El Informe sobre la Libertad Religiosa en el Mundo, que la fundación pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN) publica cada dos años, fue presentado en una videoconferencia ayer, 21 de abril de 2021. El dossier va ya por su 15ª edición. El documento muestra que en uno de cada tres países se producen graves violaciones de la libertad religiosa. Según el estudio, este derecho fundamental no se respetó en 62 de los 196 países soberanos (el 31,6% del total) en el bienio 2018-2020. Hay 416 millones de cristianos amenazados por la persecución.
Nueve nuevos países
En la presentación, además del cardenal Mauro Piacenza y Thomas Heine-Geldern, presidente y presidente ejecutivo de ACN Internacional respectivamente, participaron dos testigos directos de la persecución religiosa: Asia Bibi, en conexión desde Canadá, donde vive tras su liberación, y monseñor Laurent B. Dabiré, obispo de Dori y presidente de la Conferencia Episcopal de Burkina Faso y Níger. De hecho, Burkina es uno de los nueve países que han entrado en la triste lista de las 26 naciones donde se sufre persecución
Los otros son seis en África (Camerún, Chad, Comoras, República Democrática del Congo, Malí y Mozambique) y dos en Asia (Malasia y Sri Lanka). “La causa principal es la progresiva radicalización del continente africano, especialmente en las zonas subsaharianas y orientales, donde ha aumentado significativamente la presencia de grupos yihadistas”, explicó el director de Ayuda a la Iglesia Necesitada Italia Alessandro Monteduro.
El drama de Burkina Faso
Por desgracia, la situación en Pakistán, recordada por Asia Bibi, es bien conocida. Pero el drama de la persecución se extiende a muchos otros países. Entre ellos está Burkina Faso: “Los ataques terroristas comenzaron en 2015. Se convirtieron en una auténtica avalancha que descendió en el Sahel y luego avanzó hacia el resto del país”, explicó monseñor Dabiré. “Al principio era un fenómeno de agresión del que no se conocían los motivos. Luego quedó claro que eran grupos de Malí, Níger, alguno de Libia… nos encontramos en la tormenta, con destrucción de hogares, masacres de civiles, destrucción de escuelas y de todo símbolo del Estado y la tolerancia”.
Un fenómeno que “se ha manifestado como una negación de la libertad religiosa no solo para los cristianos. También para los musulmanes que no comparten esta forma de actuar: han sido expulsados, convertidos al Islam radical o asesinados. No hay un verdadero plan de persecución, pero los terroristas no quieren la convivencia pacífica, el diálogo interreligioso que conoció Burkina. En su avance -explica el obispo- a los cristianos se les ha negado el derecho a vivir en paz, a profesar su fe y a no convertirse a otros credos. Es una revolución en comparación con la anterior coexistencia pacífica”.
La mitad de las parroquias cerradas
En la diócesis de Dori, 3 de las 6 parroquias están cerradas: “Desde hace 4 años no podemos ir más allá de los pequeños centros urbanos, no podemos ejercer nuestra libertad religiosa. Desde hace un par de meses hemos visto una pequeña normalización, el número de asesinatos ha disminuido, hay menos desplazados y estamos tratando de llevar ayuda material y espiritual. Si los fundamentalistas nos superan, será el fin de las demás religiones y de la presencia de la Iglesia, pero no creemos que esto ocurra”.
Una red islamista
En el 42% de las naciones africanas se han producido violaciones de la libertad religiosa. Burkina Faso y Mozambique representan dos casos llamativos. “Sin embargo, esta radicalización no se limita a África. El Informe -subraya Monteduro- describe la consolidación de una red islamista transnacional que se extiende desde Malí hasta Mozambique, desde las Comoras en el Océano Índico hasta las Filipinas en el Mar de China Meridional, cuyo objetivo es crear un autodenominado califato transcontinental”.
