Hágase tu voluntad
Testimonios de la Verdad

Albert Cortina conversa con S.T.G. católica que ha recibido, a lo largo de los años, revelaciones del amor de Dios para nuestros tiempos. Reside en España.
Detrás de esas iniciales (la T en alguna ocasión viene sustituida por una cruz), me encuentro con una mujer llena de fe, alegre, afable y humilde. Su nobleza se transmite en la limpieza de su mirada, en su alma enamorada de Cristo y en su generoso corazón.
“El Señor da la Sabiduría, y de su boca provienen el conocimiento y el entendimiento” (Proverbios 2,6).
¡Señor, que vea! (Domina ut videam!).
En profecía, escuchando a S.G.T., tengo para mí que lo importante es el qué, por qué y para qué. El cuándo es lo de menos. No es que carezca de importancia, la tiene, pero no es lo primero. Por ello, no es que debamos dejar de estudiar e interpretar los signos de los tiempos, sino que debemos dejar de pensar que nosotros lo vamos a dejar todo resuelto en cuanto a la cronología precisa. Las revelaciones privadas no son información privilegiada para que hagamos nuestros planes, sino una llamada a la conversión y a una participación humilde y magnánima aceptando los planes de Dios.
Es por ello que S.G.T. insiste en esta entrevista que hagamos nuestra aquella intención que manifestamos constantemente los cristianos en el Padrenuestro: “Hágase tu voluntad, así en la tierra como en el cielo”.
Entre los escritos de S.T.G. destaca su libro “Así en la Tierra como en el Cielo” del que quiero reproducir a continuación su epílogo ya que resume muy bien cuál es el mensaje profético que tiene como misión difundir.
“La Iglesia va camino de la Cruz a estar con el Esposo. Yendo hacia Él en esos siete pasos de purificación y de desprendimiento de sí misma, de los cuales, en los últimos, cuando cae sometida al suelo, se rinde ante Dios, se ofrece a Dios. Al levantarse de él, su túnica ya está blanca, completamente purificada, porque ya no tiene nada suyo, todo es ya de Él y para Él, hasta su vida, esa desnudez, solo le queda sumarse al Esposo, unirse y entregarse, y es en ese instante inmediato cuando se fusiona con Cristo, en la Cruz. Queda todo cumplido (Iglesia entregada, en la pasión y muerte para unirse en amor a Él). Es en ese momento de la Esposa entregada, cuando al fin, ya no son dos, sino Uno.
Es la Tierra en el Cielo, es decir, lo que es de Él: de Él venimos y a Él debemos ir, sin nada que no sea Suyo, de ahí la purificación. Y ahí, sumándose la Esposa a la Cruz para morir en Ella con Él, es donde la Cruz de Cristo se completa, pues con Ella y en ella resplandece. Esa es la Gloria de Cristo, ha visto el amor y la fidelidad de Su Esposa, su entrega, siguiendo los pasos de su Señor, siguiendo los pasos de su Cabeza, ahora, su Cuerpo es el que se entrega, como Él se entregó por nosotros, y con Gloria. Él resplandece en Ella. Por ello toda la Cruz se vuelve Gloria y Resurrección, ha vencido a la muerte.
Entiendo que cuando se cumpla ese preciso momento, es cuando llega el triunfo de Cristo, el triunfo de Su Sagrado Corazón. Su Esposa amada, Su Cuerpo, Su Iglesia, llega a ese momento de Pasión y Muerte por amor y fidelidad a su único Esposo. Triunfa, porque ha llegado el tiempo del cumplimiento de la entrega de Su Esposa. La Iglesia es Una, y con Él, son Uno. Ese Su triunfo y Gloria, y al triunfar Él, triunfa en ese momento a la vez, el Inmaculado Corazón de María íntimamente ligados. Todos los corazones Uno. Es el momento de la Gloriosa Venida de Cristo. Llegan las Bodas y con ellas, la Resurrección.
A eso debemos llegar todos los que queremos ser fieles a Cristo, nuestro Dios y Señor, los que queremos ser fieles a nuestra Cabeza, y ver Su triunfo, Su triunfo en nosotros. ELLA. De ahí, que todos seamos imagen de eso, porque todos estamos llamados a ser de Él y que Él triunfe Glorioso en nosotros”. (Epílogo del libro “Así en la Tierra como en el Cielo” S.T.G. 2021).

La cena de las bodas del Cordero, tal y como San Juan Evangelista la describe en Apocalipsis 19, 6-9, es una de las imágenes más profundas de la Biblia. Este evento es significativo no solo por sus implicaciones escatológicas, sino también por su rico simbolismo que une temas de pacto, redención y unión última con Cristo. Esas bodas simbolizan la unión última entre Cristo y Su Iglesia, una unión que ha sido anticipada a lo largo de la narrativa de las Sagradas Escrituras. Teológicamente, la cena de las bodas del Cordero es el cumplimiento del Nuevo Pacto.
A partir de las revelaciones que has recibido personalmente a lo largo de estos años, ¿cómo describirías la cena de las bodas del Cordero?
