Desde el 27 de octubre y hasta el 8 de diciembre, la histórica Cátedra de San Pedro se exhibe en la Basílica de San Pedro, ofreciendo a los fieles una oportunidad única para contemplar este símbolo de la primacía del apóstol. El trono, que ha sido retirado de su elegante reliquario de bronce dorado, se coloca en el altar de la Confesión tras la misa presidida por el Papa, marcando el cierre del Sínodo de los Obispos, el primero que se celebra con el baldaquino restaurado.
Una Experiencia Inigualable en la Basílica
Al ingresar en la nave principal de la Basílica de San Pedro, la grandeza del lugar impacta profundamente. La magnitud del espacio transforma nuestra percepción, llevándonos a sentir la magnificencia de la creación. La atención del visitante se dirige inevitablemente hacia dos elementos centrales: el altar de la Cátedra de San Pedro, al fondo, y el altar papal, con su majestuoso baldaquino sobre la tumba del apóstol. Este último será inaugurado durante la misa de clausura del Sínodo, tras nueve meses de cuidadosa restauración. El Papa Francisco tuvo la oportunidad de admirar de cerca la venerada Cátedra en la Sacristía Ottoboni antes de la apertura del Sínodo, y decidió que sería expuesta a la veneración pública al concluir el evento.
Un Símbolo de Amor y Comunidad
La Cátedra y el baldaquino no solo son obras maestras del artista Gian Lorenzo Bernini, sino que también se entrelazan en significado. Desde el momento en que se entra en la basílica, el baldaquino enmarca el altar de la Cátedra, estableciendo una conexión visual y espiritual. El altar papal representa los cimientos de la Iglesia, mientras que la Cátedra simboliza la responsabilidad de los sucesores de Pedro de predicar el Evangelio y guiar al pueblo de Dios. Durante la exposición, el trono de madera que representa esta primacía estará al alcance de los fieles, antes de regresar a su reliquario dorado. Según el cardenal Mauro Gambetti, arcipreste de la basílica, «La antigua Cátedra de Pedro es la Cátedra del Amor», un recordatorio de que solo a través del amor se puede construir una auténtica comunidad cristiana.
Una Obra de Arte con Profundo Significado
El baldaquino, diseñado por Bernini en 1624, fue su primer encargo arquitectónico y se completó en 1633, gracias a la colaboración de su contemporáneo, Francesco Borromini. La complejidad de la obra radica en su integración dentro del imponente espacio de la basílica. Bernini utilizó columnas retorcidas para dar una sensación de ligereza, creando un diálogo visual entre el baldaquino y la Cátedra.
La Cátedra como un Encuentro Espiritual
La antigua Cátedra de San Pedro no solo es un trono; es un símbolo de la autoridad espiritual de los papas y de la tradición que se remonta a los inicios del cristianismo. Según la bula de Benedicto IX de 1037, la entronización del Papa se ha considerado un acto de gran relevancia, y la Cátedra ha llegado a simbolizar el lugar donde San Pedro predicó el Evangelio.
La impresionante escenografía que ofrece Bernini en el ábside de la Basílica de San Pedro invita a los visitantes a una reflexión profunda sobre la conexión entre lo divino y lo humano. Las figuras de teólogos renombrados que flanquean el trono subrayan la misión de los papas: guiar a la comunidad cristiana hacia una relación más profunda con Cristo.