Albert Cortina conversa en esta ocasión con Luis Alfonso de Borbón y Martínez-Bordiú, aristócrata y empresario. Tiene un árbol genealógico extenso y con un componente histórico muy relevante. Luis Alfonso es el heredero al trono de Francia. Considerado por sus seguidores como Louis XX de Francia. También ostenta el título de Duque de Anjou y otros títulos nobiliarios y distinciones honoríficas españolas y francesas. Está casado con María Margarita Vargas con quien ha tenido cuatro hijos: Eugenia, Luis, Alfonso y Enrique. La familia reside en Madrid.
Luis Alfonso, seguramente recuerdas aquel pasaje del Evangelio de Mateo donde Jesús, aprovechando el encuentro con un joven rico, enseña a sus apóstoles la necesidad de tener un corazón desprendido. “En verdad os digo: difícilmente entrará un rico en el Reino de los Cielos. Es más, os digo que es más fácil a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el Reino de Dios”. ¿Cómo crees que se puede tener el corazón desprendido de uno mismo y de las cosas materiales, para dejar que Dios entre en nuestro corazón?
Este pasaje de Mateo refleja una de las enseñanzas más profundas de Jesús sobre la riqueza, la humildad y el desapego. El joven rico, al que Jesús le pide que venda todo lo que tiene y lo dé a los pobres para seguirlo, representa a aquellos que, aunque buscan el bien y desean vivir según los mandamientos de Dios, se ven atados a sus posesiones y a su estatus.
Debemos tomar conciencia de que todo lo que tenemos es un don de Dios: las riquezas, los logros, las posesiones materiales, e incluso nuestra propia vida. Todo lo hemos recibido para administrarlo con responsabilidad y generosidad. Este reconocimiento nos ayuda a poner en perspectiva lo que realmente importa y a dejar de aferrarnos a lo material.
El desprendimiento no es únicamente renunciar a lo material, sino que es también, cultivar una actitud generosa, compartiendo lo que tenemos con los demás -especialmente con los más necesitados-, estando dispuestos a servir.
En este sentido, la oración nos libera de la dependencia del mundo y centra nuestro ser en lo eterno. La contemplación nos ayuda a reconocer la presencia de Dios en todas las cosas y nos invita a vivir con mayor serenidad, sin aferrarnos a lo efímero.
En lugar de centrarnos en la acumulación de bienes materiales, debemos centrarnos en lo que es eterno, en la justicia, en el amor al prójimo y en la paz interior que nos da la fe.
De este modo, el desprendimiento está íntimamente ligado a la humildad e implica una actitud de servicio y una renuncia a nuestro ego.
Finalmente, el desprendimiento también tiene que ver con la confianza plena de que Dios proveerá lo que necesitamos. Esto no significa que no debamos esforzarnos o trabajar, sino que debemos vivir sin ansiedad por el futuro, sabiendo que Dios cuida de nosotros.
Muchas veces, a los católicos nos da un cierto reparo dar testimonio de nuestra relación con Dios. Guardamos en la intimidad del corazón ese aspecto fundamental de nuestra vida. Sin embargo, si lo crees oportuno, me gustaría que nos desvelases cuándo crees que tuviste el auténtico encuentro personal con Jesús que transformó tu vida espiritual.
Mi vida espiritual empezó desde el momento en que fui bautizado por voluntad de mis padres. En ese itinerario ha habido muchas personas que han aportado algo: mi “nana”, mis padres, mis abuelos, mis tíos, los diferentes profesores de religión, algunos sacerdotes, etc. Según he ido madurando, las decisiones tomadas por mis padres -por ejemplo, el bautizo y la comunión- las he reforzado con decisiones propias en la confirmación, en el matrimonio y en la educación de nuestros hijos, con el apoyo de Margarita, mi mujer. A lo largo de este tiempo he ido profundizando en mi itinerario espiritual, es decir, en mi relación con Dios, que como toda relación ha tenido altibajos por los distintos avatares de la vida y las pruebas con las que me he ido encontrando.
El encuentro personal más intenso con Jesús lo viví al realizar el retiro de Emaús. Mi mujer, que lo había hecho unos años antes, trató de animarme para que lo hiciera, y unos años después, mi amigo Javier me lo propuso sin insistirme demasiado y finalmente me animé a realizarlo.