Es muy difícil explicar con palabras la inmensidad de ese santo acontecimiento que se da entre Dios y Su Iglesia. Es la consumación perfecta y definitiva del desposorio: esa Eterna y Nueva Alianza que Él hizo con nosotros, sus hijos.
Por ello, la Santa Misa y la Sagradísima Comunión es imagen previa de lo que será. Jesucristo, Verdadero Dios y Verdadero Hombre, Nuestra Cabeza, y Ella, Su Cuerpo Místico, ya purificado, santificado, restaurado y glorificado, unidos para siempre en la Eternidad. Él Uno con Ella y Ella Una con Él para siempre.
Por el infinito y Santísimo Amor de Dios, seremos en la Trinidad Santa, Uno con Jesucristo Nuestro Señor.
¿Por qué crees que los católicos manifestamos que la Iglesia es el Cuerpo Místico de Cristo y Él es su Cabeza?
En el Antiguo Testamento, el matrimonio se usa frecuentemente como una metáfora de la relación entre Dios e Israel. Por ejemplo, en Oseas 2, 19-20, Dios declara: «Te desposaré conmigo para siempre; te desposaré en justicia y en juicio, en amor y compasión. Te desposaré en fidelidad, y tú reconocerás al Señor.» Esta relación de pacto, a menudo marcada por la infidelidad de Israel y el amor inquebrantable de Dios, encuentra su cumplimiento último en el Nuevo Pacto, donde la Iglesia se presenta como la Novia de Cristo.
Creo que no somos conscientes de quién somos para Él. Muchas veces, cuando hablamos de la Iglesia, es común encontrar que las personas inmediatamente asocian esa palabra al clero, al Vaticano. Y en parte tienen razón, porque donde está Pedro, está la Iglesia. Pedro es el Vicario de Jesucristo en la Tierra. Jesucristo es la Cabeza de la Iglesia. Pero la Iglesia, es muchísimo más que una institución. Él hizo toda la creación para Ella. Jesucristo, en un acto de inmensísimo amor, se encarnó por Ella. Con el SÍ del Padre, que nos lo entregó por Amor a nosotros. Y se encarnó para redimirnos, y santificarnos por medio de su sacrificio de Amor.
Sólo Él, Jesucristo, era capaz, de hacer algo así. Asumir nuestra naturaleza, encarnándose, para cargar con todos los hombres de todas las épocas. Para expiar en Su Santidad Divina, todas nuestras culpas y todas sus consecuencias. Él cargó con todos nosotros. Nuestro Señor, la Segunda Persona de la Santísima Trinidad, es Perfecto Dios y Perfecto Hombre. Se hizo carne, se “hizo nosotros” para redimirnos y para que por ello, fuéramos Uno con Él eternamente. Él es el Esposo, Cabeza, que asume al Cuerpo, es decir a todos nosotros, para salvarnos. Ese es el motivo de la Encarnación. Jesucristo, en Su Pasión, como Hombre carga con el madero de la Cruz. Y sufre todos los oprobios, insultos, humillaciones, vejaciones, salivazos, flagelaciones, coronado de espinas que eran como clavos que traspasaban su santísima Cabeza y como perfectísimo Dios en esa unión hipostática, carga con todos los pecados del mundo, tomándolos sobre Sí.
En la oración del huerto de Getsemaní, el diablo mentiroso y cruel homicida desde el principio, tienta a Jesucristo, diciéndole que “ningún hombre es capaz de cargar con todo esto, con todo el pecado de todas las épocas y personas del mundo”. La respuesta, la Verdad a esa tentación mentirosa, es que sí hay un Hombre digno y capaz de hacerlo, sólo Uno, Jesucristo Nuestro Señor. La Segunda Persona de la Santísima Trinidad, Dios, Él es el único digno, por serlo y capaz, por su Santo e Infinito Amor, de asumirnos, cargarnos, redimirnos, santificarnos y con Él, que es la Vida, resucitarnos.
Él se encarna, no sólo para salvarnos, sino para desposarse con nosotros por Amor.
En Efesios 5,25-27 queda todavía más clara esta relación cuando se indica lo siguiente: «Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia y se entregó a sí mismo por ella para santificarla, limpiándola con el lavado del agua por la palabra, y para presentársela a sí mismo como una Iglesia radiante, sin mancha ni arruga ni ninguna otra imperfección, sino santa e intachable.» Aquí, el amor sacrificial de Cristo purifica y prepara a la Iglesia para esta unión última, simbolizada por la cena de las bodas del Cordero que hemos expuesto anteriormente.
Me consta que tienes como misión encomendada por el Señor y Nuestra Madre, comunicarnos esa Verdad que ya ha sido Revelada en las Sagradas Escrituras. ¿Por favor, explícanos cómo transmites la virtud de la esperanza en Cristo para que se haga plenamente realidad en nuestras vidas y en nuestro mundo en estos tiempos que vivimos y que vamos a vivir?
