09 marzo, 2025

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III Domingo de Cuaresma: Reflexión de Mons. Enrique Díaz

La profanación

III Domingo de Cuaresma: Reflexión de Mons. Enrique Díaz
Reflejo de luz sobre imagen de Cristo © Cathopic. Kiki García

Monseñor Enrique Díaz Díaz comparte con los lectores de Exaudi su reflexión sobre el Evangelio del próximo 7 de marzo de 2021, III Domingo de Cuaresma.

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Éxodo 20, 1-7: “Yo soy el Señor, tu Dios, que te sacó de Egipto”.

Salmo 18: “Tú tienes palabras de vida eterna”.

I Corintios 1, 22-25: “Cristo es la fuerza y sabiduría de Dios”

San Juan 2, 13-35: “Destruyan este templo y en tres días lo reconstruiré” 

La religión del mercado

A pesar de todo el desconcierto económico y la crisis provocada por la pandemia, seguimos en la época del “mercado total” y cada quien busca su propia ganancia. Estamos en un ambiente en el cual lo decisivo es ganar, adquirir prestigio y bienestar, acumular bienes. Parece como una nueva religión con su propio credo y sus mandamientos, con sus adoradores y sus sacrificios, con sus templos y sus ritos, con sus promesas de felicidad plena.

Ha convertido el mercado en una religión y con frecuencia ha convertido las religiones en un mercado, donde se vende, se compra, se engaña, se gana y se pierde. Vivimos en una civilización que tiene como centro de pensamiento y criterio de actuación, el anhelo de ganar y tener dinero. El refrán gringo “el tiempo es oro”, se ha metido, primero disimuladamente y después descaradamente, en nuestro corazón, hasta pervertir el sentido de la vida, del tiempo, de la persona; para tasarlo todo en signos monetarios.

Por el dinero se es capaz de sacrificios, de renuncias, de cambio de criterios. Y se profana lo más sagrado: el “templo de Dios” que es cada persona. Y así vemos las personas reducidas a mercancía, a votos, a piezas de mercado y a números que ocultan el verdadero rostro de Cristo vivo que está sufriendo.

Destrucción de templos

Se olvida que la persona es el templo de Dios y se le compra y se le vende; hay mercaderes de niños y mercaderes de sexo; hay quien negocia con la vida, con los órganos humanos, con los sueños y los anhelos más profundos, con las vacunas. Se presentan traficantes de droga que matan el alma y el cuerpo, que negocian con las armas y con las almas, que destruyen pueblos y asesinan familias en su loca ambición de más y más dinero.

Se medra con el hambre y la sed, con las  necesidades elementales de la persona. Se obtienen ganancias asesinando a inocentes y se destruyen los templos inocentes que apenas inician la vida en el vientre de su madre. Todo se hace en aras de un nuevo dios llamado dinero, dólar o euro. Y esto no es lejos, es en nuestras familias, con los sencillos, con los gobernantes, entre amigos, entre conocidos, en el mismo hogar, templo sagrado de la familia y de la vida.

Así se profana el templo material, pero se profana sobre todo el sagrado templo y recinto de Dios que es cada persona. Cuando se profana cualquier persona, se atenta contra el mismo Dios.

La ira de Jesús

Pocas veces encontramos tan enojado e iracundo a Jesús. Algunos hasta les parece una escena que deberíamos quitar del evangelio para no escandalizar… pero, quizás debamos pensar al contrario y mirar si hoy Jesús también tendría que tomar su látigo y arrojar lejos a todos los que profanan y destruyen sus templos sagrados.

No estamos acostumbrados a una imagen violenta de un Mesías golpeando a la gente con un azote en las manos, sin embargo, esta es la reacción de Jesús cuando hacemos de su casa no un lugar de oración y encuentro, sino un mercado donde se manipula lo sagrado y no se respeta lo divino.

Y, sobre todo, esta es la reacción de Jesús cuando se pervierte y manipula mercantilmente la dignidad de la persona, cuando se le ve con signo de pesos, cuando se le convierte en un objeto más de negociación.

Un programa y una pregunta

Juan coloca esta expulsión de los mercaderes del templo al inicio de su Evangelio, como para presentarnos, desde el comienzo, el programa de Jesús: se inaugura un nuevo tiempo y un nuevo templo. Se adorará al Señor en un nuevo espíritu y con un nuevo corazón. Cristo mismo dice que es él es el templo que destruirán y que resucitará al tercer día.

Y realmente ahora nos da la oportunidad de revisar a fondo nuestra vida y nuestro programa. Tendremos que ver si  el interior de cada uno de nosotros se ha convertido en un santuario para Dios, donde se adora en justicia y en verdad, donde los valores son su amor y su misericordia, donde se acoge al hermano para compartir y servir.

Es una invitación sería de Jesús, devorado por el celo de la Casa de su Padre, que nos exige respeto para su templo material y dignidad para el sagrado templo que es cada persona y que también somos cada uno de nosotros. 

Reflexión profunda la de este día: ¿En qué basamos nuestra propia dignidad? ¿No nos hemos pervertido y corrompido por el dinero y la ambición? ¿Miramos a los hermanos como templos de Dios o nos hemos convertido en ladrones de su dignidad?

¿Qué nos dice hoy Jesús en nuestra manera de vivir y de relacionarnos con Dios y los demás? ¿Asistimos a las celebraciones para encontrarnos con el Padre y los hermanos, o sólo por ritualismo y costumbre?

Gracias, Padre Bueno, por hacer de nuestra humilde persona un templo que se llena de tu presencia, concédenos sabiduría y amor para respetar y valorar cada templo viviente y hacer de tu casa un lugar de oración, de encuentro y de armonía. Amén

Enrique Díaz

Nació en Huandacareo, Michoacán, México, en 1952. Realizó sus estudios de Filosofía y Teología en el Seminario de Morelia. Ordenado diácono el 22 de mayo de 1977, y presbítero el 23 de octubre del mismo año. Obtuvo la Licenciatura en Sagrada Escritura en el Pontificio Instituto Bíblico en Roma. Ha desarrollado múltiples encargos pastorales como el de capellán de la rectoría de las Tres Aves Marías; responsable de la Pastoral Bíblica Diocesana y director de la Escuela Bíblica en Morelia; maestro de Biblia en el Seminario Conciliar de Morelia, párroco de la Parroquia de Nuestra Señora de Guadalupe, Col. Guadalupe, Morelia; o vicario episcopal para la Zona de Nuestra Señora de la Luz, Pátzcuaro. Ordenado obispo auxiliar de san Cristóbal de las Casas en 2003. En la Conferencia Episcopal formó parte de las Comisiones de Biblia, Diaconado y Ministerios Laicales. Fue responsable de las Dimensiones de Ministerios Laicales, de Educación y Cultura. Ha participado en encuentros latinoamericanos y mundiales sobre el Diaconado Permanente. Actualmente es el responsable de la Dimensión de Pastoral de la Cultura. Participó como Miembro del Sínodo de Obispos sobre la Palabra de Dios en la Vida y Misión de la Iglesia en Roma, en 2008. Recibió el nombramiento de obispo coadjutor de San Cristóbal de las Casas en 2014. Nombrado II obispo de Irapuato el día 11 de marzo, tomó posesión el 19 de Mayo. Colabora en varias revistas y publicaciones sobre todo con la reflexión diaria y dominical tanto en audio como escrita.