ADN CELAM, sistema informativo del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM), ofrece el testimonio de varias misioneras que relatan la situación desde el epicentro del terremoto en Haití, resaltando que ya existe “mucha miseria, mucha necesidad” y que “ahora vendrá el hambre, porque desde el sábado la gente está sin poder trabajar, porque las mujeres y los hombres salen a trabajar todos los días, a cambio de lo que plantan en sus huertos para poder tener algo que comer“.
Según los últimos datos oficiales, el terremoto del pasado 14 de agosto que azotó el sur de Haití ha causado al menos 1.419 muertos y 6.900 heridos. ADN CELAM, por su parte, apunta que entre los fallecidos se encuentran dos sacerdotes, y entre los heridos se contabiliza al cardenal Chibly Langlois.
La nota del CELAM explica cómo la Iglesia latinoamericana, así como la Iglesia universal, desde un primer momento ha mostrado su solidaridad, su oración y su disposición para ayudar a una población duramente castigada por la pobreza, la violencia, que provocó el asesinato del presidente del país el pasado 7 de julio, y ahora un terremoto que ha generado una gran destrucción”.
Hermanas del Inmaculado Corazón de María
La Congregación de las Hermanas del Inmaculado Corazón de María, fundada en Brasil por Bárbara Maix, está presente en Haití desde 1987. Actualmente, tienen dos comunidades, en Jeremie y en Okay, en la región donde tuvo lugar el epicentro del terremoto y donde las consecuencias han sido más graves, sembrando un panorama de muerte y destrucción.
Actualmente son 4 religiosas, 3 brasileñas, María Inés Alves Sampaio, Beloni Luiza Monfardini y Eni Teresinha Azambuja da Silva, y una haitiana, Estine Jean Charles. Hasta el momento son dos las religiosas haitianas que forman parte de la congregación. Junto a la hermana Estine, la hermana Maria Mirca Cineia, que estudia Teología en Brasil y dos novicias haitianas, también residentes en Brasil en este momento: Dieula Samuel y Lourna Bony.
La gente está en la calle
El artículo describe que el terremoto sucedió en el momento en que las religiosas estaban desayunando y a pesar de que sus casas sufrieron graves destrozos, solo una de ellas se hirió levemente. La hermana Estine Jean Charles, que vive en Jeremie, relata la situación de destrucción y de muerte y la llegada de la tormenta tropical Grace, lo que dificulta la situación de la gente, que, según ella, “está en la calle, no tiene casa para dormir y ahora llega la lluvia y el viento”.
La religiosa reconoce que por ahora no pueden hacer gran cosa, las fuertes lluvias están impidiendo hasta visitar a los vecinos y los hospitales, que están abarrotados de heridos, incluso en el patio, ante la falta de espacio en el interior de los hospitales. A esto se une, según la hermana Estine, la destrucción de las iglesias, inclusive de la catedral local, que se ha visto muy afectada.
Visitar y consolar ante tanta tragedia
La situación es bastante delicada en la región de Okay, indica la hermana María Inés Alves Sampaio, donde vive con la hermana Eni. La gente aún se estaba recuperando del huracán Matthew, que en 2016 causó una gran destrucción. Los que habían reconstruido sus casas, ahora con el terremoto han visto como se volvieron a derrumbar, según la religiosa. Tras el terremoto, las religiosas han visitado a algunas familias, lo único que está a su alcance en este momento.
Según la hermana María Inés, falta todo, incluso agua y comida. Asimismo, informa de la llegada de ayuda de Naciones Unidas, Estados Unidos y otros países, así como del sobrevuelo de varios aviones, una ayuda que aún no ha llegado a la población de la región donde viven las religiosas. La hermana habla de una situación de “mucha miseria, mucha necesidad”, insistiendo en que “ahora vendrá el hambre, porque desde el sábado la gente está sin poder trabajar, porque las mujeres y los hombres salen a trabajar todos los días, a cambio de lo que plantan en sus huertos para poder tener algo que comer“.
Acompañar la pastoral y la vida de la gente
El trabajo de las Hermanas del Inmaculado Corazón de María es en la formación, acompañando a 4 jóvenes, y en el trabajo pastoral, visitando a las familias, trabajando con los jóvenes, el coro, las escuelas bíblicas, la formación de líderes de comunidades eclesiales de base, la agroecología para ayudar a los pequeños productores, la escuela de música, compartiendo la vida del pueblo haitiano.
Ante las consecuencias del terremoto y las catástrofes naturales que se han producido en Haití, “los desafíos también son muchos, por la miseria, la falta de todo“, dice la hermana María Inés. Según la religiosa, “se hace difícil incluso la parte de la evangelización, porque por la cuestión cultural, esperan mucho recibir ayuda de los extranjeros, y esto es un reto muy grande”.
La misionera brasileña dice que Haití “es un país que todavía no tiene los medios para caminar por sí solo, no ha logrado encontrar un camino. Las cuestiones económicas y políticas son muy complicadas, como hemos visto con lo que ha ocurrido recientemente con el asesinato del presidente”.
En referencia a la labor de la Iglesia, la religiosa dice que “está más en línea con la administración de los sacramentos”, destacando la gran precariedad en la que vive la Iglesia haitiana.