No sabía muy bien a lo que iba, pero me dije: “no tengo nada que perder y mucho que ganar por lo que he oído”. Mi reflexión fue que, en el peor de los casos, tan solo perdería cuarenta y ocho horas de mi vida. Sin embargo, fue una experiencia fabulosa, en la que conocí a gente maravillosa: los llamados “servidores” en el retiro, nos cuidaban con un trato exquisito, hacían que las actividades y dinámicas fluyeran de la mejor de las formas y nos daban su apoyo. Por otro lado, los llamados “caminantes” como yo, que al principio no sabíamos muy bien a lo que íbamos, pero que teníamos la mente abierta a lo que se nos propusiera, también resultaron ser unos “hermanos” maravillosos.
Puedo decirte que el retiro de Emaús me ha permitido dar testimonio de mi relación con Dios. Tengo que confesarte que me ha impresionado como conté a personas desconocidas intimidades de mi vida espiritual que nunca había contado a nadie. Escuchar el testimonio de los servidores y también de los demás caminantes resulta muy impactante.
Así pues, el retiro de Emaús me ha permitido romper la coraza que me había puesto -seguramente para protegerme- y así expresar emociones, sentimientos y vivencias de mi relación con Dios. El retiro de Emaús me ha acercado mucho más a Dios, y me ha permitido integrarlo de forma más profunda en mi vida cotidiana.
Hacer Emaús me ha ayudado a relativizar las cosas -mirando más allá de mi propio ombligo-, haciendo más llevaderas las penas y dificultades de la vida.
Finalmente, puedo decirte que Emaús me ha puesto en contacto con gente maravillosa.
Como emprendedor, has creado varios juegos de mesa muy divertidos. Uno de ellos es el titulado “Gánate el cielo” que ayuda a conocer la vida de los santos. Su objetivo es que los niños y adultos traben amistad con los grandes santos católicos. Este juego es una manera amena de aprender valores y virtudes del cristianismo, que son válidos para cualquier persona: valores como el amor, la generosidad, la entrega, la solidaridad, el servicio o la lealtad. ¿Como crees que el juego que has creado puede acercarnos a Dios teniendo un primer contacto con la vida y el ejemplo de esos grandes santos?
El juego «Gánate el Cielo» – que se centra en la vida y el ejemplo de los santos-, puede ser una excelente herramienta para acercarnos más a Dios y profundizar en nuestra vida cristiana de una manera interactiva y significativa con nuestros amigos del Cielo. El contacto con la vida de los santos, que han sido modelos de virtudes cristianas, puede ser un primer paso hacia una mayor comprensión de la fe y un despertar espiritual.
Si me permites, a continuación me gustaría explicarte con mayor detalle, cómo un juego como este puede acercarnos a Dios y ayudarnos a crecer en nuestra vida cristiana.
En efecto, el juego «Gánate el Cielo», al centrarse en las vidas de los santos, puede ser una herramienta muy poderosa para acercarnos a Dios, especialmente al ser para muchos un primer contacto interactivo y lúdico con la vida cristiana.
Este juego, nos permite conocer, imitar y reflejar las virtudes de los santos en nuestra propia vida, inspirándonos a vivir de acuerdo con el ejemplo de aquellos que ya han alcanzado la santidad. Además, nos ayuda a comprender que todos estamos llamados a ser santos, y que la santidad se alcanza en el día a día, en la oración, frecuentando los sacramentos, en las decisiones que tomamos y en las virtudes que cultivamos.
Este tipo de juego no solo enseña sobre la vida de los santos, sino que también invita a la acción y a la reflexión personal, conduciéndonos a vivir más cerca de Dios y a acercar a otros a su Amor y Misericordia infinita.
“Juega con Dios” es otro juego de la misma colección, que repasa toda la catequesis de nuestra fe y permite conocer la religión católica de una manera divertida.
Como no podía ser de otro modo, tu santo favorito es San Luis Rey de Francia ya que naciste el mismo día que él, aunque con 760 años de diferencia y cabe recordar que sois familia. Además, vuestras respectivas esposas coinciden en llamarse Margarita. ¿Cómo definirías el ideal de monarca cristiano que representa San Luis?
