La familia como baluarte contra la pobreza

Previsiones del informe del ‘Family International Monitor’

familia pobreza
Familia © Pixabay

Familia y pobreza: este es el enfoque en el que el Family International Monitor (Monitor Internacional de la Familia), creado por el Centro Internacional de Estudios sobre la Familia (CISF, el Instituto Teológico Pontificio Juan Pablo II y la Universidad Católica de Murcia (UCAM), ha concentrado su atención en sus tres primeros años de actividad, dividiendo la investigación en dos vertientes, y examinando primero la pobreza relacional y luego la pobreza económico-estructural. El informe se presentará en las próximas semanas, pero mientras tanto se ha publicado una primera síntesis de la que se desprenden datos muy interesantes.

Prioridad global

Francesco Belletti, director científico del Family Monitor, explica cómo la imbricación de la pobreza relacional y la pobreza económica es “una prioridad a nivel mundial, como se puede comprobar analizando los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible – Agenda 2030 de Naciones Unidas. El trabajo del Family International Monitor -continúa Belletti- pretende poner de relieve el papel que las relaciones familiares desempeñan en la calificación de la condición de pobreza de las personas y en la promoción de su resiliencia ante condiciones difíciles, prestando también especial atención a los sistemas de relaciones extendidas en torno a las familias, así como a dinámicas más macrosociales como los lazos sociales de comunidad o de barrio, la cohesión social y la solidaridad de las relaciones breves”.

Desigualdades crecientes

Un valioso análisis en este periodo de pandemia que sin duda ha ampliado los problemas tanto a nivel relacional como económico. Una instantánea que puede resultar una herramienta útil para establecer políticas capaces de apoyar la red familiar, que una vez más ha demostrado ser la más excelente para afrontar la enésima crisis de las últimas décadas. Una necesidad que emerge claramente del informe, para contrarrestar las fuertes condiciones de desigualdad socioeconómica, que han ido creciendo en los últimos veinte años en prácticamente todos los contextos nacionales analizados.

Doce países examinados

Los datos recogidos examinaron una serie de países de especial importancia para el área geográfica de cuatro continentes: Benín, Sudáfrica y Kenia para África; Brasil, Chile, Haití y México para América; India, Líbano y Qatar para Asia; Italia y España para Europa.

La investigación utilizó 90 indicadores agrupados en ocho áreas temáticas diferentes que podrían proporcionar una referencia estadística general homogénea para cada país, utilizando como fuentes prioritarias el Banco Mundial y las Naciones Unidas. En cada uno de los países se identificó también un centro de investigación que elaboró un Informe País a partir de un cuestionario, teniendo en cuenta en particular cuatro aspectos: la familia como actor económico, como actor educativo, como sujeto de cuidados y reciprocidad, y como sujeto de ciudadanía activa.

Dificultades de conciliación familiar y laboral

La encuesta revela una serie de problemas comunes en todo el mundo, como la dificultad de conciliar familia y trabajo (no solo para las mujeres), o el impacto de las tecnologías de la comunicación en las relaciones familiares, o la creciente desigualdad socioeconómica dentro de cada país, quizá más grave que la desigualdad entre países.

Relaciones familiares, decisivas contra la pobreza

En este contexto, las relaciones familiares marcan la diferencia. En particular, está muy claro para las familias especialmente vulnerables desde el punto de vista socioeconómico que la solidez de las relaciones familiares es un factor decisivo para evitar que caigan por debajo del umbral de la pobreza. A su vez, está igualmente claro que la fortaleza de las relaciones familiares tiene una correlación significativa con la dimensión institucional del matrimonio y la familia; es decir, las familias con altos niveles de reconocimiento legal tienen mayores indicadores de resiliencia, calidad familiar y bienestar. La pareja es, por tanto, el principal recurso de la calidad familiar, especialmente en condiciones de grave vulnerabilidad socioeconómica.

