La bioética bien entendida nos invita a elegir con quien queremos estar. El cine de Capra con Harry Landon en The Strong Man pone ante nosotros el dulce rostro de la esperanza que procede de la inocencia.
La bioética bien concebida tiene hoy en día la continua necesidad de una inocencia que no niegue la verdad
En la última contribución publicada en esta web sobre la película Roe vs Wade (2021), Amparo Aygües denuncia con acierto las falacias que se que esconden tras la ideología abortista[1]. San Juan Pablo II alertó de la cruzada de la muerte contra la vida en su encíclica Evangelium Vitae en 1995. Recientemente, el papa Francisco realizó unas declaraciones en las que criticó a los candidatos a la presidencia de los Estados Unidos. Señaló: «Ambos están en contra de la vida, tanto el que echa a los emigrantes como el que mata a los niños»[2]. Con particular ahínco subrayó: «Abortar es matar a un ser humano. Te guste o no te guste la palabra, pero es matar. La Iglesia no se cierra porque no permite el aborto, la Iglesia no permite el aborto porque mata. Es un asesinato, ¡es un asesinato!»[3].
La bioética bien concebida tiene hoy en día continua necesidad de una inocencia que no niegue o que no se cierre ante las verdades científicas que sostienen la dignidad humana en todas las fases de la vida —desde la fecundación hasta la muerte que no es provocada— y en toda circunstancia económica, social y política —especialmente en situaciones de pobreza, explotación sexual de mujeres, marginación, vulnerabilidad o exclusión—. Y al mismo tiempo de una resiliencia que sea capaz de resistir ante tanta tergiversación de la verdad con la esperanza manifiesta en que podemos recuperar la textura moral frente a las presiones de las falacias ideológicas.
Todo ello permitirá que se vaya produciendo una transformación. Pero no esperemos que este cambio vaya a venir de aquellos que en este mundo se consideran grandes y poderosos. Confiemos más bien en silenciosas victorias que se siguen produciendo por doquier y que interesadamente se silencian. Porque la insoslayable victoria del amor y de la vida sigue reinando en muchos corazones que deciden bien, en muchos contextos que confirman con alegría la fidelidad a la verdad, en muchas acciones comprometidas que dan la vida por los demás, en ligar de arrebatarla. Sin barreras ideológicas, sin exclusiones culturales.
Un cine personalista al servicio de la inocencia y de la esperanza
De todo esto habla un cine personalista que venimos convocando en esta sección del Observatorio[4]. Y hoy vamos a poner nuestra mirada en la primera película que dirigió uno de los directores más significativos de este modo de entender el cine, «The Strong Man («El hombre cañón», 1926)[5] de Frank Capra (1897-1991)[6], protagonizada por un cómico hoy bastante olvidado como es Harry Langdon (1884-1944), que en los medios hispánicos era conocido como “Jaimito”.
Se trata de una película de cine mudo cuyo actor principal es para muchos “el cuarto” de esa tríada estelar compuesta por Charles Chaplin, Buster Keaton[7] y Harold Lloyd. Capra intentó perfilar bien la caracterización de Harry Langdon con respecto a estos genios de la comedia. Los tres eran maestros en la resiliencia, en esa capacidad de sobreponerse a momentos críticos y adaptarse luego de experimentar alguna situación inusual e inesperada.
Chaplin se salía de las situaciones difíciles pensando; Keaton las sufría; Lloyd las superaba con la velocidad. Pero Langdon confiaba en salir bien de las adversidades y sobrevivía sólo con la ayuda de Dios, o la bondad… «La clave al uso adecuado de Langdon es el “principio del ladrillo”. Langdon puede ser salvado por el ladrillo que cae sobre el policía pero está prohibido que él motive de algún modo la caída de ese ladrillo.[8]
Esta caracterización del personaje de Langdon se debió, insistimos, al propio Capra, y en esta película tuvo su expresión más completa. Antes, el cineasta nacido en Sicilia se había implicado en conseguirlo sin la responsabilidad última. En la inmediatamente anterior, Tramp, Tramp, Tramp (Un sportman de ocasión, 1926) el director fue Harry Edwards (1887-1952) y Langdon revela muchos de estos rasgos de inocencia —particularmente su completo y absoluto enamoramiento de Betty Burton una jovencísima Joan Crawford (1906-1977)—, pero la coherencia argumental es escasa. En la inmediatamente posterior, la segunda y última que Capra dirigió a Langdon, Long Pants (Sus primeros pantalones, 1927) sí hay una historia coherente, pero Langdon se empeñó en introducir elementos dramáticos y obscuros en su actuación, lo que contravenía su genuina caracterización, según el cineasta de origen italiano.
