Fernando Moreno, doctor en Educación, ofrece este artículo titulado “La catequesis comienza por formar a los catequistas”.
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El término “formación” aparece 185 veces en el texto del Directorio para la Catequesis (2020). Dedica un capítulo completo (el cuarto) a la formación de los catequistas, que el propio Directorio considera importante en orden a la renovación de la catequesis.
Vale la pena leer ese capítulo cuarto para percibir la riqueza y profundidad con que el Magisterio aborda esta cuestión; pero la simple lectura puede conducir a la falsa impresión de que se trata de recomendaciones teóricas o, en el mejor de los casos, de propuestas muy alejadas de su realización en el tiempo. Por eso, creo que el tema merece una consideración práctica para hacer frente a los problemas y retos reales. Por las aulas del proyecto #BeCaT (https://becat.online) han pasado en los últimos años más de 15.000 catequistas de 23 países, de los que la mitad han obtenido algún certificado. Desde esa experiencia, me atrevo a ofrecer unas ideas que espero que sirvan de ayuda:
- La formación cultural y doctrinal de la mayor parte de los catequistas clama al cielo por medidas urgentes de mejora. Que la catequesis sea impartida por voluntarios no equivale a que todos los voluntarios tengan la preparación mínima suficiente para enseñar a otros. Son abundantes los catequistas avanzados en edad que se cierran en banda a renovar sus métodos y plantearse objetivos nuevos. Y, en el otro extremo, con frecuencia se echa mano de jóvenes que acaban de recibir el sacramento de la Confirmación, sin más apoyo que el de su ilusión, como si la ilusión fuera convalidable por la formación teológica, humana y pedagógica.
- La disposición para aprender y para dedicar tiempo a la autoformación es imprescindible. Buena parte de los catequistas que han pasado por las aulas de #BeCaT lo ha hecho a título propio, por interés personal y sin que nadie (diócesis o parroquia) se lo pidiera. Pero también hay que constatar que un número todavía mayor de catequistas convive plácidamente con un nivel sorprendente de ignorancia. En la Presentación, el Directorio afirma de forma rotunda que “solo los catequistas que viven su ministerio como vocación contribuyen a la eficacia de la catequesis”. Me pregunto si se les están ofreciendo los medios adecuados y se les insiste en que los aprovechen, apelando a su sentido de responsabilidad y a la vocación a la que han sido llamados.
- La ignorancia se traduce con frecuencia en incoherencia. Sorprende advertir que personas que públicamente no viven de acuerdo con la fe católica son nombradas catequistas, formadores y acompañantes de católicos. Pone de manifiesto la poca atención que se presta a la catequesis en los lugares donde esto ocurre.
- ¿Faltan recursos? Si una diócesis no dispusiera de los recursos necesarios (escuela de catequistas, formadores bien preparados, etc.), la animo a que acuda a #BeCaT para solicitar ayuda (ver formas en que podemos ayudar [https://becat.online/ARCHIVOS/colaboracion-diocesis-parroquias.pdf]). Todo menos dejar a estos imprescindibles colaboradores sin las herramientas de trabajo que necesitan.
La realidad de lo que se transmite en estas breves reflexiones es de sobra conocida. Como son muchos los frentes abiertos, hasta cierto punto se comprende la respuesta que he escuchado repetidas veces al mencionar el problema: “hagamos lo que podamos”. Pero, honradamente, me parece que podemos hacer más. Del futuro de la catequesis depende, al fin y al cabo, el futuro de la Iglesia.