El informe también muestra la gran importancia de las redes relacionales extendidas, tanto intergeneracionales como no parentales, como el vecindario, la amistad y el asociacionismo.

Fragilidades relacionales

Por el contrario, las dinámicas internas de fuerte desigualdad entre los miembros más fuertes en detrimento de los más débiles, (generalmente los varones adultos en detrimento de las mujeres, los menores y los ancianos), parecen estar correlacionadas con los bajos niveles culturales y la marginalidad social. Además, algunas formas de familia son estructuralmente más frágiles que otras: las familias monoparentales, las familias con uno o dos padres adolescentes y las familias numerosas. En algunos casos, estas vulnerabilidades podrían apoyarse mejor con intervenciones asistenciales específicas.

Tres áreas de riesgo

En cuanto a las fragilidades internas individuales, han surgido con especial claridad tres ámbitos específicos de atención: el acontecimiento del nacimiento, todavía un riesgo vital (para las madres y los recién nacidos) en muchos países, a menudo expuesto al abandono del niño, y mal protegido; la condición de los jóvenes, fuertemente penalizada en casi todos los países considerados; y la violencia en la familia, un fenómeno oculto pero extendido y denunciado en todos los contextos territoriales y no sólo en las clases socialmente más pobres.

Datos específicos

En cuanto a algunos datos concretos, parece que, si bien por un lado el tamaño de las familias constituye un recurso relacional objetivo, también es un factor potencial de vulnerabilidad. El reducido tamaño de los hogares en Italia y España, emblemas del envejecimiento y la caída de la natalidad en Europa Occidental, confirman una tendencia demográfica negativa.

Tasa de fecundidad y jóvenes

En África tenemos que el número medio de miembros de la familia va de 5,2 en Benín a 3,4 en Sudáfrica, una población menor de quince años que oscila entre el 42,4% y el 28,1% y una tasa de fecundidad entre 4,9 y 2,4. En América, con la excepción de Haití (4,3 miembros de media por familia), oscila entre los 3,3 de Brasil (donde la población menor de 15 años alcanza el 47,2%) y los 3,7 de México. El porcentaje de jóvenes es menor en Chile (20,4%), mientras que la tasa de fecundidad oscila entre 1,6 en Chile, 2,2 en México y 3 en Haití.


En Asia, las familias más numerosas son las de India (4,8 miembros y 2,2 de tasa de fecundidad, con un 27% de niños), las más pequeñas las de Líbano (3,8 miembros, con un 26,1% de población joven y 2,1 de tasa de fecundidad), mientras que en Qatar hay 4,7 miembros por familia, pero sólo un 13,5% de población joven y apenas un 1,9 de tasa de fecundidad, frente a la mayor renta per cápita de los países considerados, con 124. 410 dólares (Haití está a la cola con 1.880 dólares per cápita, seguido de Benín con 2.410)

Europa envejece

En Europa, en cambio, no hay diferencias sustanciales entre Italia y España, con, respectivamente, 2,3 y 2,5 miembros por familia, de los cuales sólo el 13-14% de la población es menor de quince años y una tasa de fecundidad de 1,3, muy lejos del umbral que garantiza el relevo generacional (convencionalmente fijado en 2). Un invierno demográfico contra el que es cada vez más urgente encontrar remedios eficaces, apoyando a la familia también en el plano económico.

Madres adolescentes

Por último, en lo que respecta a la vulnerabilidad, los datos confirman que la monoparentalidad es un fenómeno consolidado y no marginal (en torno al 10% del total de los hogares, excepto en la India), y que está vinculada de forma predominante a las madres solteras. Mucho más eficaz aparece, como indicador de vulnerabilidad, la presencia de la maternidad adolescente, que varía de 5,2 casos de embarazo por cada mil chicas adolescentes en Italia a 78 en Benín y 75 en Kenia. Estos casos son muestras de la doble vulnerabilidad que afecta a los sujetos tanto por ser menores como por ser mujeres.