La Alegría de Cristo en Toda Circunstancia

Misa del Papa en Córcega

En el evento público final de su visita de un día a Córcega, el Papa Francisco presidió la Santa Misa en la Plaza d’Austerlitz de Ajaccio. En su homilía, el Santo Padre hizo un llamado a la renovación espiritual y a la expectación gozosa de la venida de Cristo, invitando a los fieles a prepararse con humildad, esperanza y actos de caridad en medio de los desafíos del mundo.

Renovación Espiritual y Conversión

Inspirado en las palabras de Juan el Bautista, quien anunció la llegada del Mesías, el Papa Francisco invitó a los presentes a abrazar el mensaje de renovación espiritual y conversión. En este tiempo de Adviento, el Papa reflexionó sobre la pregunta que la multitud hizo a Juan el Bautista: «¿Qué debemos hacer?». Esta pregunta, señaló el Papa, no provino de los considerados justos como los fariseos y los escribas, sino de aquellos que eran vistos como «marginados», como los recaudadores de impuestos y los soldados. Estas personas, agobiadas por un pasado de deshonestidad y violencia, buscaban cambiar sus caminos y estaban listas para recibir el llamado a la transformación.

El Papa Francisco recordó a los fieles que el mensaje del Evangelio hace precisamente eso: conmover la conciencia de los más vulnerables, incluidos los pobres y los marginados, atraídos por Cristo para ser salvados y no condenados. En el mundo de hoy, al igual que en el pasado, el llamado a la conversión está abierto a todos, independientemente de los fracasos pasados. La pregunta «¿Qué debemos hacer?» nos invita a todos a reflexionar y a prepararnos con humildad para la llegada de Cristo.

Expectación Gozosa frente a la Sospecha

El Papa destacó dos maneras muy diferentes de esperar al Mesías: con sospecha y con expectación gozosa. Hablando primero de la sospecha, que describió como enraizada en la ansiedad, la desconfianza y la preocupación por las cosas mundanas, el Papa señaló que esto nos impide experimentar la alegría. Cuanto más nos enfocamos en nosotros mismos, más perdemos de vista la providencia de Dios. La solución a esta actitud, enfatizó el Papa Francisco, radica en la fe y la oración.

Al hablar de la espera del Mesías con alegría, el Papa alentó a los fieles a abrazar una expectación gozosa de la venida del Señor. La alegría cristiana, explicó, «no es ni superficial ni efímera». Al contrario, es una alegría arraigada en el corazón y construida sobre una base sólida. Recordó las palabras del profeta Sofonías, quien llamó a su pueblo a regocijarse porque el Señor estaba en medio de ellos, trayendo victoria y salvación. «La venida del Señor nos trae salvación: esa es la razón de nuestra alegría», dijo el Papa. Esta alegría, explicó, no consiste en olvidar las dificultades de la vida, sino en encontrar fuerza y paz en la presencia de Dios.

La Labor de la Comunidad Local

Al concluir su homilía, el Papa Francisco reconoció el gran trabajo de la comunidad local de Ajaccio y, en particular, de las Cofradías, cuyas acciones caritativas y devoción enriquecen la vida de la Iglesia. Instó a los fieles a continuar sirviendo a los necesitados, encarnando el espíritu gozoso de Cristo en sus obras de misericordia.


A medida que avanza la temporada de Adviento, el Papa Francisco instó a los fieles a cultivar la paz y la esperanza, especialmente para los jóvenes que se preparan para el Bautismo y los sacramentos. Les recordó que la alegría es el «estilo» de la proclamación de la Iglesia, llevando la luz de Cristo a un mundo que tanto la necesita.

Un Mensaje para los Jóvenes y los Ancianos

En frecuentes comentarios improvisados, el Papa invitó a los fieles a cuidar siempre de los ancianos, quienes llevan consigo la sabiduría del pueblo. Y al comentar sobre el número de niños presentes en la Misa, también pidió un cuidado especial para los jóvenes, señalando a los muchos jóvenes que sufren por las guerras en todo el mundo, y en particular a los niños de Ucrania, quienes, según el Papa, «han olvidado cómo sonreír».

La Alegría de Cristo en Medio de Toda Aflicción

En su cierre, el Santo Padre abordó los desafíos que enfrenta el mundo de hoy. «Hay muchas razones para la tristeza y la desesperación en el mundo de hoy», dijo, enumerando «la pobreza extrema, las guerras, la corrupción y la violencia». Sin embargo, continuó, la palabra de Dios nunca deja de alentarnos. A pesar del sufrimiento, «la Iglesia proclama una esperanza inquebrantable que no decepciona», pues el Señor está cerca, y en Su presencia encontramos la fuerza para trabajar por la paz y la justicia. La alegría en Cristo, concluyó el Papa, sigue siendo la fuente de nuestra alegría «en todo momento y en medio de toda aflicción».