La represión utiliza la tecnología
El Informe evidencia una nueva frontera: el abuso de la tecnología digital, las ciberredes y la vigilancia masiva basada en la inteligencia artificial (IA) y la tecnología de reconocimiento facial. El objetivo es garantizar un mayor control con fines discriminatorios. Este fenómeno es especialmente evidente en China, donde el Partido Comunista reprime a los grupos religiosos. Para ello, utiliza 626 millones de cámaras de vigilancia con tecnología de IA y sensores de teléfonos inteligentes. Los grupos yihadistas también emplean la tecnología digital para fomentar la radicalización y reclutar nuevos terroristas
En 42 países (el 21% del total), abandonar o cambiar de religión puede acarrear graves consecuencias legales y/o sociales, que van desde el ostracismo familiar hasta la pena de muerte. La investigación de ACN también denuncia el aumento de la violencia sexual utilizada como arma contra las minorías religiosas. En particular, aumenta el número de crímenes contra mujeres adultas y menores de edad que son secuestradas, violadas y obligadas a renunciar a su fe para abrazar la fe mayoritaria.
Alrededor del 67% de la población mundial, unos 5,2 billones de personas, viven en países donde se producen graves violaciones de la libertad religiosa. Entre ellos están los más poblados: China, India y Pakistán.
También se ha intensificado la persecución religiosa por parte de gobiernos autoritarios (especialmente China y Corea del Norte). El fomento de la supremacía étnica y religiosa en algunas naciones asiáticas de mayoría hindú y budista ha contribuido a aumentar la opresión de las minorías, reduciéndolas a menudo al nivel de ciudadanos de segunda clase. India es el caso más llamativo, pero estas políticas también se aplican en Pakistán, Nepal, Sri Lanka y Myanmar.
La “persecución educada”
En Occidente, por su parte, se está extendiendo una “persecución educada”, como la ha llamado el Papa Francisco para describir el conflicto entre las nuevas tendencias culturales y los derechos individuales a la libertad de conciencia, un conflicto por el que la religión queda relegada a los estrechos confines de los lugares de culto.
El impacto de la pandemia
El Informe también menciona el profundo impacto de la pandemia de COVID-19 en el derecho a la libertad religiosa. Ante tal emergencia, los gobiernos han considerado necesario imponer medidas extraordinarias, aplicando en algunos casos limitaciones desproporcionadas al culto religioso, especialmente si se comparan con las impuestas a otras actividades seculares. En algunos países, como Pakistán e India, se ha negado la ayuda humanitaria a las minorías religiosas. La pandemia se utiliza, sobre todo en las redes sociales, como pretexto para estigmatizar a ciertos grupos religiosos acusados de propagar o incluso provocar la pandemia.
Según Alfredo Mantovano, presidente de ACN Italia, “debido a la pandemia nos hemos acostumbrado a razonar y operar en términos de zonas rojas, zonas naranjas, etc., dependiendo de la intensidad del contagio. Durante los últimos 22 años, el Informe ha utilizado diferentes intensidades de colores para hacer visible la intensidad de la persecución religiosa en el mundo. Pero en el Informe los colores no se corresponden con el tipo de negocios que pueden permanecer abiertos o que deben cerrar”.
“Las restricciones”, continuó Mantovano, “pertenecen al ejercicio de un derecho humano fundamental, desde los lugares donde se impone la pena de muerte a quienes muestran los signos de su fe en público, hasta los que son el trágico teatro del uso serial y programado de la violencia sexual contra las jóvenes culpables de pertenecer a una comunidad religiosa que hay que borrar”, añadió el presidente de ACN Italia.
“Las restricciones”, continuó Mantovano, “pertenecen al ejercicio de un derecho humano fundamental, desde los lugares donde la sentencia de muerte golpea a quienes muestran los signos de su fe en público, hasta los que son el trágico teatro del uso en serie y planificado de la violencia sexual contra las jóvenes culpables de pertenecer a una comunidad religiosa que hay que borrar”, añadió el Presidente de ACN Italia.
El Occidente indiferente
“El Informe, concluyó- es un instrumento para superar la indiferencia. Si de hecho en muchos lugares se reprime la fe con violencia, en otros, donde se habla de derechos y a menudo se eleva al rango de derechos lo que sólo son deseos, hay una increíble indiferencia que ignora la realidad de millones de víctimas” de la represión. La referencia al Occidente secularizado es evidente.