La deshumanización del rostro humano como desafío para la bioética
«The Way of the Strong» (1928)

Otra película de Capra milagrosamente recuperada y también sobre “el verdadero rostro humano”
Como sucedía con la anterior película de Capra, es decir, con «The Matinee Idol»[1] (1928), también en el caso de «The Way of the Strong» (1928) nos encontramos con una cinta que se creía perdida. Los historiadores del cine Stan Taffel y Bryan Cooper, en su video comentario de la película[2], no dudan en calificar de milagro a su recuperación. Se encontró una copia en los Países Bajos, con intertítulos en holandés. El trabajo de restauración no se limitó a optimizar el nitrato de la copia encontrada. Era necesaria una nueva redacción de los textos, ya que la versión holandesa era muy defectuosa. Hasta el punto de, por ejemplo, cambiar el nombre del protagonista de “Handsome” por el de Johnny, desactivando así la paradoja principal de la trama. Es decir, que un gánster con un rostro deformado que recibe el nombre de, traducido del inglés, “Guapo”.
No acaban aquí las semejanzas entre las dos películas que se produjeron sucesivamente en 1928, en unos meses de creatividad verdaderamente prodigiosos del director de origen italiano. Ambas forman en cierto modo un díptico acerca de lo que podríamos designar como “el verdadero rostro humano”, lo que constituye un auténtico desafío para la bioética, en tiempos de creciente amenaza de deshumanización. En «The Matinee Idol» el riesgo era la máscara, la ocultación o el disimulo sobre la auténtica identidad. En «The Way of the Strong» el asunto es más sórdido porque la pregunta es acerca de un modo de vivir que deforma la propia imagen de la humanidad en las personas. Handsome Williams no es alguien simplemente deforme. Es el resultado de un modo de vivir, el gansterismo, en el que el “camino de la fuerza” apenas deja resquicios para la bondad y la razón humanas.
¿Una película de Capra con el humor desterrado?
Creemos que esta manera de enfocar «The Way of the Strong» resulta la más adecuada. Podemos contraponerla con otra. Jaime Iglesias Gamboa, por ejemplo, sostiene que “este filme marca un punto de inflexión en la carrera de Frank Capra por cuanto representa la primera de sus películas donde el humor aparece completamente desterrado de su trama”.[3] Aunque el estudio del cine clásico de Hollywood acierta al sostener que no por ello es una cinta menos propia de Capra, no reconoce que la película no carece de momentos de humor: Handsome Williams (Mitchell Lewis) bromea con facilidad con sus subordinados, y de una manera explícita Capra establece un gag visual al medir el anillo que piensa regalar a su enamorada, la violinista Nora (Alice Day). No se le ocurre otro medio mejor al mafioso, tras probar con su propia sortija, con un lápiz y un puro, que hacer uso del cañón de su pistola. Efectivamente funciona, y cuando acude a la tienda y se lo muestra al joyero, este alza las manos horrorizado pensando que se trata de un asalto.
Estamos ante un golpe cómico muy revelador, en cierto modo el resumen de la propia y contradictoria condición de Handsome, un mafioso, que compite con otras bandas de contrabandistas en los años de la ley seca. Pero que custodia para sí un buen corazón que se expresa cuando todas las noches hacia las nueve acude escuchar a Nora, la violinista ciega. Un refugio de sensibilidad que guarda en secreto. Hasta que la cantante de su club, Marie (Margaret Livingstone) lo descubre. Y como es una infiltrada del gánster rival Tiger Louie (William Bailey) de la que es su amante, lo avisa para que aproveche el momento para ametrallarle. Handsome consigue librarse, pero Nora cae desmayada por la impresión. Handsome se la lleva a su club, la atiende y le propone que actúe en el local. Otro momento humorístico en el que Handsome consigue que sus clientes dejen el jazz para apreciar el nocturno de Liszt, Liebestraum, Sueños de Amor, interpretado al violín por Dana y acompañada al piano por Dan (Theodor von Elz). Aunque tenga que forzar un tanto la voluntad de algunos díscolos.