La Esperanza está puesta en Su Amor infinito. Tenemos un Dios que es Santo. El Padre, es verdadero Padre Nuestro. Y Jesucristo, Nuestro Salvador, el mayor héroe que hemos podido tener. En esta época de tanta idolatría y de tanto héroe mal entendido, aparece nuestro verdadero Salvador. Que nos deja Su Espíritu, el cual, habita en nosotros. Él nos ama, nos guía, nos comprende, nos enseña, nos perdona, nos protege, nos conoce, para conducirnos y darnos lo mejor que es, Él mismo, Eternamente. No hay felicidad y por tanto, esperanza mayor que esa. El ser humano tiene una sed infinita de amar y ser amado, eso solo se colma y se cumple con Jesucristo Nuestro Señor, que a la vez, nos muestra con Su Ser, quién es el Padre. ¿Quién como Dios? Nadie, nada como Dios.
Además, la cena de las bodas del Cordero, nos anuncia la verdadera esperanza y la seguridad que los creyentes tenemos en Cristo. En un mundo a menudo marcado por el sufrimiento, la persecución y la incertidumbre, este regalo maravilloso futuro, proporciona una visión de alegría y plenitud últimas. Asegura a los creyentes que su fidelidad y perseverancia culminarán en una celebración gloriosa con su Salvador.
En la festividad de Todos los Santos de 2024, publicaste un texto titulado “Hágase tu voluntad” donde desvelas un maravilloso mensaje de todos los Santos del Señor, que dijeron «Sí» a la Voluntad del Padre y los que dirán «Sí» en un futuro, los cuales podemos decir que son muchos y a la vez uno.
Como todos los mensajes que recibo estando en oración, los comparto con mis directores espirituales, sacerdotes santos, rectos, de sana doctrina, con muchos años de experiencia y profundos conocimientos teológicos. Ellos me guían en el discernimiento de los mensajes que están bajo su aprobación y me indican qué debo hacer con ellos. Yo me muevo por la obediencia a mi director, jamás decido por mí misma. Y bajo esa fe, que no certeza y obediencia me muevo. Ellos, junto a la Providencia indicaron que los publicase en esa fecha.
En ese texto, reproduces las indicaciones de la Santísima Madre respecto al «Sí» que nosotros estamos llamados a dar en nuestro día a día y también mediante un acto extraordinario que está cerca de producirse.
¿Cómo explicarías la concurrencia entre el «Sí» de Jesús – el Hijo – al Padre; el «Si» de la Santísima Virgen María en la Encarnación del Verbo; el «Sí» de la Iglesia como Esposa Fiel que se prepara para el encuentro con el Amado; y nuestro «Sí» personal a la Santísima Trinidad?
El mensaje de Nuestra Madre, lo recibí y anoté rezando el rosario en un cenáculo el 11 de noviembre de 2023. Pero no hice caso del mismo, no lo volví a leer, ni lo mostré hasta el 12 de enero de 2024, por circunstancias providenciales. Y el 14 de febrero, miércoles de ceniza, recibí una explicación mayor del mismo. En la festividad de Todos de Santos de 2024, fecha indicada para su publicación, reproduzco en el texto literalmente el fragmento siguiente:
“Como esperé con amor el Nacimiento de mi Hijo, así espero ¡con la misma esperanza!, el nacimiento de una Nueva Iglesia llena de Luz, a la que Yo cuidare, con las mismas atenciones que le dediqué a mi Hijo Jesús, Salvador Nuestro.
Él es quien os había escogido como Pueblo Suyo y Esposa engalanada para el Esposo, desde toda la Eternidad.
Él dijo su «Sí». desde siempre. Ese «Sí» que Yo también dije con mi FIAT, es el «Sí» unido al «Sí» de mi Santísimo Hijo, en la Voluntad del Padre. Estaban ya unidos en ese momento Nuestros Corazones en la Divina Voluntad. Yo, redimida y Santa, porque fui la elegida, en la Divina Providencia, para ser la Esposa, Madre e Hija de Nuestro Señor.
Él puso el «Sí», FIAT, en mi boca, porque para eso Yo nací, para hacer la Voluntad del Padre, en mi Hijo, llena del Espíritu Santo”.
Por eso, queridos hijos, en estos tiempos tan convulsos, os acompaño, para que ahora, en este Nuevo Nacimiento de Amor en la Voluntad Eterna, se cumpla ese «Sí» en vosotros, como esposos, e hijos, desde siempre elegidos en la Voluntad plena de la Trinidad Santa y de la de vuestra Santa Madre.
Ese «Sí» al que vosotros también estáis llamados, está cerca de cumplirse. Y se cumplirá.
Ese «Sí», del Pueblo elegido del Señor, para el que se crearon todas las cosas en Jesucristo, Nuestro Señor.
En ese Nuevo Nacimiento, la Voluntad del Padre se cumplirá en vosotros, en el Hijo y por el Hijo, llenos del Espíritu Santo; y unidos a mí «Sí», providente y corredentor. Así sea, hijos, niños míos, pronta la respuesta y cercana mi esperanza.
Todo en alabanza al Padre, unida a la Pasión del Hijo, en la unidad del Amor del Espíritu Santo“.

