo una gozada, y la improvisación y cambio de escenario han sido un éxito, comprobando de nuevo cuánto cariño hay a la Virgen».
Por su parte, Pilar Lleida, alcaldesa de Estadilla y vicepresidenta de la comarca del Somontano de Barbastro, señaló que «he visto entusiasmo y devoción, me voy con mucha paz y contenta de haber venido». Javier Catalán, de la Diputación Provincial de Huesca, dijo que admiraba la cantidad de asistentes «a pesar de la climatología, para participar en un evento que está muy vivo».
El alcalde de Graus, José Antonio Lagüens, destacó su alegría por asistir y acompañar a tantas familias en «un lugar tan ligado a Graus y tan lleno de espiritualidad. El ambiente ha sido de unidad y de fraternidad en un santuario con el que queremos mejorar las comunicaciones por carretera».
Pepe Gairín, prior de la Cofradía del Santo Cristo y San Vicente Ferrer, destacó también «la afluencia de gente, a pesar de la lluvia». Blanca Galindo, concejala de Cultura del Ayuntamiento de Barbastro, remarcó «la emoción y la fuerza de lo vivido en el interior del templo, ver a tanta familia y tantos valores reunidos es muy necesario. Y espero —dijo también— que siga creciendo la colaboración entre Barbastro y Torreciudad».
La Asociación Patronato de Torreciudad, organizadora del evento, contó con la colaboración de Guardia Civil, Turismo de Aragón, Protección Civil, Cruz Roja, las comarcas de Ribagorza, Somontano y Cinca Medio y un equipo de alrededor de un centenar de voluntarios, que han ayudado a los peregrinos en los servicios de consigna, guardería, distribución de autobuses y vehículos, señalización e información general.