“Handsome Williams podía soportar cualquier cosa, salvo el espectáculo de su propia cara”
La doble condición del protagonista, su fortaleza y su incapacidad para aceptar su propia imagen es la clave de la película. El texto que lo presenta es claro: “Handsome Williams podía soportar
Cuando Handsome rescata a Nora y se la lleva a su local, el contraste entre ambos modos de entender la vida se hace manifiesto. Para reanimarla está tentado de acercarle whisky, pero lo arroja al suelo arrepentido y le ofrece agua. A continuación, con inocencia le manifiesta cuando ella vuelve en sí “que debería haber una ley contra el disparar por las calles”. Le confiesa que “podría estar escuchándola horas”. Significativamente, un plano nos muestra cómo se acaricia la cara ante ella, sin duda liberado porque ella no lo pueda ver. Le pide que toque y mientras lo hace, se da cuenta de la presencia de un cuadrito erótico que pendía de la pared de su salón y lo arroja al suelo pudorosamente. Cuando ella termina de interpretar una música melancólica, el diálogo es muy expresivo, de dos modos casi antagónicos de situarse ante la vida.
Handsome Williams: “No es muy bueno para ti estar sola… tocando por las calles de noche.”
Nora: “Siempre es de noche para mí. Pero no me importa, la gente es tan amable.”
Handsome Williams: “Te pagaré bien, si tocas en mi café.”
Nora representa para él una doble ilusión: gozar de un mundo de altura espiritual, con la belleza del rostro de la mujer y la música clásica y poderlo hacer sin ser visto por ella. Cuando Marie presencia la primera actuación de Nora en el local de Handsome Williams no duda en restregarle esto último: “Té estas prendado por ella, ¿no Handsome? Tienes suerte que no pueda verte esa cara que tienes”. Capra no vacila a la hora den hacer ver que los demás ven completamente monstruosa la cara del mafioso y con crueldad manifiesta no dudan en burlarse en su cara.
“Si alguna vez le dices a ella cómo realmente parezco, te mataré”
Ese mundo endurecido en el que el mafioso vive sus días, tiene un rayo de luz con la presencia de Nora, ahora incrementado por la cercanía de la chica, contratada para amenizar el repertorio del café. En la entrada de su local hay una anciana que vende flores —otro signo de candor— y aprovechando que expulsaba a unos gamberros que habían intentado propasarse con Nora, el gánster compra un ramillete para la chica con la intención de disculparse y de garantizarle que algo así no volvería a ocurrir. Al recibirlo ella se pregunta conmovida: “Oh, Handsome, está siempre haciéndome algo encantador… ¿Por qué eres tan bueno conmigo?” Movida por esta gratitud quiere saber cómo es su rostro, que se lo imagina completamente ideal. En una de las escenas más conmovedoras de la película —y para algunos comentaristas de todo el cine de Capra— ella le persigue para palpar su cara con sus manos y confirmar así la belleza que presiente en el rostro del que ya comienza a ser su amado[5]. Como un nuevo Cyrano de Bergerac, Handsome Williams fuerza su amigo el pianista Dan (Theodor von Eltz) para que ocupe su lugar, y ella pueda acariciar su agraciado rostro tomándolo por el suyo. Nora se hace una agradable composición de su armonía y nobleza.
Comienza así un singular triángulo amoroso. Handsome Williams amenaza a su amigo: “Si alguna vez le dices a ella cómo realmente parezco, te mataré.” Dan sin dudar un instante responde: “¿Sería un buen tipo si te traicionase después de todo lo que has hecho por mí?” Y el mafioso cierra con algo de ironía, en este caso alegre porque cree que el truco ha funcionado: “Bueno, mantén tu cara afeitada. No se pude decir cuando la voy a necesitar.” Sin embargo, ese equilibro resultará imposible porque el propio Dan se enamorará de Nora, quien también le muestra un afecto más íntimo con besos y caricias pensando que es Handsome. En la escena citada de la compra del anillo, el gánster y la chica venían felices de pasárselo de maravilla en la feria. Mientras ella se recuperaba, Handsome hace las compras propias de un gran amante según el pequeño libro que le regala el joyero, GREAT LOVERS. A Guide to Romance: “anillo, flores, perfume y un abrigo de pieles”. Mientras Nora se ha quedado dormida en el apartamento, y Dan la arropa con una manta y le pone un taburete en los pies. Ella cree que es Handsome y se asombra de que sea tan silencioso. Dan, para no delatarse con palabra, le acaricia y besa el brazo. Él hace lo propio en sus labios.
