La muerte súbita le sobrevino mientras dormía, a última hora de la tarde del jueves 28 de septiembre de 1978. Albino Luciani, el último papa italiano, nacido en Forno di Canale el 17 de octubre de 1912, tenía 65 años. Las últimas palabras escritas en el diario donde anotó todo fueron “Que te quiera siempre más”.
Ese diario, lleno de anotaciones escritas con una caligrafía minuciosa, y un cuaderno dejado en gran parte en blanco, son los únicos documentos personales escritos por Albino Luciani durante sus 33 días de pontificado. Por ello, al ser una fuente tan valiosa, la Fundación Juan Pablo I transcribirá y publicará ambos, reuniendo en un solo volumen todos los discursos y homilías del pontificado. Una elección no casual, porque fue precisamente en los diarios, como siempre había acostumbrado a hacer, donde Luciani – el patriarca de Venecia elegido papa el 26 de agosto de 1978- escribió los primeros borradores de homilías, discursos y diversas publicaciones.
Por ejemplo, en unas páginas antes de las últimas anotaciones puestas en negro sobre blanco, se leen unas palabras no improvisadas de forma espontánea como en cambio parecía ser el caso en el Ángelus del 10 de septiembre de 1978 en la plaza de San Pedro, quizás las palabras del pontificado de Luciani que más han quedado grabadas en la memoria de muchos: “Somos objeto de un amor eterno por parte de Dios, no quiere hacernos ningún mal, sino sólo el bien…” “es un padre, de hecho, una madre…”.
Luciani se encomendó al bloc de notas también para anotar algunos prolegómenos, tanto sobre los deberes que incumben al sucesor de Pedro, como sobre las pequeñas necesidades cotidianas. Entre los puntos de la lista de tareas a realizar, se lee tanto del anillo papal, con la idea de hacer representar en él a la venerada Virgen de Guadalupe, como del “barbero” que debe procurarse también en Roma, ya que no podía utilizar el veneciano. Pero también “optimismo” y “humildad” (como el lema episcopal humilitas) se leen un poco más allá, como si fueran advertencias que el recién elegido pontífice, en quién sabe qué torbellino de pensamientos y sentimientos, se dirigió severamente a sí mismo.
Ese pontificado, uno de los más breves en los dos mil años de historia del papado, duró apenas un mes y poco más. Pero la importancia, dijo más tarde su sucesor, el polaco Karol Wojtyla, es inversamente proporcional a su duración. Así que Francisco creó hace un año, con un solemne Rescriptum ex audientia sanctissimi fechado el 17 de febrero de 2020, la Fundación Vaticana Juan Pablo I, que celebra oficialmente su cumpleaños el 28 de abril. Su finalidad declarada, por deseo de Bergoglio, no es otra que “la potenciación y difusión del conocimiento del pensamiento, la obra y el ejemplo del papa Juan Pablo I”, informa el propio rescripto.
El primer año de actividad de la Fundación también estuvo condicionado por la pandemia. Pero al menos se ha conseguido un resultado importante: la Fundación ha adquirido todo el archivo privado del papa Luciani, ahora ordenado en las estanterías de las dos salas de Via della Conciliazione 3, donde la Fundación tiene su sede operativa.
Se trata de 64 carpetas que contienen hojas manuscritas, papeles, cartas, material impreso, fotografías, que datan del período entre 1929 y 1978. Una fuente de información fundamental para profundizar en la figura del “papa de la sonrisa”, como fue apodado Luciani nada más ser elegido.
No se trata, dicen quienes han podido verlos hasta ahora, de papeles a los que el escritor confía confidencias estrictamente personales. Pero las curiosidades no faltan, empezando por los recuerdos, anotados en un simple cuaderno escolar, de la audiencia concedida el 21 de diciembre de 1958 por Juan XXIII a Luciani, a quien el propio papa Roncalli, seis días después, iba a ordenar obispo. “Las palabras sencillas son más eficaces”, es en particular el consejo, recibido del papa, que Luciani mostrará después que había asimilado bien.
