La economía moral como criterio para la bioética

En «That Certain Thing» («Cómo se corta el jamón», 1928) de Frank Capra

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Muchas personas en Navidad tienen casi como un rito más de estas fiestas el ver en familia la película de Frank Capra, Qué bello es vivir (It`s a Wonderful Life, 1946). La cinta del director italiano nos remite a los valores esenciales de la vida. “Nadie es un fracasado si tiene amigos” —así termina la película—, y las relaciones familiares son ese primer laboratorio de preocupación y cuidado por el otro, llamado a impregnar toda la sociedad. Por cierto que el gesto y el mensaje de esta película ha sido muy acertadamente recogido por otra película española reciente, de Juan Manuel Cotelo, Tengamos la fiesta en paz (2021), protagonizada por Teresa Ferrer y Carlos Aguillo, en la que se pone el acento creativamente en la superación de los conflictos conyugales por medio del perdón, o en la subjetividad de otros miembros de la familia, como la abuela o los hijos, que cobran gran protagonismo en la trama, pues son los catalizadores de los procesos de necesidad de reconciliación que vive el matrimonio.

Tanto el clásico de Capra como el llamado a serlo de Juan Manuel Cotelo coinciden en un tema que la bioética no puede dejar de señalar: la incidencia de la economía en las decisiones que se toman con respecto a la familia y a la vida. Y en ambas se contraponen “modos de vivir la libertad en la actividad económica” en los que se respeta los vínculos humanos y familiares, o “modo de explotación”, en los que las figuras de Mr. Potter  (Lionel Barrymore) o el Jefe (el propio Juan Manuel Cotelo) ponen fuera de sí a George Bayley (James Stewart) o al padre de familia (Carlos Aguillo), respectivamente. Hacen visible que no es lo mismo reclamar simplemente una “economía en libertad” —que se puede emplear para cualquier finalidad sin dar más cuentas que el propio deseo— que una “economía moral” —que plantea que la finalidad de la libertad es contribuir al bien común que sustenta el bien de cada familia y de cada persona—.

That Certain Thing fue la primera película que Capra realizó para Columbia

De izquierda a derecha, Harry Cohn, Viola Dana y Frank Capra.

La película de Capra estaba avalada por su manera de concebir el cine[1], presente desde los primeros momentos de su filmografía. Ya en esta misma web lo pudimos justificar recientemente con su trabajo con el cómico Harry Langdon[2]. Ahora lo volvemos a comprobar en That Certain Thing  («Cómo se corta el jamón», 1928) la primera película que el director de origen siciliano realizó para los estudios de Columbia, regentados por un productor tan singular como era Harry Cohn (1891-1958), en los que llegó a alcanzar la fama y el prestigio que hoy se le reconoce. Se ganó el derecho a ser, como indica su biografía, “el nombre delante del título” (Frank Capra’s…)[3].

Contamos en la actualidad con una edición muy cuidada de las veinte películas que Capra realizó para la Columbia, editadas en Blu-ray —nueve también en 4K ultra HD— por Sony, si bien para That Certain Thing la edición sólo es de 64 minutos —aunque con mejor imagen—, por lo que hemos seguido también la de Televista de 86 minutos.

Destacamos este aspecto de la edición porque en ella los historiadores Stan Taffel y Bryan Cooper, al hilo de otras películas de Capra del mismo año —So This Is Love The Way of Strong— realizan unas apreciaciones muy relevantes para nuestro cometido investigador. Estas “quickies”, como se las designa por la rapidez en su ejecución, se realizaron en tiempos en las que ya se habían estrenado películas habladas. The Jazz Singer («El cantor de Jazz»), la primera película con sonido sincronizado se estrenó en 1927. Se podrá comprobar que en That Certain Thing se puede leer lo que pronuncian los actores en muchas ocasiones. ¿Por qué se seguían haciendo estas películas mudas? La respuesta es sencilla: muchas salas de cine, especialmente del mundo rural, no se habían adaptado para poner exponer películas con sonido. Dicho de modo más directo, no habían podido afrontar la correspondiente inversión para realizar el cambio.

