En el tercer día de su viaje apostólico a Irak, hoy domingo 7 de marzo de 2021, tras su encuentro con el presidente y el primer ministro de la Región Autónoma de Erbil, el Papa Francisco se ha trasladado a Mosul para participar en un encuentro de oración de sufragio por las víctimas de la guerra en Hosh al-Bieaa y dirigir un saludo a los presentes.
A las 10 hora local (8 h de Roma), el Santo Padre ha viajado en helicóptero a Hosh-al-Bieaa, plaza de las cuatro iglesias (sirio-católica, armenio-ortodoxa, sirio-ortodoxa y caldea), destruidas entre 2014 y 2017 por el Estado Islámico. A su llegada, ha sido recibido por monseñor Najeeb Moussa Michaeel, arzobispo de Mosul y aqra de los Caldeos.
Mosul
Con más de 700.000 habitantes, está situada a 465 km al noroeste de Bagdad, en la orilla occidental del río Tigris, frente a los restos arqueológicos de la antigua ciudad asiria de Nínive, que data del año 6000 antes de Cristo. A lo largo de 2.500 años, ha representado la identidad plural de Irak, gracias a la coexistencia de diversos grupos étnicos, lingüísticos y religiosos.
Fundada en el siglo VII a.C. como parte del imperio asirio, fue un importante centro comercial en la época abasí, debido a su posición estratégica, y alcanzó el punto álgido de su influencia en el siglo XII d.C., bajo la dinastía Zangid, cuyo poder e influencia aún se atestiguan en la actualidad.
Período de terrorismo
Entre 2014 y 2017, el autodenominado Estado Islámico sometió la ciudad a un período de terrorismo. En junio de 2017 destruyó la mezquita de Mūr ad-dīn, símbolo del Califato. En julio, tras nueve meses de lucha, Mosul fue liberada.
Cerca de medio millón de personas, incluidos 120.000 cristianos, han huido de Mosul. La ciudad ha sido sometida a una devastación sistemática que ha provocado también la destrucción de numerosas iglesias y más de 100 manuscritos y 100.000 libros conservados en la biblioteca, numerosos hallazgos arqueológicos y numerosas estatuas en las colecciones del Museo de Nínive.
Hoy, gracias también a cooperación internacional, se está trabajando en su reconstrucción para permitir el retorno de los refugiados.
Acto de oración por las víctimas de la guerra
El encuentro ha comenzado con el discurso de homenaje y el saludo al Papa de Mons. Najeeb Michaeel, palabras que han precedido a dos testimonios: el primero, aportado por Gutayba Aagha, musulmán suní jefe del Consejo Social y Cultural Independiente para las familias de Mosul; el segundo ha sido el del reverendo Raid Adel Kallo, párroco de la Iglesia de la Anunciación en Mosul.
Acto seguido, Francisco ha dirigido sus saludos a los presentes y, tras unas palabras introductorias, ha recitado una oración en sufragio por las víctimas de la guerra. Al final de la misma, tras el descubrimiento de la lápida conmemorativa de la visita, se ha lanzado una paloma blanca como símbolo de paz.
Después de la bendición final, el Pontífice ha saludado a algunas personalidades religiosas y civiles. Después de despedirse del arzobispo de Mosul de los Caldeos y del gobernador de la ciudad, se ha subido al helicóptero para ser trasladado a la Iglesia de la Inmaculada Concepción para su visita a la comunidad de Qaraqosh.
Placa conmemorativa de la visita
Uno de los momentos más significativos del encuentro de oración por las víctimas de la guerra ha sido la inauguración de la placa conmemorativa de la visita del Papa a Mosul, una paloma blanca reposando sobre una cruz hecha de restos de madera medievales. El texto grabado en la misma dice lo siguiente:
“Qué hermosos son los pies de los mensajeros de paz (Rom 10:15. En conmemoración de la visita de su Santidad el Papa Francisco, como mensajero de la paz y del amor fraterno, a la ciudad de Mosul y a la llanura de Nínive. Aquí donde los cristianos soportaron el desplazamiento forzoso (2003-2017) el Papa rezó por la difusión de la paz y la justicia, la convivencia serena y la fraternidad humana. Domingo 7 de marzo de 2021”.
Inauguración de la placa conmemorativa de la visita del Papa Francisco a Mosul
¡Qué hermosos son los pies de los que traen buenas noticias! (Rom 10,15) En recuerdo de la visita de Su Santidad, el Papa Francisco, mensajero de la paz y del amor fraterno, a la ciudad de Mosul y a la llanura de Nínive.
En este lugar, que los cristianos tuvieron que abandonar obligatoriamente (2003-2017), el Papa rezó por la difusión de la paz y la justicia, de la convivencia serena y la fraternidad entre los hombres.