El ámbito de la solidaridad de los conmovidos a pesar de sus discordias y conflictos
«The Strong Man» cuenta las peripecias de Paul Bergot (Harry Langdon), un soldado belga en la Primera Guerra Mundial. Este contexto bélico marca ya un apunte temprano sobre la cultura de la muerte que ya se estableció en la primera gran conflagración mundial. Tras planos procedentes de noticiarios sobre acciones que muestran la realidad de la guerra, Bergot aparece con su caracterización infantil propia. Cambia la ametralladora por el tirachinas y repele así de modo incruento a su enemigo. Sólo caerá en sus manos cuando se distraiga leyendo las carta que ha recibido de una enamorada americana, a la que sólo conoce por este medio y que se llama Mary Brown.
Subrayemos la elocuencia de la escena: en el frente, el soldado Bergot rompe con la lógica de la violencia que le debería dominar. La injusticia contextual no impide que surja la rebeldía contra lo que se está forzado a vivir. Cuando el solado alemán (Arthur Thalasso), —al que ha disparado inocentemente con el tirachinas— sorprende a Bergot, lo carga a sus espaldas para secuestrarlo casi como jugando. Parece que Capra en la pantalla nos está narrando algo que converge con lo que años después escribió el fenomenólogo Jan Patočka: … el enemigo ya no es aquí un obstáculo absoluto en el camino de la voluntad de paz. No es lo que está aquí para ser eliminado. El enemigo es copartícipe en esta misma situación, es codescubridor de la libertad absoluta. Es aquél con quien es posible la concordia en la discordia. Es copartícipe de la conmoción del día, de la paz y de la vida sin esta cima. Aquí se abre el ámbito abismático de la «oración por los enemigos», el fenómeno de «amar a quienes nos odian»: es el ámbito de la solidaridad de los conmovidos a pesar de sus discordias y conflictos.[9]
La confirmación de la solidaridad de los conmovidos se confirma en la escena siguiente. Tras el armisticio que puso fin a la Primera Guerra Mundial los personajes de Harry Langdon y Arthur Thalasso “emigran a América, la tierra de la Promesa” según leemos en uno de los carteles explicativos. Capra muestra aquí otra situación de amenaza hacia la vida, como es la de la necesidad de emigrar, que no siempre encuentra la situación receptiva que se esperaría en el lugar de destino. Sintéticamente se refiere al lugar de cribaje de los migrantes como «Ellis Island, the Funnel (el embudo) of America». Los antiguos enemigos conforman una reducida compañía artística en la que Thalasso es ‘Zandow the Great’, el hombre cañón y Langdon su ayudante. El primero se dedicará a buscar a los agentes de vodevil para encontrar trabajo. El segundo… a Mary Brown.
La búsqueda de su amada por las calles de Nueva York será un nuevo modo de certificar la inocencia de Paul Bergot, que experimentará distintos modos de rechazo. Una joven le amenaza con llamar a la policía, el conserje de un hotel se burla de él y le señala que conoce a Mary Brown que todos los días transita por una esquina próxima. Lo peor le sucede con una mujer fatal que vive del delito, ‘Lily’ of Broadway (Gertrud Astor). Utiliza el bolsillo de Bergot para esconder el botín cuando le interroga un policía. Al intentar recuperarlo, se da cuenta de que la chaqueta estás agujereada y que lo robado está ahora en el forro. Para recuperarlo, Lily se hace pasar por Mary Brown y busca seducirlo para que vayan a unos apartamentos y allí le pueda despojar de la prenda.
La diferencia entre el amor hermoso y la utilización de la mujer
Paul Bergot pronto se da cuenta de que no es su auténtica amada, y ofrece todo tipo de resistencias para seguirle el juego. Algunos comentaristas ven aquí una señal de una represión sexual en el cine de Capra. No puede estar más equivocada la observación. Quien incurre en ella no quiere diferenciar entre un amor inocente y limpio que busca en las mujeres el amor hermoso de una manera integral, de un flirt o un desahogo que supone tan sólo una utilización momentánea o fugaz del atractivo femenino. Paul Bergot sabe del profundo impacto que las cartas de Mary Brown han dejado en su alma iluminando la noche profunda que se vivía en las trincheras de la guerra. Desde ahí discierne con facilidad que está calidad interior no puede expresarse adecuadamente por medio de un precipitado intercambio de placeres.