“Dan, si tú eres la mitad de bueno con ella de lo que yo quise ser… no me debes nada”
En ese momento Marie aparece con los esbirros de Tiger Louie, que la secuestran. Capra muestra magistralmente el reino de sombras que conlleva la acción, con un plano del pasillo y la presencia de la traidora. Con ello el mafioso rival consigue el golpe perfecto: Handsome no interferirá su planes mientras tenga a la chica.
Tiger Louie, en una de las escenas más duras del cine de Capra, intenta hacer todavía más daño a su rival y se acerca a la habitación donde mantiene retenida a Nora, con intención de violarla. A
Las escenas siguientes, sin intertítulos, muestran la pelea entre ambas bandas, y la huida final de Nora y Handsome, a los que rescata Dan, y a pesar de que unas escenas antes el gánster le había golpeado, porque el pianista le había confesado que la amaba también. Huyen en un coche. Van los tres en el asiento de delante. Nora desmayada y Dan también, ya que había sido herido en un brazo mientras liberaba a Handsome. Cerca de un río, el mafioso para y coge agua de la corriente con una lata para espabilarlos. Cuando Nora vuelve en sí, acaricia el rostro de Handsome y reacciona horrorizada. Es la primera vez que lo hace y considera que no puede ser el de su amado. Se gira hacia el otro lado, acaricia a Dan, y se pone en su regazo segura y reconfortada, mientras ambos amigos intercambian miradas significativas sobre quien prefiere la chica libremente.
En ese momento, Handsome hace una renuncia completa en favor de Nora. Le pide a su amigo que se vayan por el camino de al lado, mientras él seguirá atrayendo al coche de policía que le persigue. Marie, de nuevo arrepentida, pero esta vez de haber traicionado a Louie, delata a Handsome indicando a los agentes que él ha sido quien le ha abatido. El gánster, antes de separarse de Nora y Dan, le da al pianista el anillo que había comprado para Nora. Y le sentencia: “Dan, si tú eres la mitad de bueno con ella de lo que yo quise ser… no me debes nada.” Y se dan la mano.
El mafioso sigue huyendo. Sabe que ya no tiene escapatoria y asume que tiene pleno sentido dar su vida por Nora… y Dan. Cuando ve su rostro en el retrovisor exclama: “¿Guapo, eh? Ni siquiera una chica ciega podría soportar ese asqueroso careto.” Lo rompe de un puñetazo y a continuación apunta la pistola contra su rostro. Como consecuencia del disparo, el coche cae al río junto al camino. La policía, al llegar al lugar, sale a ver lo que ha pasado. Y lo último que ve sobre las aguas es la portada del librito: GREAT LOVERS. A Guide to Romance. Capra quiere que retengamos que antes de una historia de crímenes y delitos nos ha expuesto una historia de amor.
Estar ante un rostro representa una invitación para actuar de manera responsable
Handsome Williams ha querido completar su sacrificio, con voluntad de reparación, y de salir del fatalismo de la cultura de la muerte en la que está inserto, apostando por la vida de los otros. Dan y Nora han podido escapar sin que se les asocie con él. Pero es mucho más. En un momento de lucidez ha recapacitado sobre cómo se estaba equivocando en su actuación con Nora. Su estratagema para seguir junto a ella —haciéndole creer que su cara era la de Dan— era un abuso en toda regla con respecto a la ceguera de la mujer y su candor. Y no sólo eso. Quizás de una manera más decisiva se daba un reconocimiento de que lo que afeaba su cara no eran tanto sus deformidades y cicatrices como su modo de vivir, basado en la extorsión y el engaño, la violencia y la intimidación. Sus buenos sentimientos, hacia Nora, Dan y otras personas —no falta en la película una escena en la que da una moneda a alguien que sentado en una mesa no parece disponer de recursos para consumir— no compensaban la malicia estructural de la que formaba parte.
Catalina Elena Dobre, sintetizando las ideas de Max Picard en su obra Das Menschen Gesicht[6] apunta muy acertadamente que el rostro es algo que se vive comunitariamente, por lo que una comunidad de mafiosos —o una sociedad obcecada con la cultura de la muerte— lo acaban destruyendo.
