La maternidad subrogada representa «una grave violación de la dignidad y los derechos de las mujeres y los niños», y la comunidad internacional «debe sentirse llamada a reflexionar sobre la urgencia de establecer una prohibición absoluta» de esta práctica, como pidió el Papa Francisco en su discurso al Cuerpo Diplomático en enero de este año.
De hecho, existe un «consenso mundial a favor de un enérgico juicio negativo» sobre esta práctica «incluso desde diferentes posiciones políticas, éticas y religiosas».
Estas son las conclusiones propuestas por Gabriella Gambino, subsecretaria del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, que ha moderado ayer en el Palacio de las Naciones de Ginebra el encuentro «¿A qué precio? Hacia la abolición de los vientres de alquiler: prevenir la explotación y la mercantilización de mujeres y niños», organizado por la Misión Permanente de la Santa Sede ante las Naciones Unidas en Ginebra y la Fundación Caritas in Veritate.
«Turismo procreativo»
El objetivo de la reunión, explicó la moderadora en su introducción, era «reflexionar sobre la urgencia de una respuesta internacional al fenómeno de la maternidad subrogada». Consciente de que el «turismo procreativo» generado por la divergencia de las normativas de los Estados sobre gestación subrogada «sigue siendo la causa de la explotación transnacional de mujeres y niños a través de esta práctica», para Gambino es necesario «promover un compromiso común para garantizar la protección universal de la dignidad y los derechos humanos fundamentales de las personas implicadas».
Derecho a la dignidad
La subsecretaria vaticana citó la reciente Declaración Dignitas infinita del Dicasterio para la Doctrina de la Fe de la Santa Sede (abril del 2024), cuando subraya que todo niño tiene derecho «a tener un origen plenamente humano y […] a recibir el don de una vida que manifieste la dignidad de quien la da y de quien la recibe». Reiterar que «no todas las formas de engendrar son lícitas y que no existe un ‘derecho al hijo’ en términos estrictamente jurídicos que pueda justificar cualquier práctica procreativa».
A continuación, recordó los problemas asociados a la maternidad subrogada, desde la «despersonalización y procedimiento del nacimiento» hasta la «comercialización y explotación de la mujer», por un lado, y la «cosificación del niño», por otro.
También es una «forma de contractualización de las relaciones humanas fundamentales, destinada a afectar para siempre a la identidad y la vida de los sujetos implicados».
Otras intervenciones
Tras la presentación de Gambino, Eugenia Roccella, Ministra italiana de Familia, Natalidad e Igualdad de Oportunidades, tomó la palabra para hablar de la gestación subrogada desde la perspectiva de la legislación italiana.
A continuación intervino Olivia Maurel, portavoz de la Declaración de Casablanca y líder de la campaña por la abolición universal de la maternidad subrogada, concebida en Kentucky (Estados Unidos) por una madre de alquiler, que analizó la cuestión desde la perspectiva de los derechos de la infancia.
La tercera ponente fue la periodista y escritora Eva Maria Bachinger, cofundadora de la iniciativa Stop Surrogacy en Viena en el 2015 y autora de tres libros sobre este tema, que evaluó la cuestión de la maternidad subrogada desde la perspectiva de los derechos de la mujer.
Y, por último, Bettina Roska, responsable jurídica de ADF International en Ginebra, analizó el tema en sus dimensiones jurídicas, trazando un panorama del panorama jurídico internacional y destacando las lagunas y los retos.