El nudo argumental de la película se produce en una ciudad designada como Cloverdale. En la vida real es una pequeña ciudad del Condado de Sonoma en California. Para McBride se trata del propio Hollywood[10]. Sea un caso u otro, será el escenario de lo que para Capra es la lucha que va a caracterizar el desarrollo de la sociedad americana. La opción entre la supremacía total del dinero y los valores religiosos y trascendentes que permiten mantener el valor y la integridad de la persona humana. Los temas de It´s a Wonderful (Qué bello es vivir) 1946, la famosa película de Capra que asociamos con la Navidad, están perfectamente anticipados.
Cloverdale es una ciudad pacífica que se ve amenazada por un local que desafía la ley. El antiguo local del Ayuntamiento ha sido convertido en ‘The Palace, Music Hall”, un lugar dedicado al espectáculo chabacano, la bebida, el juego y la prostitución… Los carteles sentencian: “La justicia y la decencia habían huido ante la nueva ley: el dinero.” El mafioso que regenta el local, ‘Mike’ McDevitt (Robert McKim) amenaza con prepotencia al pastor protestante que se le opone, Parson Brown también llamado Holy Joe (William M. Mong): “Es inútil luchas contra mí en adelante. El dinero habla más fuerte que usted.”
El pastor convoca con éxito a la comunidad parroquial que formando un grupo amplio, rodean cantando salmos el ‘The Palace’. Transitan con la esperanza que movió a Josué y el pueblo de Israel cuando el Señor derribó las murallas de Jericó. Capra acentúa el carácter de parábola providencial de la película cuando muestra que el propio Parson Brown es el padre de la auténtica Mary Brown (Priscilla Bonner). La joven no escribió más a Paul Bergot cuando acabó la guerra porque no se atrevía a que la conociera como es, una muchacha ciega. Sin duda, un precedente elocuente de City Lights (Luces de la ciudad, 1931)[11] de Charles Chaplin. Capra lo cuenta de una manera eficaz: son unos niños que meriendan con ella formando un corro en el jardín los que les preguntan por su historia. La presencia de los pequeños acentúa todavía más el candor del personaje de Mary.
El encuentro que parecía imposible entre dos jóvenes que se amaban»
Mientras ‘Zandow the Great’ emplea su tiempo emborrachándose en The Palace, Paul Bergot descubre que la chica que vive detrás de la iglesia es Mary Brown. Capra consigue llegar a una cumbre de lirismo, sensibilidad y modestia cuando pone en la pantalla el encuentro entre estos jóvenes que se amaban, y que parecía imposible que pudieran llegar a encontrarse. La ternura con la que Bergot acoge la invidencia de Mary, sólo es superada por las carcajadas que comparten a continuación cuando él le cuenta sus andanzas con las mujeres que parecían ser ella o que la querían suplantar. El fruto de la verdadera comunión de almas inequívocamente es la alegría.
El desenlace de la película llega a través de una larga escena. Paul es forzado a sustituir a ‘Zandow the Great’ por su estado ebrio. Improvisa con ingenio. Cuando ve que los parroquianos rodean el local, cree que es un funeral y pide silencio al embravecido público. Cuando ellos se burlan y aspiran a que Mary Brown sea obligada a divertirlos en el lupanar que tienen constituido en The Palace, Bergot saca su mejor genio y energía. Con una ayuda que viene a sostener su debilidad es capaz desde un trapecio de ir dominando a los degenerados espectadores y con los proyectiles del cañón derribar las paredes de The Palace. El Pastor Brown y sus feligreses ven que se ha cumplido la promesa del Señor, y que las murallas de Jericó han caído.
En el epílogo de la película se ve a Paul Bergot vestido de policía, garante de la majestad de la ley en una Cloverdale ya regenerado. Le dice a su mujer que se vuelve a casa, que no la necesita para patrullar por las calles. Al girarse, sin embargo, tropieza con una piedra, y gracias a Mary puede levantarse. La debilidad de la que ya es su esposa resulta ser su fortaleza. No ha perdido la inocencia. La ha hecho así su baluarte.
Conclusión
La inocencia y la resiliencia siguen siendo indispensables en nuestros días. El problema es que Cloverdale y sus asechanzas, en contra del verdadero bien humano, siguen campando por sus fueros en nuestra pretendida sociedad de la comunicación y la libertad, especialmente en sus redes sociales. Hace unas semanas la Dra. Carola Minguet Civera escribía en Religión Confidencial, en una significativa Tribuna titulada El porno ya es oficial en Twitter (I).