Nos encontramos con obras de arte que nos interpelan desde un carácter único y genuino,  como le gusta repetir a Stanley Cavell, desde su candor

El dato es significativo, porque por un lado pone de relieve el carácter bifronte del cine como arte e industria, lo que lo hace un testigo particularmente elocuente acerca de las relaciones de la economía con la persona. Pero al mismo tiempo nos hace conscientes de que recuperamos estas películas para verlas de un modo por completo inesperado para aquellos que las concibieron y realizaron. Donde aquellos se resignaban a hacer un arte efímero, que pronto caería en el olvido, hoy los que las disfrutamos y estudiamos nos encontramos con obras de arte que nos interpelan desde un carácter único y genuino,  como le gusta repetir a Stanley Cavell, desde su candor[4].

En consecuencia, dedicarse a ver estas películas pone de relieve que en primer lugar, el éxito del momento de una película[5] puede ser algo para tener en cuenta, pero no encierra en sí mismo todas las posibilidades de valor del filme, por más que los propios directores, productores y actores del momento lo pudieran vivir así. Y en segundo lugar, nos confiere a quienes nos dedicamos a su visionado la reconfortante condición de “buscadores de tesoros”, pues tenemos la oportunidad de ver una obra así que ha podido poder pasar desapercibida a la mirada de otros.

“Tener hijos a la carta es la clara expresión de la cultura capitalista en el ámbito procreativo”

That Certain Thing es una oportunidad magnífica para esclarecer una diferencia fundamental en bioética, como es la que existe entre “economía de mercado” y “capitalismo”. Algo que puede apreciarse en el relieve que tiene cuando en fechas recientes, Vicente Bellver, catedrático de Filosofía del Derecho y profesor del Máster en Bioética, ha denunciado en un Debate bioético. Recogemos el tenor de la pregunta y de la respuesta.

Entrevistador: Imaginemos que la cosa fuese mucho peor, que se permitiese la edición genética con fines de selección humana o para satisfacer el capricho de unos padres que quieren que su hijo tenga los ojos azules. No son pocas las voces que aprueban este planteamiento.

Vicente Bellver: “Considerar la edición genética como una oportunidad de los padres para tener hijos a la carta, definiendo las características que consideran mejores para sus hijos y su descendencia, es un simple ejercicio de arrogancia y la clara expresión de la cultura capitalista en el ámbito procreativo. Cultura en la que uno busca productos de calidad, productos seguros, productos que le satisfagan. El problema se halla en que la relación paternofilial no se ajusta en absoluto a esos patrones.”[6]

Detrás de estos planteamientos se encuentran las tesis maravillosamente justificadas por el maestro común del profesor Bellver y de quien escribe, el catedrático emérito de Filosofía del Derecho, Jesús Ballesteros, quien ha expuesto las razones que diferencian la economía de mercado del capitalismo[7]. En síntesis se trata de reconocer que la economía de mercado hace posible una libertad igualitaria cuando se reconoce la iniciativa creativa y las obligaciones con respecto al bien común. Ambas notas desaparecen cuando la acumulación de trabajo que es el capital busca desarrollar una lógica autónoma y auto suficiente, financiera exclusivamente, dando lugar al capitalismo que, como ha señalado Bellver en sintonía con el papa Francisco, busca colonizar todos los aspectos de la vida.

Los fenómenos de orden económico son pensables sólo como actividad del hombre, un ser moral y capaz de someter todas sus acciones a los motivos del bien puro.

Contundentemente ya había señalado en esa dirección el filósofo ruso Vladímir Soloviov.

Puesto que la subordinación de los intereses y las relaciones materiales en la sociedad humana a ciertas leyes económicas especiales que actúan por sí mismas es sólo la ficción de una mala metafísica sin sombra de fundamento en la realidad, queda en pie la exigencia general de la razón y la conciencia moral de que este ámbito se subordine al principio moral superior, para que la sociedad, también en su vida económica, sea la realización organizada del bien.

