29 marzo, 2025

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La amistad en Aristóteles

Entre la virtud, el placer y la utilidad

La amistad en Aristóteles

Aristóteles dedicó los libros VIII y IX de su Ética nicomáquea (Gredos, 2003) a estudiar la amistad. Sus reflexiones iluminan grandemente las relaciones amistosas. Observa, formaliza y ayuda a pensar en las diversas dimensiones de la amistad. Recientemente, la editorial Acantilado ha hecho una nueva edición en español de estos textos (Sobre la amistad. Libros VIII-IX de Ética a Nicómaco, 2025) y, desde luego, no faltan libros de especialistas que vuelven a ésta como a otras virtudes de la ética aristotélica. La trilogía del profesor mexicano Héctor Zagal no tiene pierde en este sentido. El interés por Aristóteles y por la amistad se mantiene.

Considera Aristóteles -uso la versión de Gredos- que la amistad es un modo de ser, estable, duradero que alcanza su cota más alta entre personas buenas y virtuosas: “la amistad perfecta es la de los hombres buenos e iguales en virtud {179}; pues, en la medida en que son buenos, de la misma manera quieren el bien el uno del otro, y tales hombres son buenos en sí mismos; y los que quieren el bien [10] de sus amigos por causa de éstos son los mejores amigos, y están así dispuestos a causa de lo que son y no por accidente; de manera que su amistad permanece mientras son buenos, y la virtud es algo estable”. Esta amistad perfecta tiene otros dos rostros accidentales, aquellas basadas en el deleite de los bienes placenteros (comida, bebida, etc.) o en el intercambio de bienes útiles (do ut des, negocios, bienes mediales). Estas últimas -amistades movedizas, efímeras- tienen plazo de caducidad: el tiempo que dure el deleite o el interés.

La amistad plena, la propia de quienes se esfuerzan por tener en vida buena, es rara, requiere tiempo, contacto, “hasta que cada uno se haya mostrado al otro amable y digno de confianza”. De ahí que los amigos se elijan, siendo lo propio entre ellos aspirar a encontrarse y tratarse: “¿no es verdad que para los amigos el convivir [30] (…). La amistad es, en efecto, una comunidad, y la disposición que uno tiene para consigo la tiene también para el amigo. En cuanto a uno mismo, la sensación de que existe es amable, y así, también, respecto del amigo. Ahora bien, la actividad de esta sensación [35] surge en la convivencia, de modo que verosímilmente los amigos aspiran a ella. (…). [1172a] (…) y, en cada caso, los amigos pasan los días juntos con aquellos que más aman en la vida; porque, queriendo convivir con los amigos, hacen y participan en [5] aquellas cosas que creen que producen la convivencia”.

Esta observación la conocemos por experiencia. Los amigos se buscan, con ellos se está a gusto, compartimos afinidades e intereses comunes y estamos dispuestos a hacerles el bien en razón de sí mismos, en tiempos de bonanza y en tiempos de penuria: somos amigos de verdad, diríamos en lenguaje coloquial.

La amistad es atracción entre personas amables, por sus buenas cualidades. La mala persona, en cambio, “parece que no está dispuesta a amar ni siquiera a sí misma, porque no tiene nada amable. Por consiguiente, si el tener tal disposición es una gran desgracia, debemos hacer todo esfuerzo para evitar la maldad e intentar ser buenos, porque de esta manera no sólo uno puede tener disposiciones amistosas consigo mismo, sino también llegar a ser amigo de otro”. La amistad verdadera se nutre de virtudes, crece con el trato y está abierta al aprendizaje y corrección. Las relaciones tóxicas, en cambio, generan aprendizajes negativos.

De la amistad podemos decir aún más. El sentido cristiano de la amistad aporta nuevas luces, esponja el ámbito relacional y el corazón de los amigos por encima de las medidas y moderadas reflexiones aristotélicas. Es una perspectiva, cuya reflexión dejaré para otra ocasión.

Francisco Bobadilla

Francisco Bobadilla es profesor principal de la Universidad de Piura, donde dicta clases para el pre-grado y posgrado. Interesado en las Humanidades y en la dimensión ética de la conducta humana. Lector habitual, de cuyas lecturas se nutre en gran parte este blog. Es autor, entre otros, de los libros “Pasión por la Excelencia”, “Empresas con alma”, «Progreso económico y desarrollo humano», «El Código da Vinci: de la ficción a la realidad»; «La disponibilidad de los derechos de la personalidad». Abogado y Master en Derecho Civil por la PUCP, doctor en Derecho por la Universidad de Zaragoza; Licenciado en Ciencias de la Información por la Universidad de Piura. Sus temas: pensamiento político y social, ética y cultura, derechos de la persona.