En otra parte del mensaje, manifiestas lo siguiente: “Ya en la Tierra y en el Cielo, pues no habrá división en Ella. Ese «SÍ», será el Cielo en nosotros. Es decir, se unirán todos los Santos del Cielo que dijeron también «SÍ» y las almas del Purgatorio —ellas también dijeron «SÍ», por ello purgan hasta ser santificadas. Todos los miembros de la Iglesia en unión en la misma Voluntad de Nuestro Señor. A ese «SÍ», también se suma misteriosamente el «Sí» de los Ángeles. Es un «SÍ» cósmico”.
Todo ello se dirige al “Hágase tu voluntad, así en la Tierra como en el Cielo” que recitamos constantemente en el Padrenuestro, la oración que nos enseñó el mismo Jesucristo. Es el SÍ de la Divina Voluntad, sumado al SÍ, que dieron todos los ángeles del Cielo y sumado a todos los santos de todas las épocas, y el resto de elegidos en el tiempo final, todos los que están recogidos en el Libro de la Vida, queda completado en ese SÍ, el SÍ TOTAL y UNO.
Nosotros, los hombres estamos condicionados por el tiempo y el espacio, desde que nacemos hasta que morimos. Pero Dios está fuera del tiempo. Por ello, nosotros existimos desde siempre, porque Él nos pensó y conocía desde siempre. La Divina Voluntad, dijo SÍ a la Creación, a la Redención y a la Alianza Eterna. Él, Dios, por Omnisciencia, conocía el SÍ de Ella, Su Iglesia. Este mundo lleno de pecado, y de dolor, tiene un tiempo, porque al demonio se le concede un tiempo, luego será desterrado y condenado para siempre en el infierno que él eligió. Todo será santificado y restaurado.
“Porque estimo que los sufrimientos del tiempo presente, no son comparables con la gloria que se ha de manifestar en nosotros. Pues la ansiosa espera de la creación desea vivamente, la plena manifestación de los hijos de Dios” (Romanos 8, 18-19).
En un momento del mensaje señalas que tuviste la revelación de que «el mundo fue creado en orden a la Iglesia, como decían los cristianos de los primeros tiempos. Dios creó el mundo en orden a la comunión en su vida divina, comunión que se realiza mediante la «convocación» de los hombres en Cristo, y esta «convocación» es la Iglesia.”
Por otro lado se te dijo que “La Iglesia es la finalidad de todas las cosas, e incluso las vicisitudes dolorosas como la caída de los ángeles y el pecado del hombre, no fueron permitidas por Dios más que como ocasión y medio de desplegar toda la fuerza de su brazo, toda la medida del amor que quería dar al mundo: «Así como la voluntad de Dios es un acto y se llama mundo, así su intención es la salvación de los hombres y se llama Iglesia» (Clemente Alejandrino, Paedagogus 1, 6).”
¿Cómo podrías explicar en lenguaje sencillo esa visión de la Iglesia triunfante, de la Jerusalén Celestial al final de los tiempos? ¿Qué puede significar que ese edificio se construirá con “piedras vivas”, que serán los santos y justos de todos los tiempos?
He visto, porque me lo enseñan, trozos de la Iglesia como un edificio y mientras lo veo, también me muestran cómo cada santo es una piedra que se va uniendo a otras incorporándose, construyendo las paredes de Ella. Algunos son columnas, otros son pilares, y algunos son flores del precioso jardín. Cada uno tiene su lugar en la Ciudad Santa, cada uno ocupa un sitio, formando el Edificio de la Iglesia de Dios. Piedras vivas.
Me gustaría comentar contigo uno de los aspectos más relevantes de los mensajes que has transmitido bajo la siguiente indicación del Cielo: “Hágase tu voluntad”.
En el texto dices que:
“Esa es Su Voluntad. Ese es el “Hágase Tu Voluntad” en la magnitud del Amor. La Madre en su mensaje transmitía llena de amor que está esperando deseosa que llegue ese momento del «Sí». Me explican que tras el “El Momento de la Luz” , llega el momento de la respuesta esperada, lo que llama “El Momento de la Respuesta”.
Tristemente y debido al misterio de iniquidad, no sólo habrá una respuesta. Habrán tres tipos de respuesta:
- Los que digan «Sí».
- Los que digan «quiero decir Sí».
- Los que se miren a sí mismos, diciendo: «YO. (Yo ya veré qué hago)».
A los primeros, se les dará la gracia de inmediato. Es instantánea.
A los segundos, se les dará la gracia para decir «Sí» y dirán «Sí».
A los terceros, se les respeta su elección.
Estas tres decisiones, serán especialmente libres, pues se contestará en la plenitud de la Luz del Espíritu Santo, llena de Verdad, Justicia y Amor. Esa luz será personal, y se dará en un momento; seguidamente, en y tras ella, se darán libre y personalmente esos tres tipos de respuesta.”
¿Ese “Momento de la Luz” es el mismo que en las apariciones de Nuestra Señora del Carmen de Garabandal se denomina “El Aviso” o el momento de la “iluminación de la conciencia”? ¿Los que digan «Sí» son las denominadas “primicias” en el Apocalipsis?
Yo asocio el “Momento de la Luz” al conocido “Aviso”, aunque en la revelación, Él no lo llamó así en ningún momento. Él lo llama el “Momento de la Luz”.