Agradecimiento a los testimonios
En su saludo, el Obispo de Roma ha recordado “el desplazamiento forzoso de muchas familias que tuvieron que abandonar sus casas”, testimonio dado por el padre Raid, y ha señalado que “la trágica disminución de los discípulos de Cristo, aquí y en todo Oriente Medio, es un daño incalculable no sólo para las personas y las comunidades afectadas, sino para la misma sociedad que dejan atrás”.
En esta línea, ha destacado que “un tejido cultural y religioso tan rico de diversidad se debilita con la pérdida de alguno de sus miembros, aunque sea pequeño”. Y ha agradecido al reverendo por “haber compartido estos signos que el Espíritu hace florecer en el desierto y por habernos indicado que es posible esperar en la reconciliación y en una nueva vida”.
El Sucesor de Pedros se ha referido al testimonio de jefe del Consejo Social Aagha en el que explicaba “que la verdadera identidad de esta ciudad es la convivencia armoniosa entre personas de orígenes y culturas diversas”, y, por esto, ha indicado que acoge “con agrado su invitación a la comunidad cristiana a regresar a Mosul y asumir el papel vital que le es propio en el proceso de sanación y renovación”.
Fraternidad, esperanza y paz
El Papa Francisco ha declarado la crueldad de que Mosul, “cuna de la civilización, haya sido golpeado por una tempestad tan deshumana, con antiguos lugares de culto destruidos y miles y miles de personas, musulmanes, cristianos, yazidíes, que han sido aniquilados por el terrorismo, y otro desalojados por la fuerza o asesinados”.
Sin embargo, insiste, “a pesar de todo, reafirmamos nuestra convicción de que la fraternidad es más fuerte que el fratricidio, la esperanza es más fuerte que la muerte, la paz es más fuerte que la guerra”. “Esta convicción habla con voz más elocuente que la voz del odio y de la violencia; y nunca podrá ser acallada en la sangre derramada por quienes profanan el nombre de Dios recorriendo caminos de destrucción”, concluye.
A continuación, lee el saludo completo del Santo Padre en el acto de oración por las víctimas de la guerra.
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Saludo del Papa
Queridos hermanos y hermanas, queridos amigos:
Agradezco al arzobispo Najeeb Michaeel sus palabras de bienvenida y agradezco especialmente al padre Raid Kallo y al señor Gutayba Aagha sus conmovedores testimonios.
Muchas gracias, padre Raid. Usted nos ha contado acerca del desplazamiento forzoso de muchas familias cristianas que tuvieron que abandonar sus casas. La trágica disminución de los discípulos de Cristo, aquí y en todo Oriente Medio, es un daño incalculable no sólo para las personas y las comunidades afectadas, sino para la misma sociedad que dejan atrás.
En efecto, un tejido cultural y religioso tan rico de diversidad se debilita con la pérdida de alguno de sus miembros, aunque sea pequeño. Como en una de vuestras artísticas alfombras, un pequeño hilo salido puede estropearlo todo. Usted, Padre, habló también de la experiencia fraterna que vive con los musulmanes, después de haber regresado a Mosul. Usted encontró acogida, respeto y colaboración. Gracias, Padre, por haber compartido estos signos que el Espíritu hace florecer en el desierto y por habernos indicado
que es posible esperar en la reconciliación y en una nueva vida.
Señor Aagha, usted nos recordó que la verdadera identidad de esta ciudad es la convivencia armoniosa entre personas de orígenes y culturas diversas. Por eso, acojo con agrado su invitación a la comunidad cristiana a regresar a Mosul y a asumir el papel vital que le es propio en el proceso de sanación y renovación.
Hoy todos elevamos nuestras voces en oración a Dios omnipotente por todas las víctimas de la guerra y de los conflictos armados. Aquí en Mosul las trágicas consecuencias de la guerra y de la hostilidad son demasiado evidentes. Es cruel que este país, cuna de la civilización, haya sido golpeado por una tempestad tan deshumana, con antiguos lugares de culto destruidos y miles y miles de personas, musulmanes, cristianos, yazidíes, que han sido aniquilados por el terrorismo, y otro desalojados por la fuerza o asesinados.
Hoy, a pesar de todo, reafirmamos nuestra convicción de que la fraternidad es más fuerte que el fratricidio, la esperanza es más fuerte que la muerte, la paz es más fuerte que la guerra. Esta convicción habla con voz más elocuente que la voz del odio y de la violencia; y nunca podrá ser acallada en la sangre derramada por quienes profanan el nombre de Dios recorriendo caminos de destrucción.
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