El modelo de San Luis como monarca cristiano se puede entender como un llamado a los gobernantes a ser no solo autoridades políticas, sino también pastores espirituales de su pueblo. El monarca cristiano es aquel que ve su poder y autoridad como un servicio a Dios y a la humanidad, que actúa con justicia, humildad y caridad, y que pone a la Iglesia y al bien de los más pobres y necesitados en el centro de su gobierno.
Hoy en día, el ideal de San Luis como monarca cristiano sigue siendo un modelo a seguir para los líderes políticos y religiosos de nuestros tiempos. Su vida muestra que la realeza y el liderazgo no deben fundamentarse sobre el poder, sino sobre la responsabilidad de servir a los demás, promoviendo la justicia, la paz y el amor en nombre de Dios.
Este es un modelo que trasciende su contexto medieval, y resulta aplicable indiscutiblemente en el mundo moderno, donde los líderes políticos pueden aprender del compromiso de San Luis con la justicia social, el bien común, la protección de los más vulnerables y la importancia de la fe en la vida pública.
Si te parece bien, a continuación, voy a ir seleccionado alguno de los 80 santos que aparecen en el juego “Gánate el Cielo”, para que nos vayas desvelando, a través de ellos, tu ideal de santificación en medio del mundo. Empezamos por el primero: ¿Cómo entiendes la santificación de lo ordinario que propuso San Josemaría Escrivá, el fundador del Opus Dei?
La santificación de lo ordinario, según San Josemaría, es una llamada a ver lo divino en lo humano, a convertir nuestras actividades diarias y cotidianas en ocasiones para vivir el amor de Dios, y a buscar la santidad en todas las circunstancias de nuestra vida.
En las enseñanzas de San Josemaría, cualquier tarea, por pequeña o repetitiva que sea, puede ser un vehículo para que actúe la Gracia santificante si se vive con la intención de agradar y glorificar a Dios.
Este mensaje tiene una enorme relevancia hoy en día, cuando muchas personas luchan por encontrar el propósito y el significado en sus vidas. En este sentido, la propuesta de santificación de lo ordinario nos invita a transformar lo aparentemente trivial en algo trascendental y eterno, y nos recuerda que cada acción realizada con amor a Dios tiene un valor inconmensurable.
Me quedo con la idea de San Josemaría de que la santidad es una llamada universal para todo el mundo.
Los padres de San Antonio de Padua eran muy ricos y querían ver a su hijo como distinguido hombre de la alta sociedad. Él, en cambio, quería ser pobre por amor de Cristo y por eso se hizo franciscano. Este santo, goza de fama mundial por obrar actos prodigiosos, al punto de que es reconocido como el más grande taumaturgo (don de hacer milagros) de todos los tiempos. ¿Qué le dirías a un hijo tuyo que eligiese una vida de pobreza franciscana como religioso consagrado?
Si uno de mis hijos eligiera una vida de pobreza franciscana como religioso consagrado, tendría todo mi apoyo y respeto por su decisión. Le expresaría mi admiración y orgullo por su valentía y su deseo de seguir a Cristo, de forma profunda, tal como lo hizo San Antonio de Padua.
Seguir el camino radical de pobreza franciscana es una decisión llena de amor y compromiso hacia Dios y hacia los demás. Una decisión como la de un hijo que opta por la vida consagrada es, para un padre, un recordatorio de que el amor a Dios y la generosidad de corazón son los mayores tesoros que un hijo puede tener y ofrecer.
Santa Teresa de Jesús, también conocida como santa Teresa de Ávila, fue una monja, fundadora de la Orden de las Carmelitas Descalzas —rama de la Orden de Nuestra Señora del Monte Carmelo—, mística y escritora española. Esta Santa, doctora de la Iglesia, escribió en su día este poema-oración tan conocido: “Nada te turbe, nada te espante, todo se pasa, Dios no se muda, la paciencia todo lo alcanza; quien a Dios tiene nada le falta: solo Dios basta”. ¿Cómo aplicarías en tu vida el itinerario espiritual carmelita que propone esta gran santa, y concretamente, como llevas a tu vida personal esa afirmación de que “solo Dios basta”?