Ni hay ni puede haber leyes económicas autónomas, ni necesidad económica alguna, porque los fenómenos de orden económico son pensables sólo como actividad del hombre, un ser moral y capaz de someter todas sus acciones a los motivos del bien puro. Para el hombre como tal sólo existe una ley autónoma y absoluta: la ley moral, del mismo modo que la única necesidad para él es la necesidad moral.[8] (Soloviov 2012: 395-396)

El resumen del argumento para Harry Cohn

En su autobiografía Capra refleja cómo resumió el argumento de lo que tenía pensado para la película de modo que convenció a Harry Cohn. Es lo que llevó a la pantalla con algunas pequeñas variaciones. Jaime Iglesias Gamboa[9] apunta que el dueño de Columbia se quedó entusiasmado con éste porque se veía proyectado en sus propios comienzos como empresario.

Un rico miembro de la alta sociedad es propietario de una gran cadena de restaurantes. Sólo tiene un hijo y desea prepararlo para que se haga cargo de los restaurantes. El hijo no está por la labor. Se siente más interesado por una chica del otro lado de la calle. El viejo echa humo. El joven insiste. El padre lo deja sin un centavo y lo echa de casa. Chico y chica no tienen dinero para casarse. Pero tienen una idea… ¡cajas con comidas preparadas! Hacen algunas. Al medio día las llevan por ahí en el destartalado coche de ella para venderlas a los obreros. Las comidas preparadas son un éxito. Crecen y crecen hasta convertirse en un gran negocio…, que desbanca a los restaurantes del padre. El viejo se rinde. Pide a los propietarios del negocio de comidas preparadas iniciar conversaciones para una fusión. Se siente impresionado cuando descubre que los propietarios son su hijo y la chica. Los dos negocios se funden, el chico y la chica se casan, el chico se convierte en presidente de la nueva empresa…[10]

El sueño de Molly de casarse con un millonario

Los cambios que Capra fue introduciendo sobre ese esquema inicial tienen relación sobre todo con el mundo interior de los personajes. Lo suyo es una historia de amor bien contextualizada socialmente, pero con protagonismo de personas únicas e irrepetibles. Podemos enumerarlos de este modo. Comenzaremos con el sueño de Molly de casarse con un millonario.

  1. Molly Kelly (Viola Dana) aparece como una joven de clase humilde. Es hija de una madre viuda y se hace cargo de los dos hermanos pequeños. Los ingresos en su humilde hogar proceden de su trabajo como empleada en el estanco de un hotel. Todo su sueño es casarse con un millonario para salir de la pobreza
  2. Andy B. Charles (Ralph Graves) es un hijo vivir y juerguista. “Quiere tanto a su padre —-nos dice un letrero— que siempre brinda a su salud.” Su padre, A-B. Charles Sr. (Burr McIntosh) que es un empresario con una posición de dominio en su negocio —“pensaba que comer demasiado era peligros: de ese modo fue como hizo una fortuna dirigiendo restaurantes”, se nos apunta, es decir, que vendía cara poca comida—, busca que Andy comience a trabajar en uno de sus locales.
  • El encuentro entre Molly y Andy es fortuito. Se chocan a la puerta del hotel donde ella trabaja. Caen al suelo. Y desde allí él se queda prendado por ella, además en un contexto de humildad. Guardini expuso de modo casi insuperable:

La belleza es el modo que tiene el ser de cobrar un rostro ante el corazón y con él hacérsele elocuente. En la belleza hácese el ser poderoso por el amor y al conmover al corazón y la sangre conmueve, asimismo, al espíritu.[11]

  1. Molly no muestra interés hacia él, hasta que descubre que se trata del hijo del millonario empresario. Entonces pone todo su interés en conquistarlo. El joven la invita a cenar y bailar, y Molly pide ayuda a los vecinos para que pueda vestir como lo pide la ocasión. Cuando Andy va a recogerla en un lujoso coche, ella se exhibe con ostentación ante los vecinos.
  2. La cena muestra que están hechos el uno para la otra, o viceversa. Capra lo muestra por medio de unos besos delicados… para los que pudorosamente piden a un camarero (Russ Powell) que haga de mampara. Andy le pide matrimonio esa misma noche y ella acepta encantada. Se casan y ella lo comunica a su madre, para alborozo de ella y de sus vecinos en el teléfono comunitario.

