“Decidimos juntos pedir al Papa, pues somos nombrados por él, que venga en nuestra ayuda, enviando a alguien de su confianza para que examine con nosotros la forma en que hemos tratado y tratamos a las personas que son víctimas y a sus agresores”, dicen los obispos de Francia ante los casos de abusos sexuales en el país.
En el discurso de clausura de la Asamblea Plenaria de la Conferencia de Obispos de Francia (CEF), en Lourdes, monseñor Éric de Moulins-Beaufort, arzobispo de Reims y presidente del Episcopado, indicó el camino que la Iglesia de Francia desea y debe emprender en un futuro próximo para hacer frente al escándalo de los abusos sexuales por parte del clero.
Camino de reparación
Efectivamente, este encuentro de los prelados ha sido dedicado al reciente informe de la CIASE (Comisión Independiente sobre los Abusos Sexuales en la Iglesia), cuyos datos revelaron la amplitud de los mismos: más de 330.000 casos de violencia contra menores desde los años 50 hasta la actualidad.
“Hemos reconocido nuestra responsabilidad institucional y hemos decidido emprender un camino de reparación, abriendo la posibilidad de mediación y compensación a las víctimas”, reconocen los miembros del Episcopado. “El conjunto de resoluciones que hemos votado constituye un amplio programa de renovación de nuestras prácticas de gobierno a nivel de las diócesis y a nivel de la Iglesia en Francia. Transmitiremos al Santo Padre, después de haberlas reelaborado un poco, las recomendaciones de CIASE que conciernen a la Iglesia universal”, agregan.
En este sentido, demandan la intervención del Santo Padre y han decidido “crear una serie de grupos de trabajo para reflexionar sobre diferentes aspectos de nuestro gobierno diocesano o nacional y hacernos propuestas”. Estos grupos “serán dirigidos por un laico, compuestos por miembros del Pueblo de Dios de diferentes estados de vida. Bajo la dirección de un coordinador, establecerán su orden del día e informarán de su trabajo antes de las asambleas plenarias”.
El mal está más cerca de lo que parece
“Gracias a ICASE”, continúan, “vemos, y esto es una constante aterradora, que las relaciones fuertes, las relaciones estructurantes de la humanidad, siempre pueden ser pervertidas y lo son en una proporción que nadie puede decir que sea despreciable. El mal siempre está más cerca de nuestras almas de lo que parece”. Del mismo modo, indican que “la gracia de la ordenación no asegura un carácter estable, una honestidad perfecta, una notable delicadeza de corazón, ni siquiera preserva de los demonios destructivos y dominantes que pueden habitar en un alma»,
Entre otros motivos, esta disposición ha sido emprendida pensando en las víctimas, “pensando en todos y cada uno de ellos, en todos y cada uno de esos niños, niños pequeños, niñas pequeñas, adolescentes, que lloran en secreto en el fondo de sus almas y hasta el último día de su vida adulta”.
Por otra parte, el presidente del Episcopado recuerda: “Nos convertimos en sacerdotes para llevar humildemente algo del consuelo de Cristo, para proporcionar mucho de la cercanía de Dios, y ciertamente no para que hombres o mujeres lloren por nuestro funcionamiento parroquial”.
Impulso del Papa Francisco
Por lo tanto, ha llegado el momento de una profunda reforma de la institución: “Desde la primera consideración de las víctimas, se nos ha dado la libertad de abrir el trabajo sobre nuestro funcionamiento eclesiástico o eclesial de forma amplia”, estimulados por “un gran impulso del Santo Padre durante nuestras visitas ad limina, un impulso reforzado por nuestras celebraciones en la tumba de los Apóstoles, que nos volvieron a situar en el centro de nuestra misión”.
“Nos dirigimos hacia un empobrecimiento de nuestra Iglesia. En más de un sentido, lo queremos, lo esperamos”, expuso el presidente del CEF. “Nos ha servido para experimentar que vale la pena, sin duda, ser humillados, empobrecidos, disminuidos, si esto puede ayudarnos a encontrarnos mejor con los pobres, los excluidos, los despreciados, ya que el Señor al que queremos seguir vino primero por ellos”.
Estar atentos y lúcidos
Asimismo, en su discurso se reconoce que esta decisión “es una liberación para todos nosotros. Nos libera poder mostrar que nuestra Iglesia, la Iglesia a la que pertenecemos y a la que queremos servir, no puede ser una institución preocupada por sí misma, sumida en la autoglorificación”. Al mismo tiempo, se habla de “cruzar puntos de vista diferentes, recibir la contribución de una perspectiva femenina, buscar formas de consultar al pueblo de Dios, todo esto nos parece lleno de promesas para progresar en la benevolencia mutua, para crecer en la atención a cada persona en todas las dimensiones de su ser”.
Además, el mensaje llama a “estar atentos, ser lúcidos y no dejarnos engañar por las palabras que utilizamos”, aclarando que la verdadera paternidad “nunca puede consistir en que una persona haga suyo al otro o lo trate como tal, ni en que una persona mantenga al otro con inferioridad, mientras que la correcta función paterna conduce necesariamente a la edad adulta y a la emancipación”.
Apartado judicial
Por otro lado, sobre el apartado judicial, el texto describe que los protocolos de cooperación entre las diócesis y las fiscalías, que ya existen en París, por ejemplo, deberían generalizarse, considerando que “tenemos todas las de ganar si concluimos los protocolos con los fiscales. Tenemos todas las de ganar si confiamos en los servicios de justicia y policía de nuestro país”, ya que los obispos no están “capacitados para ser investigadores, ni fiscales ni jueces de instrucción”.
“De manera más general, el perdón de Dios no debe servir de excusa para que quien haya cometido un crimen o delito pueda escapar de la justicia humana. Por el contrario, este perdón debe fortalecer al culpable para que esté dispuesto a dar cuenta de sus actos y a afrontar las consecuencias. Le asegura que su dignidad más profunda se verá reforzada por esta prueba de la verdad”, puede leerse.
Proceso sinodal
Mons. Moulins-Beaufort se refiere también del proceso sinodal en el que la Iglesia, por deseo del Santo Padre, está inmersa, “que se inicie en un momento en el que nuestra Iglesia en Francia ha recibido la conmoción del informe del ICASE y se vea obligada a mirar su lado oscuro nos parece providencial”.
“Nos alegramos de poder avanzar en esta gran obra de forma sinodal, confiando en el sentido de la fe, el famoso sensus fidei, de los fieles laicos, los sacerdotes y los diáconos, los consagrados y las consagradas. No se trata de adelantar ideas, de llevar a cabo un programa, sino de discernir juntos, después de haber escuchado juntos lo que Dios nos dice, después de haberse escuchado mutuamente con paciencia y aceptar que todas las expresiones cuentan”, afirma en este sentido.