Los que digan SÍ tras el “Momento de la Luz”, tendrán tras decirlo, unas gracias, dones especiales del Espíritu Santo (será la Nueva Iglesia llena de Luz que va a nacer). Serán las llamadas “primicias”.
Estos son los que reciben el Segundo Pentecostés y Dios les dará las gracias necesarias para cumplir su misión.
Si te parece, vamos a detenernos un poco más en este aspecto fundamental del mensaje que has recibido en oración.
De acuerdo. Tras una guerra, en medio de ella o al final de ella, eso no me lo especifican, llega el “Momento de la Luz”.
Ese “Momento de la Luz” es personal y por tanto, es como una especie de juicio donde se muestra la verdad, desde la Verdad que es Dios, pero sin sentencia. Es el hombre, en ese mostrar personal el que responde. No se queda neutral, es imposible, porque él, el hombre, se sitúa sobre esa verdad. El hombre en ese momento de Verdad, no puede engañar, ni engañarse. Recibe una Luz, semejante a la que recibieron los ángeles.
Digamos que son ellos en su respuesta libre los que se sentencian. No es Dios quien les sentencia, son ellos quien lo hacen. Esa sentencia/respuesta, es absolutamente libre, porque responden en la plenitud de la luz donde no cabe engaño. Y ahí se muestra el misterio de iniquidad que no deja de asombrarme.
El Dios, en Su Santidad, no muestra los pecados para acusarlos, les muestra los pecados para darles la oportunidad de ser santos. Todos estamos llamados a la santidad. Todos. Y lo que hace, lo que muestra es para corregirnos, para mostrarnos cómo fuimos diciendo no, a Su Voluntad para con nosotros que era un plan de santidad: de palabra, obra y omisión. Y nos da la oportunidad de cambiar a cada uno, perdonando lo hecho y mostrándonos que sigue teniendo un plan de santidad para todos nosotros.
Es por ello que Dios, en su Divina Misericordia nos ofrece la oportunidad de dar una de las tres respuestas y entiendo que en libertad esa será la sentencia. Si te parece bien, empecemos por los que dicen YO en el “Momento de la Luz”.
Dios, es tan Santo que quiere que todos los hombres se salven. Él ama infinitamente a todos. Por cada uno de nosotros derramó su sangre. Él se ofreció por todos, no descartó a ninguno y sigue sin descartarlo. Aunque en su Omnisciencia, sabe, conoce su respuesta, no deja de darle la oportunidad monstrándole Su amor infinito y verdadero amor.
Por ello, a aquellos que sabe que van a responder YO, les da la oportunidad de corregirse, no sólo les muestra el camino errado que han tomado, les da la oportunidad de enmendarse porque ellos también, si lo hacen pueden llegar a se santos. Les ama tanto, que no quiere dejar de darles la oportunidad.
Son ellos, los del YO, los que se reafirman en su maldad. Es decir, los que por soberbia sitúan su yo, por encima de Dios, como si ellos fueran más importantes.
Dicen YO. Lo que yo quiera, lo que yo vea. No dicen: SI, mi Dios. Dicen tú no. YO
El Falso Profeta (no será solo uno, serán muchos), el Anticristo y todos los secuaces de Satanás ya están actuando en la Tierra para conseguir que muchas almas digan YO.
Dios, le dará la oportunidad al Anticristo y al Falso Profeta, de salvarse. Les dará esa oportunidad. Les mostrará Su amor desde la Verdad absoluta y ellos, se reafirmarán en su YO, en su soberbia de alzarse por encima de Él, contra Él.
Tras esa respuesta, el demonio que está pendiente de los que van a decir YO, les otorgará el poder.
¿Cuándo recibe el poder el Anticristo y su Falso Profeta? Tras esa respuesta que dan a Dios. Al elegir ya se habrán posicionado libremente y ahí es cuando el Dragón (Satanás) les dará el poder para gobernar su reinado anticrístico.

Sin embargo, paralelamente, y en contraposición están los que dirán SÍ en el “Momento de la Luz”.
En efecto, esa es la primera respuesta que me señalan.
Éstos, tras ver sus negativas, aman más a Dios, ven más Su santidad, agradecen la corrección y quieren decirle SÍ inmediatamente. SÍ a Él, SÍ a que sea su Dios, SÍ a hacer Su Voluntad.
Éstos, son los que tras la respuesta reciben el Segundo Pentecostés. Es decir, el Señor les concede de inmediato las gracias para hacer su Voluntad.
De ahí salen las primicias de los elegidos, aquellos que con los dos elegidos del Cielo guiarán a Su Pueblo durante la Gran Tribulación.
De ahí surgirá Pedro, su Vicario, el elegido por Dios para guiar en Cristo a Su Iglesia durante ese periodo de gran tribulación. Y entiendo (esto no me lo han especificado) pero sí mostrado de forma general, otro caudillo, otra cabeza, un Moisés, para guiar a su Pueblo. Ambos estarán juntos con el resto del Pueblo de Dios. El resto fiel tiene también una función de santidad para estos tiempos, un papel esencial, y recibirá las gracias, los dones para ejecutarlo.
Ellos son los del Segundo Pentecostés.