Esta Imago Dei, con la cual el ser humano viene ya dotado en su rostro como el más hermoso regalo, implica también una responsabilidad que se tiene que llevar a cabo en el modo de ser del hombre con los demás y con la creación entera. Es por ello que un rostro humano revela su verdadera belleza sólo en la comunidad; ahí, cuando está frente a frente con otro rostro humano. El verdadero valor del rostro humano se muestra solo en la comunidad y es donde empieza la labor ética, porque estar ante un rostro representa una invitación para actuar de manera responsable.[7]
Breve conclusión
En conclusión, Capra, hace cerca ya de un siglo, encontraba en el cine un medio particularmente apto para hacernos una advertencia sobre la pérdida del rostro, o mejor, sobre nuestra
Se acabaron los retratos, nuestro mundo está sin imagen: los hombres han perdido la fuerza que emana de la imagen; el hecho de que los hombres estén juntos ya no tiene tampoco una gran virtud, porque carecen de rostro, de gestos, de carácter, y han perdido la posibilidad de convertirse en una imagen, en un retrato, en una semejanza, y en al alma misma. Y, por supuesto, lo somático comienza a dominar: los genes y el peso de la herencia toman el ritmo y eso es lo que ahora da forma al hombre. Y ni siquiera es un problema si las teorías científicas de la herencia hacen su aparición cuando desparece la Imagen.[9]
Como para pensarlo y no dejarse llevar por la ola dominante, sino apostar con decisión por una ciencia que se inspire sin ambigüedad en la cultura de la vida.
Gracia Prats-Arolas – Profesora e investigadora en Filosofía y Cine – Universidad Católica de Valencia
Jose Alfredo Peris-Cancio – Profesor e investigador en Filosofía y Cine – Miembro del Observatorio de Bioética – Universidad Católica de Valencia
***
[1] Cfr. en esta misma web, La contraposición entre rostro y máscara y su importancia para la bioética en «The Matinee Idol» («El teatro de Minnie», 1938)
[2] Edición en Blu-ray de Sony, 2024.
[3] Iglesias Gamboa, J. (2022). The Way of the Strong. En VV.AA., El universo de Frank Capra (págs. 30-33). Madrid: Notorious Ediciones, p. 30.
[4] En este caso y en los demás, traducimos los intertítulos en la versión inglesa.
[5] Raymond Carney considera que la contraposición de esta película con City Lights (Luces en la ciudad, 1931) de Chaplin, dos años posterior, es la clave de The Way of the Strong como contraposición entre “ceguera y visión”. Cfr. Carney, R. (1986). American Vision. The Films of Frank Capra. Cambridge, London, New York, New Rochelle, Melbourne, Sidney: Cambridge University Press. (pp. 82-98). A nuestro juicio, es un elemento revelador pero no el definitivo. Como estamos mostrando a Handsome Williams más le importa Nora y su inocencia que el hecho de que sea ciega. Que pueda ser visto como un vagabundo y no como un rico como temía el personaje de Chaplin, era sin comparación más salvable que la posibilidad de que Nora reconociese en él un hombre violento que vive de la guerra entre bandas mafiosas.
[6] Picard, M. (1929). Das Menschen Gesicht. München: Delphin-Verlag. Dobre sigue la traducción inglesa: Picard, M. (1931). The Human Face. London: Cassell and Company Limited.
[7] Dobre, C. E. (2020). Max Picard. La filosofía como renacer espiritual. Ciudad de México: 2020, p. 72. Conviene reflejar aquí la influencia que Picard ejerció sobre la filosofía de Enmanuel Levinas. Cfr. Sansonetti, G. (2011). Il Volto tra immagine e tracia: Max Picard ed Emmanuel Levinas. En S. Zucal, & D. Vinci, Come all’inizio del mondo. Il pensiero di Max Picard (págs. 69-76). Trapani: Il Pozzo di Giacobbe.
[8] Picard, M. (1947). Hitler In Our Selves. (H. Hauser, Trad.) Hinsdale, Illinois: Henry Regnery Company. Edición francesa, con el significativo título de “El hombre de la nada”: Picard, M. (2024). L’homme du néant. (J. Rousset, Trad.) Chêne-Bourg, Suisse: La Baconnière.
[9] Marcel, G., & Picard, M. (2006). Correspondence 1947-1965. Paris: L’Harmattan, p. 96.
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