Molly tendrá que comprobar si quiere a Andy por él mismo, o por su dinero

Pero ese sueño va a pasar por la prueba. Molly tendrá que comprobar si quiere a Andy por él mismo, o por su dinero.

  1. A la mañana siguiente de su noche de bodas, Andy rodea a Molly de lujosos regalos. Pero pronto los tendrá que devolver porque su padre no hace cargo de las facturas. Considera que se ha casado con una “gold-digger”, cazafortunas.
  • Cuando ella se entera de que además Andy ha sido desheredado, decide abandonarlo para no perjudicarle. Los vecinos se enteran por la prensa de que el sueño de Molly se ha hecho añicos, la reciben con un sarcasmo cruel. Ella además aparece bajo una copiosa lluvia —signo de purificación y vida para Capra—por lo que le recriminan que pueda haberse estropeado la ropa prestada. Donde antes hubo exhibición de superioridad ahora Molly recibe una contrapartida amarga. Sólo su madre, Maggie Kelly (Aggie Herring) la defiende de modo incondicional.
  • También para Andy se produce una purificación. Acude donde ella y le muestra que también le ama. Y busca poderla sostener a través de su trabajo.

La iniciativa económica de Andy, ejecutada por Molly

La fase final de triunfo del amor vendrá por la parte del trabajo, o mejor, de la iniciativa económica de Andy, ejecutada por Molly. Aquí el relato es fiel a lo que anticipó Capra. Sólo hay que apuntar pequeños detalles.

  1. Andy ve que los obreros con los que ha estado trabajando han ido a un restaurante de su padre, y se han quedado con hambre. En cambio él ha comido opíparamente con lo que le ha servido Molly en una caja. De ahí surge la idea de un negocio de distribución de comidas preparadas, que pronto es un éxito, si bien pueden tener problemas para pagar las nóminas por haber invertido mucho en equipamiento.
  2. El padre se siente amenazado y decide comprar el negocio de las comidas preparadas. Molly, aconsejada por Andy, negocia con él con firmeza, y consigue una venta por cien mil dólares. El padre pone como condición que su hijo sea el director general de la empresa. Y alaba a Molly diciendo a Andy que si se hubiese casado con ella en lugar de con la cazafortunas, le hubiese dado otra tanta cantidad. En ese momento Molly enseña su anillo y el padre, feliz, se ve obligado a cumplir con la promesa, y firma otro cheque.
  3. Finalmente A.B. Charles pregunta a Molly cuál s el éxito de su producto y ella contesta con seguridad que se trata de cotar el jamón más grueso que lo hacían en los restaurantes de AB. Charles.

Conclusión

Michel Cieutat critica el final. Afirma que “Andy y Molly, como Capra, creen en la igualdad de oportunidades para todos, pero son incapaces de admitir que el capitalismo engendrado por el puritanismo conduce inexorablemente al darwinismo social” [12]. Creemos que no lee bien el final de la película. Es la lógica del cuidado y la reconciliación familiar la que se pone por encima de la lógica económica, guiándola. La empresa de Molly tenía un perfil más humano como comunidad de trabajadores y como servicio de calidad. A. B. Charles comienza a ver que ese es el futuro. Lo mismo que viera Capra y no dejó de propugnar en ningún momento: recuperar el sentido humano y moral de la economía de mercado.


En un escrito anterior sintetizábamos de este modo la aportación de That Certain Thing, en lo que nos parece una mejor lectura en sintonía con otros expertos como Raymond Carney o Chales Maland[13].