Este grupo del SÍ, será el remanente fiel que combatirá, predicará y hará de testigos de Dios recibiendo sus Gracias para que puedan llevar a cabo esa misión.
Finalmente queda describir a los que querrán decir SÍ en el “Momento de la Luz”.
El segundo tipo: los que querrán decir SÍ, pero no estarán preparados para hacerlo, irán diciendo SÍ durante la Gran Tribulación. E irán convirtiéndose.
Dios, tras su querer decir SÍ, como Dios es Fiel, Misericordioso y Justo, hará en ellos lo que le pidieron en ese momento y se salvarán y santificarán. Del mismo modo que hará Dios en los primeros, los del SÍ, a pesar de las tribulaciones que van a pasar, Dios hará que se cumpla Su Voluntad en ellos.
Va a ser el Señor quien lo hará.
Por tanto, en el momento de la respuesta quedará completado el número de los elegidos que están escritos en el Libro de la Vida.
Ya no habrá más respuestas. Esa respuesta será la última.
Será el final del final de los tiempos, será el final del tiempo del demonio en este mundo. Y también será el final del final de los tiempos para nosotros, es decir, será la última respuesta. Por eso podemos decir que esa es la batalla final, no hay otra.
La Iglesia, que es el número total de los elegidos quedará completada en esa respuesta. Quedará completada cuando toda ella sea santa, es decir, cuando todos los del SÍ y los del quiero decir SÍ, sean santos y hagan Su Voluntad. Entonces se irán ensamblando como piedras vivas construyendo el edificio completo, que es la Iglesia de Dios y que se sumará a los ya santos del Cielo y los que en el purgatorio se estén santificando.
Cuando ya esté construida, porque se haya sumado al edificio el último santo, linaje estirpe de María, la Nueva Eva, los hijos de Dios redimidos por Cristo y santificados por Él, entonces el demonio quedará desterrado para siempre de este mundo. Ya no tendrá lugar. Ya no tendrá a quién tentar. Así lo explicita el Libro del Apocalipsis de San Juan.
El Pueblo entero de Dios, el número de los elegidos quedará completado. Todos los santos del Señor con toda la ayuda del Cielo, sus ángeles e intercesores, crearán, de este modo, la Jerusalén Celeste.
Esa es la Iglesia, linaje de María, la que destierra por su santidad al demonio de este mundo, porque ha triunfado en ella, el Sagrado Corazón de Jesús y el Inmaculado Corazón de María.
Este es el Venga Tu Reino. Ha llegado Su Reino.
¿Cómo describirías la Gran Tribulación en el contexto de la batalla final?
En efecto, la Gran Tribulación va a ser la batalla final. Como he explicado antes, el demonio está en nuestro mundo desde el principio de la Creación, pero su tiempo no es ilimitado. Él, Dios, le concede un tiempo. El final del final de los tiempos, es el final del tiempo del demonio en este mundo.
Y como sabe que dispone de poco tiempo, está furioso viendo a quién devorar, más desatado que nunca, con todo su poder. Él soberbio, le declara la guerra a Jesucristo con Su Iglesia, su pretensión es ser su dios y que todos los hombres le adoren. Su gobierno durará tres años y medio que es lo que dura la Gran tribulación. El demonio está con todo el poder atacando, como nunca lo ha hecho por ese poder y tiempo concedido, acordémonos del santo Job. La Iglesia sufrirá mucho, porque tendrá que permanecer fiel, manteniendo el testimonio de Jesús. Esa será su purificación, a la cual se acogerán por fidelidad cada uno de los fieles con su misión. Esa purificación, es la que les llevará a la Santidad y al triunfo profetizado en Ella de los Sagrados Corazones. El Inmaculado Corazón de María triunfará y el Sagrado Corazón de Jesús reinará en nosotros. La Victoria será y es de Dios. La Gran Tribulación es necesaria para la purificación de la Iglesia y su respuesta de santidad.
Dios dijo Sí a Ella y ahora es Ella, la que tiene que decir SÍ a Él. Ella tiene que pasar por donde pasó Él, por eso se llama la Pasión de la Iglesia. El demonio no sólo nos ataca por odio, si no también por temor, ya que sabe, que cuanto más ensamblada esté la Iglesia, es decir, cuantos más santos cumplan la Voluntad de Dios, él, el demonio, estará más débil y por tanto más furioso. Él sabe que cuando se cumpla el SÍ del último santo, quedará desterrado para siempre de este mundo.
En el SÍ, en la respuesta sincera, está el desposorio, por eso en la respuesta ya empieza el Triunfo de Cristo y de María.
Es cuando ese SÍ, se ejecuta, se lleva a cumplimiento. Cuando ese SÍ de cada uno se cumple en nosotros haciéndonos totalmente de Cristo en Santidad. Es cuando se cumple en el último santo, cuando llega Cristo con todos sus ángeles y santos del Cielo para desposarse con Ella, llegando las bodas del Cordero.
Ella está purificada, inmaculada, blanca, santa, ha pasado por donde pasó Él. Por esos se llama la Pasión de la Iglesia.
Toda santa está ya preparada para ser Una con Él para siempre, eternamente.