La Fundación Juan Pablo I ha encargado a un archivero la reordenación e inventario de todo el material. Mientras tanto, el personal especializado de una empresa procede a digitalizar los documentos más importantes. Una vez concluidas estas dos operaciones, se pretende dar acceso a este valioso material a todos los estudiosos.
Las primeras carpetas contienen cuadernos y apuntes escolares de Albino Luciani, seminarista del Seminario Gregoriano de Belluno. El futuro papa, a través de esos trabajos, demuestra ser un estudiante brillante e inteligente, capaz de atesorar desde los años escolares toda experiencia útil para ampliar sus conocimientos.
El archivo se fue ampliando con el paso del tiempo y la sucesión de las distintas etapas de la biografía de Luciani: en 1935 fue ordenado sacerdote, en 1937 fue vicerrector de la Gregoriana de Belluno, en 1947 se licenció en Teología en la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma. En 1958, cuando Luciani era pro vicario general de la diócesis de Belluno, Juan XXIII lo nombró obispo de Vittorio Veneto. Entre 1962 y 1965, Luciani participó en los trabajos del Concilio Vaticano II. En 1969 fue nombrado patriarca de Venecia y en 1973 cardenal, hasta su elección como pontífice a la muerte de Pablo VI.
En cuanto a la importancia que esos papeles tenían para él, basta decir que en cada traslado, hasta el del Vaticano, a las habitaciones del apartamento pontificio, Albino Luciani siempre quería llevar consigo todo el archivo, para tenerlo todo al alcance de la mano junto al escritorio.
Es fácil adivinar que se trata de una documentación que, una vez estudiada, será una fuente preciosa para los historiadores de la Iglesia del siglo XX. Pero también servirá para delinear aún mejor la figura de Luciani, ya pasada por el tamiz de la causa de beatificación. La última etapa alcanzada es la proclamación de las virtudes heroicas del venerable Juan Pablo I, el 9 de noviembre de 2017. Ahora sólo falta un milagro atribuido a la intercesión de Juan Pablo I para proclamarlo beato.
Mientras tanto, para responder aún mejor a sus objetivos institucionales, es decir, promover el estudio, la investigación y la difusión de la obra y el pensamiento del papa que le da nombre, la Fundación cuenta ahora con su propio sitio web, muy elegante en su gráfica y rico en contenidos: www.fondazionevaticanagpi.va, con textos en italiano e inglés.
Exaudi habló con Stefania Falasca, vicepresidenta y coordinadora del Comité Científico de la Fundación, sobre el archivo privado de Luciani y las actividades de la Fundación Juan Pablo I.
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Exaudi: Dra. Falasca, ¿puede describir brevemente el contenido de los archivos privados del Papa Luciani? ¿De qué materiales está compuesto? ¿Y por qué es importante que la Fundación Juan Pablo I lo haya adquirido?
Stefania Falasca: Es una colección muy rica de material documental heterogéneo que abarca medio siglo: desde 1929 hasta el 28 de septiembre de 1978: escritos autógrafos, cuadernos, diarios, material impreso y fotográfico, correspondencia…. Un total de 64 carpetas, desde los cuadernos de lecciones tomadas como estudiante en el Seminario Gregoriano de Belluno hasta los 66 diarios de su episcopado desde 1960 hasta 1978, incluyendo la agenda de cuero artificial azul que siguió utilizando durante los 34 días de su pontificado, donde están impresas sus últimas palabras escritas. Son los papeles de toda una vida, de cuya existencia sólo nos enteramos a principios del año 2000.
Exaudi: ¿Y luego qué pasó?
Stefania Falasca: Cuando el obispo de Belluno-Feltre, en 2007, dispuso una Inquisitio Dioecesana suplementaria para la causa de canonización de Luciani, fui la persona a la que se le encomendó un estudio del archivo privado. De este modo, en un primer examen fue posible identificar la naturaleza de los escritos y reconstruir la génesis, el desarrollo y el complejo curso de este archivo privado, que había regresado del Palacio Apostólico de la Santa Sede, tras la muerte de Juan Pablo I, el 28 de septiembre de 1978, a la Sede Patriarcal de Venecia. Digamos que es sobre todo un expediente personal del que tomaron forma intervenciones, lecciones, conferencias, homilías, artículos, publicaciones.