Hay estudios que advierten de la pornografía como causa y aliciente de conductas delictivas como las agresiones sexuales, incluso la pedofilia. También se ha denunciado el negocio, en muchos casos criminal, de quienes la hacen posible. Así pues, no hay aval para que Musk se suba al carro y, mucho menos, la libertad de expresión. Este argumento es de una hipocresía absoluta. La razón es que va a embolsarse muchos millones, mientras tantas vidas se rompen.[12]
La bioética bien entendida nos invita a elegir con quien queremos estar. El cine de Capra con Harry Landon en The Strong Man pone ante nosotros el dulce rostro de la esperanza que procede de la inocencia. No dejemos de trabajar con esta convicción indestructible.
Jose Alfredo Peris-Cancio – Profesor e investigador en Filosofía y Cine – Miembro del Observatorio de Bioética – Universidad Católica de Valencia
***
[1] https://www.observatoriobioetica.org/2024/09/el-grito-silencioso-las-falacias-tras-la-ideologia-abortista/10002305
[2] https://religion.elconfidencialdigital.com/articulo/vaticano/papa-francisco/20240914000000050203.html#google_vignette
[3] Ibidem.
[4] Hemos explicado en diversos lugares con amplitud esta noción de personalismo fílmico. Permítasenos referirnos a ella con ocasión de las reflexiones que hicimos con respecto a un cineasta actual como Aki Kaurismäki, en un artículo que se encuentra en Open Access: Peris-Cancio, J.-A., & Oliver-del Olmo, E. (2023). Una propuesta para la lectura filosófica del cine de Aki Kaurismäki: «el personalismo fílmico de la perdedora (perdedor) que expresa su dignidad con el amor y la amistad. Ayllu-Siaf, 5(2 (Julio-Diciembre)), 197-237. doi:10.52016/Ayllu-Siaf.2023.5.2.7
[5] Un primer comentario sobre este fil puede encontrarse en el tomo 02 de la Cuadernos de Filosofía y Cine, Sanmartín Esplugues, J., & Peris-Cancio, J.-A. (2017b). Cuadernos de Filosofía y Cine 02. Los principios personalistas en la filmografía de Frank Capra. Valencia: Universidad Católica de Valencia San Vicente Mártir, pp. 26-30. También en la Red de Investigaciones Filosóficas José Sanmartín Esplugues, https://proyectoscio.ucv.es/actualidad/12188/
[6] En YouTube hay diversos vídeos sobre la película. Creemos que el más completo es el que visualiza en este link, https://www.youtube.com/watch?v=rnHWKUfXgtY&t=3s
[7] Sobre los caracteres propios de Chaplin y Keaton, cfr. Pavía-Cogollos, J. (2005). El cuerpo y el comediante: Chaplin y Keaton. Valencia: Editorial de la UPV.
[8] Capra, F. (2007). Frank Capra. El nombre delante del título. Madrid: T&B Editores. El crítico e historiador del cine estadounidense Joseph McBride escribió una biografía del director americano continuamente poniendo en cuestión las afirmaciones de Capra, muchas de ellas injustas y discutibles. En este apartado, sin embargo, son más bien matizaciones que no contradicen el sentido de la pretensión de Capra a la hora de caracterizar a Harry Langdon. Cfr. McBride, J. (2000). Frank Capra: The Catastrophe of Succes, New York. New York: Simon &Schuster Inc., pp. 153-171.
[9] Patočka, J. (2016). Ensayos heréticos sobre filosofía de la historia. Prefacio de Paul Ricoeur. (I. Ortega Rodríguez, Trad.) Madrid: Encuentro, p. 185.
[10] Op. cit., p. 161.
[11] También lo considera así McBride, op. cit. p. 162.
[12] https://religion.elconfidencialdigital.com/opinion/carola-minguet-civera/porno-es-oficial-twitter-i/20240618031841049592.html. Continúa en una segunda parte, El porno ya es oficial en Twitter (II), https://religion.elconfidencialdigital.com/opinion/carola-minguet-civera/porno-es-oficial-twitter-ii/20240625035821049642.html#comentarios-49642, en la que abunda en la misma denuncia: “La degradación sexual es una escalera descendente que ha existido siempre, el problema es que, desde una herramienta integrada en la vida cotidiana como esta red social, se va a empujar a la gente a que ruede por la misma. Lo que va a facilitar X, por tanto, no es la autonomía, la libertad, la creación… sino, sencillamente, que cada vez más personas se estampen contra el suelo.”