La afirmación de Santa Teresa de Jesús de que «solo Dios basta», es una verdadera declaración de confianza y absoluta dependencia de Dios. Para ella, esta frase forma parte del corazón de su itinerario espiritual, y encierra el ideal de vida cristiana al que deberíamos tender. Así pues, ni las preocupaciones, ni los desafíos del mundo, ni las riquezas, ni los placeres terrenales, etc. son capaces de llenar plenamente el corazón humano como lo hace la presencia de Dios.
Este camino espiritual significa aprender a vivir con una conciencia constante de la presencia de Dios en todas las circunstancias, a buscar la paz interior en Él y a confiar plenamente en su Providencia. Que nada nos turbe, que nada nos espante, porque cuando tenemos a Dios, lo tenemos todo.
San Claudio de la Colombière fue un religioso jesuita, misionero y autor de importantes obras de ascetismo francés. Este insigne apóstol del Sagrado Corazón de Jesús fue confesor de santa Margarita María de Alacoque, joven religiosa clarisa. Persuadido de que el amor de Jesucristo va por el camino de la dulzura y de la fidelidad personal, este Santo sobresale en la espiritualidad del Corazón de Cristo que aprendió en la escuela ignaciana. Según afirmó Margarita María de Alacoque, Dios quería que la Casa de Borbón reinando en Francia hiciera un acto de consagración al Sagrado Corazón de Jesús para desagraviar a Su Hijo “por los ultrajes padecidos en los palacios de los poderosos en el momento de su Pasión, Herodes y Pilatos”. A esa consagración se añadiría que la enseña de los Borbones –con el Sagrado Corazón de Jesús (SCJ) grabado en ella– fuera venerada en los palacios de los grandes de la Tierra.
Luis Alfonso, me consta tu profunda devoción hacia esa tradición. Por ello me gustaría preguntarte lo siguiente: ¿cómo explicarías tu consagración personal, la de tu familia, la de tu hogar y la de tu país, al Sagrado Corazón de Jesús?
La consagración al Sagrado Corazón de Jesús es un acto profundamente espiritual que implica no solo una entrega a Su Amor y Providencia, sino también un compromiso de vida cristiana. Para mí, esta consagración personal, familiar, del hogar y del país resulta ser un camino de confianza total en Dios, sabiendo que su Sagrado Corazón está lleno de misericordia y de amor por cada uno de nosotros. A través de esta consagración, busco que toda mi vida y la de los míos esté centrada en hacer la voluntad de Dios, confiando en que Él proveerá lo necesario y nos guiará a través de todas las dificultades, transformando cada área de nuestra vida en un reflejo de su Amor y de su Gracia Santificante.
Santa Juana de Arco, también conocida como la Doncella de Orleans, fue una joven campesina que es considerada una heroína de Francia por su papel durante la fase final de la guerra de los Cien Años, llevando a los franceses a la victoria frente a los ingleses. Patrona de Francia, resulta ser un ejemplo de la firmeza en la fe. Murió por odio al mensaje divino que ella traía y manifestaba, mártir de la realeza universal de Cristo y del carácter sagrado y divino de la realeza en Francia. Según afirmó la Santa, el estandarte que blandía en la batalla fue ordenado por Nuestro Señor, por la voz de Santa Catalina y Santa Margarita, que le dijeron: “Toma el estandarte de parte del Rey del Cielo y con coraje. Dios te ayudará”.
Esta extraordinaria mujer, en su difícil misión sobrenatural encomendada desde niña, luchaba no por un rey terrenal, sino por el Rey eterno – Jesucristo, Rey del Universo-, quien ocupaba el centro de su vida y de su corazón. De este modo, Juana de Arco nos enseña con su fidelidad a la misión que le fue encomendada, que lo importante no es solo qué es lo que Dios nos pedirá, sino qué es lo que nos pide ahora.
Luis Alfonso, ¿qué te pide Dios en este momento de tu vida?
Dios espera de mí que viva su voluntad en todos los ámbitos de mi vida:
- En la familia: mostrando amor, unidad y educación cristiana a mis hijos y fortaleza en nuestro matrimonio.