De una manera sutil, Capra ya está proyectando sus convicciones: a) Una temprana percepción de la reversibilidad de los roles masculino/femenino en el trabajo, basada en el reconocimiento de que el talento de la mujer no queda restringido a la solución de problemas domésticos; b) que el mercado, en algunos casos, pueda permitir la igualación social a través del éxito económico, lo cual constituye su mayor virtud frente a otros modelos económicos más rígidos que perpetúan la discriminación social; c) la igualdad como personas y la complementariedad esponsalicia del varón y la mujer a través del desvelamiento mutuo más profundo de su rostro, especialmente del femenino: las crisis vividas no han sido en vano, pues han permitido un desarrollo personal, una maduración interior, y exterior, que les permiten descubrirse mejor el uno al otro.[14]

Sólo una economía basada en un uso solidario y responsable de la libertad favorecerá que la bioética sea eficaz a la hora de prevenir y remediar nuevas explotaciones de la vida de los más indefensos.

Jose Alfredo Peris-Cancio – Profesor e investigador en Filosofía y Cine – Miembro del Observatorio de Bioética – Universidad Católica de Valencia

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[1] Algo que también se aprecia en la trayectoria de Juan Manuel Cotelo (Madrid, 1966).

[2] Inocencia, resiliencia y transformación en «The Strong Man»  («El hombre cañón», 1926), https://www.observatoriobioetica.org/2024/10/inocencia-resiliencia-y-transformacion-en-the-strong-man-el-hombre-canon-1926/10002

[3] Capra, F. (1997). The Name above the Title: an Autobiography. New York: Da Capro Press. [Hay traducción española, Capra, F. (2007). Frank Capra. El nombre delante del título. Madrid: T&B Editores.] Es una lectura muy recomendable, en la que las peripecias entre Capra y Cohn se encuentran ampliamente recogidas.

[4] Cfr. Cavell, S. (1979b). The World Viewed. Reflections on the Ontology of Film. Enlarged edition. Cambridge, Massachusetts / London, England: Harvard University Press. [Cavell, S. (2017). El mundo visto. Reflexiones sobre la ontología del cine. (A. Fernández Díez, Trad.). Córdoba: Universidad de Córdoba].

[5] Ni los “likes” de la actualidad.

[6] https://www.ucv.es/actualidad/todas-las-noticias/vicente-bellver-tener-hijos-a-la-carta-es-la-clara-expresion-de-la-cultura-capitalista-en-el-ambito-procreativo

[7] Resulta imprescindible acudir a su obra, que sólo podemos dejar apuntada. Cfr. Ballesteros, J. (2013).” Contra la financiarización de la economía y la mercantilización de la sociedad”. Anuario de la Facultade de Dereito de la Universidade da Coruña, 55-68; Ballesteros, J. (2018). “Derechos sociales y deuda. Entre capitalismo y economía de mercado”. Cuadernos electrónicos de filosofía del derecho(37), 1-21. Ambos han sido recogidos en su obra recopilatoria, Ballesteros, J. (2021). Domeñar las finanzas, cuidar la naturaleza. Valencia: Tirant Humanidades.

[8] Soloviov, V. (2012). La justificación del bien. Ensayo de filosofía moral. (C. H. Martín, Trad.) Salamanca: Sígueme, pp. 395-396.

[9] Iglesias Gamboa, J. (2022). Cómo se corta el jamón. En VV.AA., El universo de Frank Capra (págs. 18-21). Madrid: Notorious, p. 21.

[10] Capra, F. (2007). Frank Capra. El nombre delante…, cit., p. 111.

[11] Guardini, R. (1954). El universo religioso de Dostoyevski. (A. L. Bixio, Trad.) Buenos Aires: Emecé, p. 272.

[12] Cieutat, M. (1990). Frank Capra. Barcelona: Cinema Club Collection, pp. 118-119.

[13] Cfr. Carney, R. (1986). American Vision. The Films of Frank Capra. Cambridge, London, New York, New Rochelle, Melbourne, Sydney.: Cambridge University Press, pp. 61-81; Maland, C. J. (1980). Frank Capra. Boston: Twayne Publishers, p. 41.

[14] Sanmartín Esplugues, J., & Peris-Cancio, J.-A. (2017b). Cuadernos de Filosofía y Cine 02. Los principios personalistas en la filmografía de Frank Capra. Valencia: Universidad Católica de Valencia San Vicente Mártir, pp. 37-38.