El orden de los acontecimientos que me han dado a mi es: Guerra, Momento de la Luz (respuesta), Gran Tribulación, Triunfo de Maria y de Cristo en la Iglesia y Parusía.
¿En qué sentido los que dicen SÍ son las llamadas “primicias”? Ya lo has comentado brevemente con anterioridad, pero me gustaría que detallases un poco más este tema.
Los que dicen SÍ son las primicias del Triunfo. Son el grupo que combate. Son los que van por delante en la batalla de santidad, los que ayudan al otro resto para su conversión. Es la Nueva Iglesia llena de Luz que va a nacer.
Es la que la Madre espera con tanto anhelo. Ella les atenderá y arropará y acompañará hasta el final como hizo con Jesucristo. Hasta que se pueda decir: “Ya está todo cumplido”.
Esto concuerda con lo que la Virgen le dijo al padre Gobbi: que el grupo de avanzadilla tenia la misión de predicar y del martirio, y el otro grupo, de rezar por ellos en la retaguardia.
Esa Nueva Iglesia llena de Luz son los del SÍ, las primicias.
Albert, los que digamos que SÍ en nuestro día a día y en el “Momento de la Luz”, somos hijos también del SÍ de Jesús y del SÍ de María, haciéndonos hijos suyos, consagrados a su Inmaculado Corazón.
El SÍ es el triunfo de Él y de María en nosotros. Luego viene Cristo. ¿Cuánto tiempo tardará Cristo en venir? No lo sé. Solo lo sabe el Padre.
Los mensajes que estamos analizando continúan de la forma siguiente: “Entonces oigo que, porque cuando nos veamos y veamos la Verdad de Dios, veremos la Voluntad que tenía el Padre para cada uno de nosotros, que era la de la santidad. Veremos el plan que tenía Él para con nosotros y lo que dejamos de hacer. Veremos el mal que hemos hecho con una luz clarísima, desde el Amor de Dios, desde la Verdad, porque Él es la Verdad, pero sobre todo veremos, lo que no hemos hecho.”
En efecto, veremos lo que Él tenía preparado, para cada uno de nosotros y veremos cómo fuimos diciendo “NO” con nuestros actos, pensamientos, y omisiones.
Al oírlo entiendo que veremos la Voluntad que tenía el Padre cuando nos pensó, pero desde Dios, es decir desde la Verdad que es y que da Dios. Y descubro que es un momento y un acto de Misericordia excelsa para cada uno de nosotros.
En mi oración yo seguí preguntando: “¿Qué es lo que hay que responder? ¿A qué responderemos? Me dijiste que había tres respuestas”. Entonces, me enseña el Padre Nuestro, empieza a recitarlo y empiezo yo también a recitarlo con Él, de un modo, que es como si me hicieran fijarme especialmente en cada una de las frases y en su significado.
“Padre Nuestro, que estás en los Cielos. Santificado sea tu Nombre. Venga a nosotros Tu Reino. HÁGASE TU VOLUNTAD, ASÍ EN LA TIERRA COMO EN EL CIELO”.
El «hágase Tu Voluntad», no es solo una frase bonita, no es solo una petición. Tiene veraz y pleno sentido, ese «hágase» debe llevarse y se llevará a cumplimiento. Eso es lo que se me señala. Se cumplirá la Voluntad de Dios.
Por eso, Jesucristo nos lo enseñó, para que hiciésemos la Voluntad del Padre; Voluntad a la que Él también está unido. Es un «SÍ» de la Divina Voluntad, a la que nos adheriremos nosotros también.
El «SÍ», será un «hágase Tu Voluntad» en nosotros, en cada uno de nosotros. Diremos «SÍ», al «hágase en mí la Voluntad del Padre». Diremos «SÍ» al «hágase la Divina Voluntad». Es un «SÍ», al plan de Dios en cada uno. Será algo personal. A pesar de nuestro “NO” del pasado, Él sigue teniendo un plan de santidad para cada uno de nosotros.
Seguimos profundizando en los mensajes que estamos analizando con SGT. Has comentado anteriormente que tras el “Momento de la Luz”, llega la Gran Tribulación. En ella, se dará el cumplimiento de la Purificación, hasta la Santificación (de cada uno), con Cristo, llegando al cumplimiento de la Voluntad del Padre en cada uno, de manera que ya se pueda decir el: “Todo está cumplido”.
Así como Jesús expiró antes de fallecer, así será en nosotros, en unidad con el Espíritu Santo y con todos los Ángeles y Santos del Cielo que lo acompañan; hasta que se cumpla en el último de los elegidos.
También se me enseñó que tras las respuestas dadas, se acaba el tiempo de responder. Él aceptará la respuesta que le demos, insisto, porque al ser dada desde ese acto de Amor infinito y Luz plena, la respuesta será absolutamente libre, semejante a la Luz que tuvieron los Ángeles en el Cielo.
Yo le pregunté por qué esa era la última respuesta para decir «SÍ». Y se me contestó que es porque “será el final de los tiempos, también en nosotros. Será la última prueba, no habrá más tiempo para responder”.
