“Me aferré a la fe en Dios”, dijo la hermana Gloria Cecilia Narváez sobre su secuestro. El pasado domingo 10 de octubre, en la celebración de la Misa de apertura del Sínodo de los Obispos sobre sinodalidad, el Papa Francisco saludó a la misionera colombiana Gloria Cecilia Narváez Argori, raptada en el 2017 en Malí y recientemente liberada.
Oscar Elizalde, director interino del Centro para la Comunicación del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM), conversó con la religiosa, quien le narró lo sucedido en cautiverio.
Duro calvario
De acuerdo a una nota del CELAM, para la religiosa colombiana lo sucedido ha sido un verdadero drama. Describe cómo a muchas religiosas secuestradas junto con ella “las deformaron mucho, las amordazaron”, sin duda todo ese tiempo fue un duro calvario, por ello no dudó en aseverar que “me aferré a la fe en Dios”.
Los obispos de Colombia expresaron su alegría por medio de monseñor Mario Álvarez, presidente de la Comisión de Misiones del Episcopado, quien apuntó que “pronto estaremos brindando detalles de esta liberación”. “Damos gracias a Dios por este momento, felicitamos a la congregación, a la Iglesia universal y agradecemos mucho a las gestiones de la Santa Sede y a la nunciatura apostólica en Colombia y a la conferencia episcopal”, expuso el prelado.
El secuestro
De acuerdo a Vatican News, la religiosa fue secuestrada por cuatro hombres armados en la parroquia de Karangasso, en la frontera entre Malí y Burkina Faso, a 400 kilómetros al este de Bamako, donde era misionera desde hacía seis años junto con otras tres religiosas.
Unos meses después de su secuestro, en julio de 2017, surgió un vídeo reivindicado por Al Qaeda. Al mismo tiempo, un mensaje enviado a su hermano a través de la Cruz Roja, dio a conocer que era prisionera de un nuevo grupo. La comunidad cristiana de Bamako organizó varias celebraciones eucarísticas y rezó por ella. En 2020, tres años después del rapto, la Iglesia católica del país, organizó una jornada de oración por su liberación.