- En la sociedad: buscando la justicia, la solidaridad, la paz y el bien común.
- En nuestro país: promoviendo el bien común, corrigiendo la injusticia y fomentando la unidad.
- En el mundo: predicando el Evangelio, cuidando la creación y trabajando por la paz y la reconciliación global.
Cada uno de nosotros tiene un papel fundamental en todas estas misiones. Si como cristianos vivimos y promovemos esas virtudes y valores en todos los niveles de nuestra vida, seremos verdaderos testigos de la transformación que Cristo quiere para el mundo.
Santo Domingo de Guzmán fue un presbítero castellano y santo católico, fundador de la Orden de Predicadores, cuyos miembros son conocidos como «dominicos». Dicho santo es autor de esta bella cita: “La oración hace más efecto que todas las armas guerreras”.
Según numerosos testimonios, en el año 1212 y en las proximidades de Tolosa, Domingo tuvo una aparición de la Virgen María, quien le entregó el Santo Rosario (llamado entonces: “Salterio de la Virgen”). Según el relato del beato Alano de la Rupe la aparición la Virgen le dijo:
“¿Sabes, querido Domingo, de qué arma se ha servido la Santísima Trinidad para reformar el mundo?”- Oh, Señora, tú lo sabes mejor que yo –respondió él–; porque después de Jesucristo, tú fuiste el principal instrumento de nuestra salvación. “–Pues sabes– añadió Ella– que la principal pieza de combate ha sido el salterio angélico, que es el fundamento del Nuevo Testamento. Por ello, si quieres ganar para Dios esos corazones endurecidos, predica mi salterio”.
Luis Alfonso, ¿cómo es tu tiempo de oración personal – conversación con Dios- y de plegaria en familia?
La oración personal y la plegaria en familia son fundamentales para mi vida cristiana. La oración personal me permite mantener una relación íntima y constante con Dios, buscar su guía y experimentar su amor. La oración en familia refuerza nuestra unidad, nos enseña a vivir la fe juntos y nos recuerda que, como cristianos, estamos llamados a ser una comunidad de amor y apoyo mutuo. Una autentica Iglesia doméstica. Ambos tipos de oración son esenciales para crecer en santidad y vivir la fe de manera coherente, tanto en lo privado como en lo compartido con los demás, en este caso, con los más cercanos a mí que son mi mujer y mis hijos.
Nuestra Madre, la Santísima Virgen María, siempre está presente en nuestra plegaria. Ella nos acerca a Jesús que es la auténtica Luz del mundo.
San Juan Pablo II invitó a avivar la herencia cristiana de Europa en su exhortación apostólica “Ecclesia in Europa” que junto con la carta apostólica “Novo millennio ineunte”, forman el programa del citado Papa para la reevangelización del Viejo Continente.
Tal y como afirmaba san Juan Pablo II, Europa ha sido impregnada amplia y profundamente por el cristianismo. “No cabe duda de que, en la compleja historia de Europa, el cristianismo representa un elemento central y determinante, que se ha consolidado sobre la base firme de la herencia clásica y de las numerosas aportaciones que han dado los diversos flujos étnicos y culturales que se han sucedido a lo largo de los siglos” [Motu proprio Spes aedificandi, 1-X-1999] (n. 24).
Es evidente que en el proceso de construcción de la “casa común europea” – en palabras de san Juan Pablo II- debe reconocerse que este edificio ha de apoyarse sobre valores que encuentran en la tradición cristiana su plena manifestación. Tener esto en cuenta nos beneficia a todos. “No temas, el Evangelio no está contra ti, sino en tu favor” llegó a afirmar san Juan Pablo II, en relación a Europa.
Luis Alfonso, ¿cuáles son para ti, esas virtudes y valores cristianos que debemos recuperar para reevangelizar Europa y el mundo?
La reevangelización de Europa y del mundo en general es un reto urgente y necesario, especialmente en un contexto donde el secularismo y el relativismo han sembrado dudas sobre la verdad del Evangelio y las raíces cristianas de la sociedad. Para que esta tarea sea efectiva, creo que debemos recuperar y vivir las virtudes y los valores cristianos fundamentales que no solo son parte de nuestra herencia, sino que siguen siendo profundamente transformadores y esenciales para la vida humana y la sociedad.
