La acción social del empresario

Cuando nos preguntamos qué espera la Iglesia de los directivos y empresarios

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Cuando nos preguntamos por lo que espera la Iglesia de un profesional, está claro que estamos pensando en todas aquellas facetas que afectan al desarrollo y ejercicio de esa profesión. Así, mientras no hay diferencias entre lo que espera la Iglesia de un médico y una abogada, o un profesor universitario y un empresario, como padres de familia, sí existen matices cuando pensamos en estas personas “actuando” como médicos, abogados, profesores o empresarios.

En síntesis, lo que la Iglesia espera de un profesional es lo mismo que espera la sociedad, pero con un “plus”, que viene marcado por la experiencia de encuentro personal con Jesucristo, por el deseo de transformarse y transformar el mundo a la luz del Evangelio. Si la sociedad espera que seamos “buenos profesionales”, la Iglesia espera que, además, seamos “profesionales buenos”. Es entonces cuando la praxis profesional es aportación social en su sentido más pleno, ya que contribuimos no sólo desde la dimensión técnica, sino también desde la dimensión ética, moral y espiritual.

¿Y cómo aplica esto al empresario? Benedicto XVI, en su encíclica social Caritas in veritate, subraya la dimensión humana, social y ética de la empresa, facilitando así una propuesta de acción social en la empresa y de la empresa:

«La Doctrina Social de la Iglesia sostiene que se pueden vivir relaciones auténticamente humanas, de amistad y de sociabilidad, de solidaridad y de reciprocidad, también dentro de la actividad económica y no solamente fuera o “después” de ella. El sector económico no es ni éticamente neutro ni inhumano o antisocial por naturaleza. Es una actividad del hombre y, precisamente porque es humana, debe ser articulada e institucionalizada éticamente» (CiV 36)


El Magisterio Social nos da pistas sobre las grandes aportaciones que el empresario puede ofrecer al mundo desde su fe vivida en la Iglesia. Centrándonos en los pontificados de Benedicto XVI y de Francisco, podríamos subrayar cuatro grandes aspectos llamados a concretarse en la empresa:

  • La creatividad. En su mensaje a los empresarios de UNIAPAC, el papa Francisco comenta que «un emprendedor sin creatividad no es un buen emprendedor». Creatividad para generar amistad social, para centrar desde la antropología cristiana el valor y el sentido del trabajo, para desarrollar la noble vocación de los empresarios.
  • La gratuidad. Benedicto XVI anima al empresario en Caritas in veritate a ir más allá de la lógica del beneficio sin renunciar a él. Este propósito se alcanza desde el amor, que complementa la lógica del mercado (propia del intercambio en la actividad empresarial) con la lógica del don (propia de la satisfacción que provoca el dar a cambio de nada y que es posible también en los contextos profesionales).
  • La cultura del encuentro. «La cultura del encuentro expresa la búsqueda del bien común», comentaba el papa Francisco a los participantes en la asamblea anual del consejo empresarial de América Latina. Los empresarios y directivos estamos llamados a construir redes sociales en el sentido más profundamente humano del término. Y en esta tarea el diálogo es crucial.
  • El cuidado. Tanto de “todas las personas y de toda la persona” como de la madre Tierra. El ser humano se distingue exponencialmente del resto de seres vivos por su capacidad para el cuidado. Comprendernos dentro de la historia implica reconocer lo recibido y entregar a las nuevas generaciones una creación transformada desde la luz y la esperanza. En la medida en somos cuidadores de la dignidad de la persona que hay detrás de los stakeholders, en la medida en que consideramos que la función social de la empresa implica una función ecológica, nos expresamos como cuidadores en medio de la actividad económica. «Cuando el Señor toca nuestros corazones, ampliamos nuestra mirada y somos capaces de ver a los necesitados, de cuidar la creación», recordaba el papa Francisco a un grupo de empresarios mexicanos.

En definitiva, la Iglesia nos pide que desarrollemos lo genuino que supone ser cristiano en el día a día de la actividad empresarial.

Dionisio Blasco España es Delegado Territorial en la Diócesis de Málaga y miembro del Comité Ejecutivo de Acción Social Empresarial