Exaudi: ¿Pero hay escritos que contengan notas más personales?
Stefania Falasca: Excepcionalmente también hay notas en forma de diario, como las relativas a su participación en el Concilio Vaticano II o a la audiencia privada con Juan XXIII, con motivo de su consagración episcopal. Pero Luciani parece ajeno a la forma del “diario” íntimo y privado. A los escritos del Archivo se sumó, como parte integrante, una biblioteca bien surtida. En conjunto, funcionaban como un laboratorio, es decir, como el taller de Luciani. Son papeles que, por tanto, dicen mucho, en su conjunto y en sus partes individuales, sobre el perfil de la persona que los escribió y conservó. Son una fuente privilegiada para estudiar la elaboración de un pensamiento y de un tema y sus oscilaciones, en las múltiples variantes de la redacción de sus discursos, y para comprender la figura de Luciani en relación con las circunstancias que vivió y atravesó. Es un “patrimonio” de la Fundación que tiene una importancia fundamental también para realizar el proyecto de la publicación de la “opera omnia”.
Exaudi: Albino Luciani siempre quiso llevarse todo este material, en todas sus mudanzas, hasta Roma, ¿es cierto?
Stefania Falasca: Sí, como he dicho, éste era su “taller de trabajo”, una especie de patio abierto de trabajo, indispensable para Luciani, donde continuamente dibujaba y añadía. Incluso la noche antes de morir estaba inmerso en este “taller de trabajo” de lecturas retomando sus discursos pasados para preparar la audiencia general. Era su modus operandi, al que estaba acostumbrado desde que era profesor en el seminario: llevarse el trabajo de estudio a la cama y leer antes de dormir.
Exaudi: ¿Cuáles serán los próximos pasos de la Fundación Vaticana Juan Pablo I? ¿Qué iniciativas tiene previstas?
Stefania Falasca: En este primer año hemos sentado las bases para alcanzar los objetivos que la Fundación se propone. El 1 de marzo de 2021, bajo la dirección del prefecto del Archivo Apostólico Vaticano, monseñor Sergio Pagano, se iniciaron los trabajos de inventario y simultánea digitalización – con la colaboración de la Biblioteca Apostólica Vaticana – del archivo. Se prevé un plazo de seis meses para el inventario. Hemos creado becas para este trabajo y crearemos otras.
Exaudi: ¿Y después?
Stefania Falasca: Una vez terminada la catalogación, el Comité Científico establecerá tanto el trabajo a largo plazo que debe realizarse sobre los papeles del Archivo que deben ser transcritos y comprobados por el método filológico, como el proyecto de realización de la Opera Omnia. Próximamente se publicará la edición crítica de las enseñanzas de Juan Pablo I, con la sinopsis completa de los discursos escritos y pronunciados por el pontífice y las transcripciones del diario manuscrito y del cuaderno personal de los 34 días de su pontificado. A continuación, la edición crítica del texto de Illustrissimi (la famosa colección de “cartas abiertas” escritas por Luciani a figuras de la historia y la literatura, publicadas por primera vez por el Messaggero di sant’Antonio entre 1971 y 1975, NDR).
Exaudi: También habló de libros de la biblioteca privada de Luciani…
Stefania Falasca: Dado que al archivo privado se unía, como parte integrante del mismo, una biblioteca bien dotada, entre los proyectos ya aprobados por la Fundación se encuentra también la reconstitución de la biblioteca personal de Luciani, en Venecia, en la biblioteca diocesana del seminario patriarcal.
Hablando de libros, añado que para la serie dedicada a Juan Pablo I, lanzada por la Fundación junto con la Librería Editora Vaticana, el volumen sobre la muerte del Papa Luciani está a punto de publicarse también en inglés y español (título en italiano Papa Luciani. Cronaca di una morte, de Stefania Falasca, publicado en 2017, NDR) que con método histórico-crítico, sobre la base de la documentación del juicio adquirida, restituye a la verdad histórica las circunstancias de la muerte del papa Luciani. Por último, entre los proyectos iniciados y de próxima realización se encuentra también la preparación de un congreso sobre el magisterio de Juan Pablo I con los trabajos del Comité Científico, previsto para la primavera de 2022.