Estos valores no solo responden a una necesidad espiritual, sino que también son clave para sanar las crisis sociales, políticas y morales que afectan a tantas personas en estos momentos.
Para reevangelizar Europa y el mundo, es fundamental recuperar las virtudes cristianas que responden no solo a la necesidad espiritual de cada persona, sino también a la solución de las grandes crisis que enfrenta la humanidad: la falta de amor y caridad que se traduce muchas veces en una inmensa soledad; la búsqueda de la verdad; la justicia social; la paz y la reconciliación; la esperanza en medio de las adversidades y la verdadera felicidad que proviene del amor de Dios.
Estas virtudes tienen el poder de transformar corazones y cambiar sociedades, y la mejor manera de transmitirlas es viviéndolas con coherencia y autenticidad, en nuestro propio corazón, en el seno de nuestras familias, en las comunidades y, más allá, en el mundo entero.
Entre muchas de las frases memorables que podríamos destacar de santa Teresa de Calcuta quisiera destacar la siguiente: “A veces sentimos que lo que hacemos es tan solo una gota en el mar, pero el mar sería menos si le faltara una gota”. Otra reflexión que me llama la atención de la santa es la siguiente: “El ayer ya pasó. El mañana aún no ha llegado. Sólo tenemos el hoy. Empecemos”. A su vez, Madre Teresa de Calcuta, la santa del “amor en acción”, afirmaba que “el amor comienza en casa /…/. Sólo cuando hay amor en casa podemos compartirlo con nuestros vecinos /…/. Desde el principio debemos enseñar a nuestros hijos a amarse mutuamente”.
Luis Alfonso, ¿tú también estas convencido de que el cambio por un mundo mejor empieza por uno mismo y en tu propio hogar? Además del mundo que te gustaría dejar a tus hijos, ¿qué hijos te gustaría dejar al mundo?
¡Sí, absolutamente! Creo que el cambio hacia un mundo mejor empieza por un cambio en nosotros mismos y en nuestros hogares. El cambio personal y familiar es el primer paso necesario para transformar la sociedad. Si aspiramos a un mundo más justo, compasivo y lleno de amor, debemos vivir esos valores en nuestras propias vidas, educar a nuestros hijos en esos principios, y ser ejemplos vivos de lo que queremos ver en el mundo. Si educamos a nuestros hijos en la fe, en las virtudes cristianas y en el amor verdadero, estaremos creando una generación de seres humanos que, con toda seguridad, podrán transformar el mundo que les dejamos para hacerlo mejor.
Personalmente – y lo comparto con mi esposa María Margarita- me gustaría dejar al mundo no solo un entorno más justo, pacífico y respetuoso con la vida, sino también unos hijos que proclamen los valores del Evangelio, que reflejen las virtudes de Cristo, que sean testigos de su Amor y que sean verdaderos constructores del Reino de Dios en la Tierra. Eso es lo que puede marcar la auténtica diferencia en el mundo actual y, de este modo, dar esperanza para el futuro a las generaciones presentes y venideras.
En última instancia, con toda seguridad, cambiar el mundo comienza por cambiar el corazón de cada uno de nosotros y de los que nos rodean.
Muchas gracias Luis Alfonso por haber abierto tu corazón y habernos mostrado tu espiritualidad enraizada en la fe católica, esa parte tan intima de la persona que todos preservamos pero que, sin embargo, resulta tan importarte exponer en estos tiempos para testimoniar la Verdad, que es Jesucristo, a quien los cristianos amamos, seguimos e intentamos imitar.
Como hizo en su día el Rey Luis de Francia, resulta urgente en estos tiempos reintroducir la verdad, la belleza y la bondad de la fe católica en nuestro mundo.
También te estoy muy agradecido por permitirnos, a través de esta conversación, acercarnos más a los santos, los auténticos influencers ocultos de Dios, y conocer mejor a nuestros amigos en el Cielo para que, de este modo, podamos invocar su intercesión a través de la comunión de los santos y podamos seguir su testimonio en nuestro propio camino de santificación.
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Testimonios de la verdad: