“La Asamblea Eclesial será una ‘pirámide invertida’, todo empieza y acaba con el Pueblo de Dios”. Utilizando esta imagen, el presidente del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM), monseñor Miguel Cabrejos, describió a la agencia SIR la lógica participativa y sinodal que mueve la Asamblea Eclesial de América Latina y el Caribe, que se celebrará del 21 al 28 de noviembre, en la Ciudad de México.
Según informa una nota de ADN CELAM, sistema informativo del CELAM, este es el momento eclesial más importante para la Iglesia en el continente desde los tiempos de Aparecida, pero también, probablemente, el primer gran acontecimiento eclesial de la era post- covid-19, precisamente en el continente que por varios aspectos estuvo más marcado por la pandemia.
En este sentido, las cifras son significativas: alrededor de mil personas: 200 obispos, 200 sacerdotes y diáconos, 200 religiosos y religiosas, 400 laicos y mujeres de diferentes orígenes, incluso personas que se encuentran en situaciones de exclusión. La mayoría participará de forma virtual y unas 50 personas estarán presentes en la sede de Casa Lago, de la Conferencia Episcopal Mexicana.
La preparación del evento se desarrolló durante varios meses y consistió en un proceso de escucha en profundidad, realizado en los distintos países y diócesis. “Participaron unas 70 mil personas y el resultado fue un libro de 220 páginas”, dijo satisfecho monseñor Cabrejos, a quien ADN Celam entrevistó con motivo de la reciente visita al Vaticano de la presidencia de CELAM junto con el primer vicepresidente, el cardenal Odilo Scherer, el arzobispo de Sao Paulo (Brasil) y el secretario general, Monseñor Jorge Eduardo Lozano, arzobispo de San Juan de Cuyo (Argentina).
El legado de Aparecida y la intuición del Papa
Más allá de esta cuestión, la Asamblea está estrechamente vinculada a la Quinta Conferencia General de Obispos Latinoamericanos de Aparecida (2007). Así, el presidente del CELAM explica: “Con motivo de la asamblea electiva de Celam, se dio el mandato a la nueva presidencia de pensar en una sexta Conferencia general”. Asimismo, indican que los tiempos parecían maduros, incluso con respecto al periodo transcurrido entre una y otra de las Conferencias anteriores (Río de Janeiro 1955, Medellín 1968, Puebla 1979, Santo Domingo 1992 y Aparecida 2007).
“Sin embargo, cuando hablé con el Papa Francisco al respecto, señaló que muchas de las ideas de Aparecida aún no se habían desarrollado y concretizado por completo. Aquí nació la idea de la Asamblea eclesial”, acotó. Confirma el secretario general, monseñor Lozano: “El Papa espera mucho de este evento, que es un ejemplo práctico de sinodalidad. Hay que dejar respirar el Espíritu y confiar en el Pueblo de Dios”, añade.
“Cuando yo era obispo auxiliar en Buenos Aires, un párroco le pidió al arzobispo Bergoglio que le diera un criterio para entender si era un buen párroco. Y el futuro Papa Francisco contestó: ‘Cuando la parroquia se sale de control, cuando no la controlas’. Creo que lo mismo debe decirse también de nosotros los obispos”.
Por su parte, el cardenal Scherer agrega: “La Asamblea involucra a todos los miembros de la Iglesia, sentimos que se está produciendo un hecho nuevo. También en Brasil, la participación en la fase de escucha fue generalizada y muy positiva”.
Por una fe encarnada
Además, este acontecimiento eclesial no es algo aislado: llega dos años después del Sínodo de la Amazonía, acompañado también de una gran escucha de las Iglesias locales, y pocos meses después de la culminación del proceso de renovación del CELAM; además, coincide en la práctica con el inicio del Sínodo sobre la sinodalidad convocado por el Papa Francisco.
Asimismo, “la prioridad”, agrega monseñor Cabrejos, “es caminar juntos como Pueblo de Dios, profundizando y concretizando la colegialidad. Estoy seguro de que el Espíritu está soplando, y también lo he visto al respirar el clima de armonía que acompañó a la renovación del CELAM”.
Otro aspecto importante, que surgió del camino de la escucha, es la necesidad de una fe encarnada, como también se originó del extenso camino preparatorio, o se convierte en algo intangible, porque “nuestra Iglesia es hija de la Conferencia de Medellín, que asume el Concilio y enfatiza la opción por los pobres. En los últimos años, a esto se le ha sumado el tema de la casa común”.
También la perspectiva de una fe encarnada, está claramente presente en las ricas y densas 220 páginas resultantes del proceso de escucha. Son tratados temas eclesiales (desde el liderazgo de los laicos y los nuevos ministerios, desde la pastoral urbana hasta el “desafío” que representa el crecimiento de los movimientos neo-evangélicos), pero también muchas cuestiones sociales y económicas, partiendo de niveles inaceptables (especialmente en el Continente que acoge al mayor número de católicos del planeta) de pobreza, violencia, desigualdad, explotación de recursos naturales, delincuencia y narcotráfico.
Otro aspecto a destacar es la modalidad predominantemente virtual del evento, en un momento en el que la pandemia COVID-19, que tanto afectó a América Latina, aún está lejos de ser erradicada. Dice el presidente de CELAM: “En estos casi dos años nuestra actividad no se ha paralizado. En preparación de la Asamblea (que se retrasó un año celebramos 200 reuniones. Algunos lo han criticado, pero la alternativa era parar, en lugar de dar esperanzas. En esta situación, el proceso de escucha fue un gran don del Espíritu”.
“El Espíritu sopla lentamente”
En esta perspectiva de esperanza, es legítimo preguntarse en qué, después de 15 años, la Conferencia de Aparecida, en la que el cardenal Bergoglio jugó un papel clave, sigue “inconclusa”. El cardenal Scherer, que participó en ese encuentro como arzobispo de Sao Paulo, responde: “Fue un hecho extraordinario, lo recuerdo bien, y lo mismo puede decirse del documento final. La asamblea decidió dejar de lado el borrador preexistente del documento final, todo fue reescrito, partiendo de la dinámica de ser discípulos del Señor y misioneros.
El papa Benedicto XVI confirmó la idea clave de que la vida cristiana no parte de una gran idea, sino del encuentro con la persona de Jesús. Se nos sigue pidiendo una conversión pastoral, no pensar en una Iglesia autorreferencial. Aparecida puso mucho énfasis en el espíritu misionero y la relación entre la Iglesia y el mundo. Otro tema que sigue siendo central es el de la formación cristiana, un desafío enorme”.
Entre las iniciativas nacidas de Aparecida hay la de una misión continental, realmente lanzada pero sin grandes retornos. “Nos arriesgamos a entenderlo como un evento, no como un proceso de evangelización. Estamos llamados a una conversión integral y al mismo tiempo pastoral, y debemos recordar que los procesos son largos, el Espíritu sopla lentamente”, concluye monseñor Cabrejos.