Las tres respuestas, una vez dadas en el “Momento de la Luz”, se cumplirán en fidelidad y justicia durante la Gran Tribulación. Es entonces cuando me hacen comprender, que ésta será tan terrible que, si el Señor no nos hubiera dado con anterioridad, en ese acto de Misericordia y Amor infinitos, esa Luz a sus hijos, para responder «SÌ» o «quiero decir SÍ», luego, durante la misma, no podríamos y no podremos responder «SÍ».
Tras el «SÍ», Dios, que es fiel y justo y por tanto, respeta nuestra elección, hará en nosotros Su Voluntad. Él cumplirá en nosotros el «hágase Tu voluntad», el «SÍ quiero».
También, Él cumplirá Su Voluntad en aquellos que respondieron: «quiero decir SÍ», pero que, en ese momento de la Verdad, no podían responder «SÍ», a secas, porque no estaban preparados.
Es como un juicio, aunque no sé si llamarlo así, porque no lo es, no hay una sentencia. Lo llamo juicio, porque nos veremos desde la Verdad, nos veremos desde Él, y lo veremos con juicio justo. Y daremos una respuesta, tomaremos una elección libre, frente a esa verdad expuesta, donde no cabrá mentira.
Veremos la Verdad y, respondamos lo que respondamos, será aceptado en Misericordia y Justicia.
Me imagino que los que hayan respondido «YO», es porque serán inducidos por la mentira y el engaño del Maligno que habrá llenado de orgullo y soberbia sus corazones. Esa parte de la humanidad que apostando por ellos mismos ¿se habrán situado en el lugar de Dios, como si su yo, estuviese a Su Altura, como si su yo, fuese más importante que la Voluntad de Dios? ¿Tú crees que las personas que, ante tal “Momento de la Luz”, de plena Verdad y Libertad, respondan «YO», no estarían sino marcándose con el nombre de la Bestia que cita el Apocalipsis, una marca en el entendimiento y en la voluntad?
Sí, me dan muchísima pena, aquellos que, viendo al Señor, en vez de mirarlo a Él, tras ver la Verdad, miren a su propia voluntad, a su «yo quiero». Es decir, en vez de mirar al Señor, en el máximo esplendor de luz, caridad y verdad, respondan mirándose a sí mismos, y contestando «YO», «yo, ya veré». Estos ya habrán contestado también y luego no dirán «SÍ». No es determinismo, no es que el Señor no quiera que se conviertan. Es que si en el momento de mayor Luz, semejante a la de los ángeles, su respuesta es «YO», en vez de «Dios», más tarde, este tercer tipo no dirá otra cosa. Además ese es el pecado contra el Espíritu Santo. Además, ellos saben lo que eligen. En la lectura de los mensajes se explica esto con más detalle.
Finalmente, quisiera destacar otro párrafo de los mensajes que estamos analizando contigo. Dice así: “Repito, esta Luz, no es sólo para que nos arrepintamos de nuestros pecados de pensamiento, acción y omisión. Es, sobre todo, para que tengamos la oportunidad de contestar en libertad: «Sí, quiero que se cumpla en mí Tu Voluntad».
En efecto, a ese «SÍ», estamos destinados desde la Eternidad. Él hizo toda la Creación para Ella, para Su Iglesia, la que Él rescató encarnándose y dando Su Vida. Con la que se desposó para siempre.
La Gran Tribulación, es para la purificación en el «SÍ quiero», hasta la Santificación de la Iglesia toda; como Jesús, que dijo «SÍ» en la Voluntad del Padre, ahora le toca a Ella decir «SÍ». Por ello, se llama «la Pasión de la Iglesia».
La Santísima Virgen María llama «Nueva Iglesia de Luz», a aquellos que dicen o dirán que «SÍ» y que conforman la Iglesia: sus elegidos. Es a Ella (a la Iglesia, a la que ha dicho «SÍ») a quien la Virgen asistirá, acogerá y arrullará. Es a los que dicen o dirán que «SÍ», a quien ella dedica este mensaje. El «Nuevo Nacimiento» será esa Iglesia de Luz que dirá «SÍ»
Por lo tanto, ¿crees que Nuestra Madre -la Santísima Virgen María-, nos está preparando con sus constantes mensajes, en distintas mariofanías (manifestaciones sobrenaturales) en diferentes lugares del mundo, y que Ella está uniendo a sus hijos, como fieles apóstoles para afrontar los últimos tiempos de los gentiles antes de la Segunda Venida de su Hijo, Nuestro Señor Jesucristo?
Estoy totalmente convencida de ello. La Santísima Virgen María es nuestra Madre y no nos abandona en ningún momento. Ella siempre quiere llevarnos a Jesucristo, el verdadero Salvador y Redentor de la humanidad.
Muchísimas gracias por esta magnífica entrevista. Sé que resulta muy excepcional que expreses públicamente tu interpretación sobre los mensajes revelados en oración. Como me has indicado en alguna ocasión, tu misión es permanecer oculta, y que sean los sacerdotes o los laicos que tengan la misión de ser apóstoles contemporáneos quienes recojan estos mensajes proféticos y los difundan para dar luz a todos aquellos que en su corazón contestan día a día o contestaran en su momento: «SÍ, QUIERO QUE SE CUMPLA EN MÍ TU VOLUNTAD».

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